Lo que dijimos con Audrey no estaba lejos de la realidad tres días después de lo que estuvimos hablando anunciaron la llegada de los reyes que gobernaban la humanidad, los reyes que conformaban la alianza para protegernos de las olas de Terios.
Y ahí estaba yo en mi habitación vistiendome, decidí ocupar un vestido rojo, un collar de perlas blancas con un dije en forma de un sol, preferí dejar mi cabello suelto y salí de mi habitación encontrándome con una Audrey totalmente preciosa, el color verde de su vestido resaltaba su cabello rojo y de igual manera jugaba con sus hermosos ojos verdes, la corona con diamantes verdes que adornaba sus cabellos rojos le daba ese toque de princesa, sin duda alguna Audrey era una chica preciosa digna de admirar.
Por mi parte decidí no ocupar una corona, le supliqué a mamá que me dejará ir sin está puesta pero ella dijo que era un rotundo no, pero vamos la vida es una y como dijo Marwaen hay que vivirla.
-¿Y tu corona? -observo mi cabeza vacía-
-La olvide -hice una mueca y le sonreí para que dejara el tema atrás-
-No señorita, ve por tu corona antes de que te ganes un regaño sin haber porque -dijo ella empujandome de nuevo en la habitación-
Bien, Audrey ahora parece mi mamá, pero si ella me lo dice no tengo que negarme, es la única persona que si me escucha y me aconseja.
Busque en la mesita que está junto a mi cama mi tan amada corona, claro digamos que muy amada, la cual tenía diamantes azules que adornaban a la perfección esta joya, me resultaba incómodo pero bueno, la vida es una y las regañadas de Audrey las tendré básicamente en toda esta vida...
Luego de unos minutos salí de la habitación encontré a una Audrey con los brazos cruzados viendo el suelo, cuando alzó su cabeza una sonrisa se dibujó en su rostro, se acercó a mi para agarrar mi brazo y caminar por el pasillo a nuestro destino, el gran salón del castillo donde se encontrarían el resto de nuestros invitados.
Cuando estábamos en la entrada al salón los nervios nos pasaron por el cuerpo, pues no sabiamos lo que pasaría allá adentro, apreté la mano de Audrey quien me dio una sonrisa antes de soltarme y ponerse firme.
Un guardia anuncio nuestra entrada y ambas nos adentramos en el lugar, nuestra vista cayó de inmediato en los siete jóvenes que se encontraban en el fondo del salón. Dos de ellos eran conocidos para nosotros, se trataba de Marwaen y Lewis, como si fuera una especie de conexión ellos voltearon a vernos, mire a Audrey de re ojo quien tenía una mueca en la que me decía de mil maneras que estaba pensando en que hacer.
Por suerte de los dioses no tuvimos que esperar mucho porque nuestros padres nos invitaron acercarnos a ellos, los demás chicos tenían una expresión de asombro y curiosidad por nosotras, el sentimiento era mutuo.
-Xiel, Audrey, ellos son los príncipes Birenth, Leyden, Brock y James, como ustedes conocen de maravilla a Marwaen y Lewis no hace falta presentarlos -mencionó mi padre con una sonrisa-
-Sabemos que tienen mucho tiempo de no verse, pero esperamos que este tiempo no haya afectado en su amistad -hablo la madre de Lewis, la Reina de Glinasty-
-De igual manera sabemos que las condiciones por las que hoy se están reuniendo nuevamente no son las mejores, pero esperamos que ahora nos brinden su apoyo en este momento que podría llegar a ser crucial para nosotros y la humanidad como la conocemos -Tomo la palabra la Reina Sasha, la madre de James-
-Ten por seguro madre, que encontraremos una solución a todos estos sucesos -respondió James con una pequeña sonrisa la cual su madre respondió con otra-
Mi mirada cayó en ellos, era un poco irreal verlos después de tanto tiempo, creo que la última vez que los vi fue hace cinco años, a los únicos que miraba con frecuencia era a Marwaen y Audrey, de igual manera últimamente a Lewis que estaba viviendo en el castillo, pero ahora ellos...
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Eternal Curse Of The Moon
RandomEl bien de la humanidad está en juego desde que las olas de Terios aparecieron creando caos por donde pasan... Todo se esfumo en el momento que las olas aparecieron nuevamente manchando de sangre todo lo que Xiel pensó conocer. Todo o nada, llegó la...