Capítulo 8

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No sabía cómo, ni cuándo, pero… Anne lo tenía atrapado entre sus brazos. El peso de su cuerpo era mínimo con la fuerza de él, pero lejos de hacer caso a su mente y detener aquello que se vaticinaba, la dejó permanecer ahí.

—Farrell…

La mujer no solamente estaba desnuda sobre su cuerpo, sino que además, su traviesa mano, buscaba un maldito hueco por el que poder avanzar para coger su erección y masajearla.

—Wake… —jadeó contra la boca de ella que con inmediatez se abría para besarlo.

Taylor se permitió el lujo de plantar las palmas en el cuerpo femenino y entonces responder a aquel delicioso beso que le estaba sabiendo a gloria.

—¿Me deseas?

Sí. Mil veces sí, pensó antes de girar sobre sí mismo en el sofá y apresarla contra su cuerpo.

—¿Qué haces aquí? —preguntó sin detener sus caricias.

—Te echaba de menos…

Sin duda, era recíproco, pero… ¿Qué narices estaba haciendo? Taylor sentía que había perdido el control sobre sí mismo, porque lejos de alejarse tal y como le gritaba que hiciera su cabeza, se sorprendió saboreando uno de los pechos de la mujer. Abrió la boca para abarcarlo entero y mordió el sensible pezón que lo esperaba endurecido.

—Maldita sea, Wake —refunfuñó cambiando al otro pecho para hacer lo mismo.

—Sigue… Más abajo, Farrell.

Él la miró con gula y sin pensar en las consecuencias, se deslizó hacía abajo hasta besar el pubis recortado. A continuación, deslizó la lengua por el clítoris haciéndola gritar de placer.

—Así, oh… sí… —gimió Wake mientras se encorvaba ante la ronda de caricias.

—Me moría de ganas de probarte.

Anne lo miró fascinada y entonces, de manera irresponsable, se incorporó para clavarse en ella con pasión. Ambos jadearon ante el encuentro, pero Taylor necesitaba más, por lo que empezó a embestirla con fuerza.

—¿Te gusta? Oh, preciosa, dime cuánto te gusta.

Los gritos de Anne se duplicaron, hasta el punto de opacar el sonido de los cuerpos al chocar.

—Farrell…

—Wake…

El soldado se movió con celeridad, buscando su propio placer hasta que sintió la humedad que lo albergaba, abriendo abruptamente los ojos. De pronto, se halló solo. El calor de Anne ya no estaba a excepción de la corrida que manchaba gran parte de su entrepierna. ¿De verdad había tenido una polución nocturna? ¡Joder! La última había sido cuando era un adolescente y empezaba a conocer el mundo de la pornografía.

 Sin embargo, todo fue mucho más bochornoso, cuando se incorporó y vio a Anne pegada, literalmente, a la puerta. ¿Qué diablos hacía ahí? Y lo peor… ¿Desde cuándo? Se levantó dispuesto a asearse, pensando que Wake ignoraba lo ocurrido, pero su rostro decía lo contrario.

—¿Qué haces aquí, Wake?

—Hay tormenta… —dijo dirigiendo una mirada fugaz a la ventana — No podía dormir y entonces te escuché llamarme…

—¡Cojonudo!

Taylor no tenía tiempo ni ganas de explicar lo ocurrido, por lo que pasó a su lado dispuesto a subir al cuarto de baño para adecentarse, pero Anne tenía otro plan mejor. Con cuidado lo agarró del brazo, deteniendolo en mitad del pasillo.

—No estoy de humor para chácharas.

Sin embargo, la intención de ella no era hablar y Taylor se percató cuando recortó la distancia y volvió a unir sus bocas como en aquella plaza de pueblo. Él se quedó muy quieto mientras Anne intentaba jugar con su boca, aunque la realidad era que Farrell estaba lidiando con su propia batalla mental.

Taylor - La Leyenda De Un Farrell | Erótica + 18 | Completa ✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora