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Emma, Carlos y Segundo caminaban por las deterioradas calles de cemento mientras conversaban como lo hacían cada vez que iban a hacer los mandados

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Emma, Carlos y Segundo caminaban por las
deterioradas calles de cemento mientras conversaban como lo hacían cada vez que iban a hacer los mandados.

—Asi es con la Mariela — se burló el mayor de su hijo mientras la chica largaba una carcajada sonora. Carlos fingió reír pero la verdad no le había dado nada de gracia, ya que no sabía que pasaba por su cabeza. Mariela seguía siendo su novia, pero no sentía que fuera del todo así. Su grupo de amigos no le gustaba para nada, más que nada por la ex mejor amiga de su hermana, quien al verlo aprovechaba para reclamarle todo lo que había pasado con Emma indirectamente, además solamente había contacto físico cuando habían otras personas, sin embargo al estar solos ella dudaba antes de hacer cualquier cosa con él, y eso lo estaba cansando. No hablaba de lo carnal, más bien de el trato de ella hacia él, comenzaba a ser bastante nefasto y no sabía si estaba dispuesto a soportarlo.

¿Pero Zoe? Con Zoe era diferente, la verdad es que la chica lo tenía enamorado desde los seis años, cuando la vio por primera vez, sin embargo él solo se convenció de que la chica no sentía lo mismo por él, y poco a poco fue disfrazando ese amor que hasta ahora tenía, convenciendose que ya no sentía nada por ella y que había quedado en el pasado. Aunque no sabía si podía aguantar más sin decirle todo a la de cabellos cortos.

—¿Y vos qué te reís? ¿Te pensas que no te conozco yo? Andas muy alegre ahora nena ¿Algo que me quieras contar?

—Esta con el uruguayo a los besos ahora pa— dijo el rizado, ganando que su hermana lo golpee en la espalda. La cara de Segundo se desfiguró al oir a su hijo, sin embargo no dijo nada para no incomodar a Emma.

No iba a decirlo en voz alta, pero no confiaba en nadie más que Danilo para cuidar y querer a su hija, y aunque a su mujer no le agrade para nada la idea, en el fondo ambos lo sabían. Tarde o temprano iba a pasar.

—Callate nene, sos un buchón!

—¿Con el uruguayo? ¿Danilo el uruguayo?

—Si— respondieron ambos a la vez.

—Si ese niño lo crié yo, me gusta para vos, pero no me gusta el hermano así que ojo ¿Me escuchaste? Te corto todo si me entero que se andan juntando con ese nido de ratas.

—Si pa, a Dani no le gusta ese ambiente, tranqui que está todo bien.

En eso, un ruido seco se escuchó detrás de ellos, deteniendo su andar. El hombre miró fijamente a ambos chicos y luego, en un rápido movimiento saco su pistola apuntando hacia el ruido.

—Eh! ¿Qué pasó? ¿Te querés linchar a tu hermano?— un sonriente y divertido Tivi se hizo ver entre los viejos árboles que habían allí. Todos soltaron risas y fueron a abrazarlo fuerte.

—¿ Te fugaste? Cómo no avisas pelotudo.

—No sabía, ahí sabes cuando entras pero no cuando salís.

𝐀𝐍𝐆𝐄𝐋//ᵈᵃⁿⁱˡᵒ ˢᵃ̃ⁿᶜʰᵉᶻ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora