Thaddeus se encontraba caminando por los pasillos de la academia, siguiendo apresuradamente a Celine, quien parecía conocer el laberinto de pasillos como la palma de su mano. Para Thaddeus, todo era una maravilla fuera de lo común y apenas creíble. Aunque sentía emoción por explorar lo desconocido, no podía apartar de su mente a su familia y como había pasado todo. Se sentía sumido en una profunda tristeza, como si una parte esencial de su alma hubiera sido arrancada de su cuerpo con una crueldad despiadada e implacable. Era una sensación desgarradora, como si su ser estuviera incompleto, vacío, y la profunda herida en su interior no encontrara alivio. Cada rincón de su existencia parecía haber sido invadido por un dolor punzante y persistente, que se apoderaba de él con una intensidad que parecía casi física.
La magnitud de su soledad era abrumadora, y la idea de estar completamente solo en el mundo le resultaba casi inconcebible. Su mente luchaba por asimilar la realidad de la situación, y cada pensamiento que atravesaba su conciencia parecía darle vueltas a la misma pregunta atormentadora: ¿De verdad estaba solo en el mundo? La angustia se profundizaba al pensar en la posibilidad de que nunca más volvería a ver a su familia. Cada recuerdo de momentos compartidos, de risas y abrazos, se sentía ahora como un cruel recordatorio de lo que había perdido, intensificando aún más su dolor.
—¿Te encuentras bien, Thaddeus? —preguntó Celine, notando la expresión triste y apocada en su rostro.
—Eh, sí, estoy... bien —respondió él, aunque una mueca se asomó en su cara, delatando lo contrario. No estaba bien, pero tampoco sentía la confianza suficiente para admitirlo frente a Celine, una chica que apenas conocía y con quien no había tenido el mejor de los comienzos—. ¿A dónde me estás llevando, Celine? Llevamos caminando mucho tiempo y parece que nunca vamos a llegar a nuestro destino. Ya estoy cansado.
—Calma, ya pronto llegaremos. Solo ten un poco de paciencia —dijo Celine con una sonrisa tranquilizadora—. Este lugar es enorme, tanto que a veces me toca salir con horas de anticipación para llegar a tiempo a mi clase de las siete.
Thaddeus soltó un suspiro y miró a su alrededor. Los pasillos parecían interminables, envueltos en sombras y con paredes altas que parecían cerrarse sobre él. El aire se sentía denso, y cada paso que daba le pesaba más que el anterior. La incertidumbre y el cansancio comenzaban a agotar su paciencia. Ellos ascendieron por las escaleras, el sonido de sus pasos resonando en las paredes de concreto mientras se dirigían al decimotercer piso. A medida que subían, el ambiente se volvía más denso con el eco de murmullos y el suave roce de telas.
Al llegar al piso deseado, la escena que se desplegaba ante ellos era de un agitado bullicio: una multitud de personas vestidas en elegantes trajes negros y túnicas se movía de un lado a otro con una precisión meticulosa, como si cada movimiento estuviera coreografiado para mantener un orden invisible en medio del caos. Le recordó a cuando iba a la iglesia y miraba a los sacerdotes y a sus semejantes. Odiaba eso.
— Hemos llegado al fin, Thaddeus.
Celine se detuvo frente a una imponente puerta de mármol negro que parecía absorber la luz a su alrededor. Sus dedos se posaron sobre el frío mármol y, con un leve toque, golpeó la puerta dos veces. Después de un largo minuto de espera, la puerta se abrió lentamente, revelando un umbral que parecía invitar a entrar en un mundo diferente. Celine se apartó con un gesto de respeto, en una señal que indicaba a Thaddeus que podía pasar primero.
—¿Tengo que entrar? —preguntó Thaddeus, mirando la puerta con nerviosismo.
—Por supuesto —respondió Celine con una sonrisa alentadora—. Vamos, hazlo, chico. No habrá un monstruo que te coma allí dentro, a menos que estemos hablando de un futuro donde ella se convirtió en una serpiente gigante porque no tomó las pociones que la mantienen como humana, o simplemente... sea un futuro donde nada ocurrió. Hay muchos futuros, y cada uno tiene un desenlace diferente.
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CAMINOS DE SANGRE
FantasyEn un mundo donde las historias de terror narran la posesión demoníaca, pocos han considerado los horrores que acechan en la noche. Esa noche oscura y silenciosa, capaz de infundir terror en cualquier ser viviente, es el escenario de un misterio pro...