Un regaño de amor

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La emoción del momento vivido todavía recorría mis venas, habían cosas que simplemente no tenía la capacidad de entender, como mis sueños, el vacío que siento dentro de mí…por una extraña razón volver aquí había revivido esa sensación que trataba de dejar atrás, cuando pisaba este lugar sentía que algo faltaba junto a mí y hasta el día de hoy trato de descifrar que es eso que le falta a mi alma para ser completamente feliz.

-Es una hermosa flor sin duda –menciono Leyden sonriendo-

-Es kalon… -dijo Lewis con un brillo inusual en sus ojos-

-Sin duda alguna eres muy talentosa Xiel –susurro Brock con sus ojos clavados en la flor que poco a poco perdía su brillo-

Mi vista cayo en los chicos quienes miraban la flor como algo maravilloso sin explicación, poco a poco en sus facciones se nublaron por una extraña tristeza que inundo la habitación en la que estábamos.

-Creo que este momento nos trajo algo de melancolía, pero mantengamos nuestra postura y veamos esto como un nuevo recuerdo de que seguimos manteniendo nuestras promesas de luchar juntos hasta el final. –intervino Lewis relajando sus músculos tensionados-

-Lewis tiene razón, desde hoy debemos de mantenernos juntos y apoyarnos en todo momento, somos una familia y nos protegeremos hasta el final, es una promesa que nuestros yo de hace años les encantaría que cumpliéramos o ¿me equivoco? – pregunto Marwaen con una sonrisa-

Todos asintieron con una pequeña sonrisa en respuesta, sin duda alguna podía sentir todavía la conexión entre nosotros, sin embargo, sentía que algo faltaba junto a nosotros y no me gustaba sentir esa sensación en mí, era frustrante.

-Ustedes ya suenan como todos unos reyes –bromeo Brock con una sonrisa-

-Deberían de darnos clases, nosotros todavía necesitamos lecciones –Le siguió el juego Leyden a Brock-

-Lo que ustedes necesitan es un buen entrenamiento para que dejen sus peculiares costumbres de niños –mascullo Audrey juntando sus manos-

-A ti te hace falta un poco de paciencia y unos momentos de tranquilidad –le respondió Brock mientras la señalaba con un dedo-

-Baja ese dedo en este momento, acaso no te enseñaron que es de mala educación señalar a las personas –chillo Audrey con enojo-

-Ambos necesitan calmarse, parecen niños chiquitos –murmuro Leyden viéndolos con diversión-

-Tu guarda silencio –respondieron Audrey y Brock al mismo tiempo-

Leyden tenía una cara de niño regañado completamente, Marwaen y James se burlaron de su expresión diciéndole que por no guardar silencio había salido regañado sin haber un por qué.

Mientras Brock y Audrey seguían discutiendo por los modales del otro y que uno necesitaba dejarse llevar y no ser tan perfectos, el resto llegamos a una conclusión de ir a ver a nuestra mamita Ethel.

Bajamos de la torre conversando un poco sobre lo que habíamos hecho en estos años, bueno tenemos que sacar de esa conversación a Audrey, Brock y Leyden quienes venían discutiendo todavía sobre la situación en la torre.

Cuando estábamos cerca de llegar a la cocina vi que Leyden se adelantó a la cocina corriendo, siendo perseguido por una Audrey y un Brock aparentemente enojados. Los tres cruzaron la puerta como si fuera la última salida del castillo.

-Me pregunto cómo le hace Audrey para correr con ese vestido y esos tacones puestos – dijo james mientras se rascaba la cabeza-

-Es la práctica, no lo entenderías bien –le respondí con una sonrisa-

-Créeme que no lo entiendo, se mira demasiado complicado –me devolvió una sonrisa-

-Deberíamos de ir tras de ellos antes de que se tiren entre ellos las cosas de la cocina –menciono Lewis-

-Si eso pasa los que limpiaran eso serán ellos tres, eso se los aseguro –suspiro Birenth con una pequeña sonrisa-

-Vamos rápido, mi hermana es un caso cuando se enoja –comento Marwaen con una pequeña sonrisa-

Luego de nuestra pequeña conversación avanzamos algo rápido para evitar que los tres que se nos adelantaron cometieran alguna locura de la cual nos ganaríamos un regaño de nuestros padres.

-Mamita Ethel pégales a esos dos, me regañaron feo –bramo Leyden en los brazos de mi mamita con una mano en sus ojos-

La escena ante nuestros ojos hizo que el resto nos mirábamos con pena por la situación que los tres se habían montado en medio de la cocina, luego miramos a nuestra mamita con una sonrisa, mientras abrazaba a Leyden quien seguía pegada a ella como si fuera la última vez que la vería-

-No le haga caso mamita, el está mintiendo –respondió Audrey tratando de acercase a él-

- ¡No dejes que me toque esa bruja mamita! – agarro con más fuerza a mi mamita-

- ¡A quien crees que le dices bruja cabeza de cerillo! –dijo Audrey señalándolo-

-Pensé que no era de buena educación señalar a los demás, señorita perfección –la señalo Brock-

-Tú no te metas en esto –Le respondió Audrey-

-Creo que los tres deberían intentar calmarse y hablar sobre la situación, de esta manera podrán estar en paz y convivir tranquilamente –mencionó nuestra mamita-

-Que se disculpen estos dos que lastimaron mis sentimientos –hablo Leyden sobándose la nariz-

-Ustedes dos deberían disculparse por ser tan maleducados –expreso Audrey cruzándose de brazos-

-Pero ve quien habla, la persona que hace unos momentos me estaba señalando con su dedo –le respondió Brock con los ojos abiertos de par en par mientras sacudía ambos brazos-

-Que ustedes estén cerca de mí me causa malestar por lo que veo –menciono Audrey llevándose una mano al pecho-

-Como te atreves a decir eso –dijo Brock mientras la señalaba de nuevo-

-Es suficiente niños, no es momento de discutir –hablo nuevamente nuestra mamita-

-Pero mami… -dijeron los tres-

-Pero nada, ahora los tres se van a disculpar y se darán un abrazo, es el fin de este asunto o tendremos problemas –remarco nuestra mamita a los tres-

Los tres se encogieron en su lugar y parpadearon muchas veces viéndose entre ellos, ya que el que nuestra mamita se enojara no era muy común o al menos con nosotros no era así. Los tres se miraron entre sí para acercarse lentamente e inclinar sus cabezas un poco pidiéndose una disculpa por lo que se dijeron, luego de eso se acercaron para darse un pequeño abrazo porque no duraron ni cinco segundos cuando se separaron y se cruzaron los tres de brazos cruzados.

-Eso es mis niños, vieron que no era tan difícil –aplaudió nuestra mamita con una sonrisa-

Los tres asintieron con cara de niños castigados y entonces nosotros ya no logramos aguantar la carcajada que salió disparada de nuestra garganta por la situación vivida, los tres regañados se vieron a los ojos y soltaron una risa junto a nuestra mamita que se unió a nuestras risas que se escuchaban en cada rincón de la cocina.

 Eternal Curse Of The MoonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora