Capítulo 9

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Durante la mañana, el clima no mejoró. El cielo se había cubierto de nubes completamente negras y la lluvia se había intensificado lo que había hecho que cada uno se dedicase a diferentes menesteres. Taylor se había adueñado del salón y lo había hecho para revisar todos los videos que su padre le había enviado de la investigación.

Simplemente le había pedido a Anne que no molestara y se había dedicado durante horas a ver los vídeos. Lo había hecho una y otra vez, avanzando y retrocediendo prácticamente a cada segundo y fijándose en cada detalle, como por ejemplo, los reflejos de las vidrieras que en muchas ocasiones aportaban información, pero en este caso, no había nada. 

Lo que significaba que Enzo tenía razón y eso era desconcertante. De hecho, le frustraba tanto saber que no tenían ninguna pista que volvió a visualizarlos convencido de que algo se les escapaba, por diminuto que fuera. Aún así, siguió sin hallar nada.

El expediente estaba actualizado con la fecha de ayer, pero había muy poco material nuevo. Lo que significaba que aquel jodido psicópata había desaparecido de repente, lo que le hacía pensar que realmente el padre de Anne no era el objetivo, sino su hija.

Cuando Taylor cerró los archivos se percató de que Anne no había hecho ni un solo ruido durante todo el día, por lo que se levantó y fue a buscarla. Finalmente encontró a la mujer sentada en el porche, con el cuaderno en mano y con la mirada puesta en la nada.

—Si vienes a darme alguna de tus órdenes te las puedes meter por donde te quepan —dijo mientras cerraba el cuaderno con contundencia.

Era evidente. Wake estaba enfadada y no era para menos, pero Taylor sabía que había lidiado con situaciones mucho peores, por lo que optó por sentarse a su lado y mantenerse unos segundos en silencio.

—¿Estás escribiendo?

—¿Importa? —masculló centrando su intensa mirada en él.

—Solo intento ser amable, Wake.

—¿De qué me sirve tu amabilidad ahora si la pierdes cuando te hablo de tener un poco de sexo?

Directa. Sin tapujos. Así era Anne Wake y eso le encantaba…

—En realidad, no quieres acostarte conmigo… —respondió Farrell —. Es solo que no tienes donde elegir.

—Ya… Perdoname, pero yo no soy como tú. 

¿A qué se refería con que no era como él? Taylor la miró y sin más, preguntó:

—¿A qué te refieres?

—Fácil. Soy rubia y dices que las odias… Así que sé que acostarte conmigo debe ser la última opción de tu vida.

Taylor sonrió. ¿Odiarlas? ¿La última opción? Anne no tenía ni pajolera idea de lo que decía, pero quizá así era mucho mejor.

—No vuelvas a negarme una jodida tableta de chocolate. Ahora, ¿podrías decirme cuántos kilos levantas?

—¿Para qué lo quieres saber? — Ella lo miró con seriedad y él optó por responder — He llegado a levantar 200 kilos.

Automáticamente ella abrió el cuaderno para apuntar algo frente a sus ojos y volverlo a cerrar con celeridad evitando que pudiera captar nada. ¿Estaba escribiendo sobre él?

—Si fuese morena… ¿Tendría alguna opción?

La pregunta le llegó al alma, por varios motivos. Taylor no quería crear ninguna inseguridad en la mujer, mucho menos que se sintiese inferior a otras, porque ella, tal cual era, era perfecta y era ahí donde radica el gran problema.

Taylor - La Leyenda De Un Farrell | Erótica + 18 | Completa ✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora