PRIMERA NOCHE: PRESAGIO

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Después de unos largos minutos de expectativa y cuchicheo, la puerta del aula se abrió con un chirrido pesado. Entró el nuevo profesor, un hombre que parecía estar completamente desorientado. Su aspecto cansado y desaliñado sugería que el compromiso de enseñar esa clase se le había pasado por alto hasta el último minuto. Parecía como si hubiera sido despertado bruscamente de un sueño profundo y cómodo en su oficina de profesores, por una alarma que lo sacó de su estado de somnolencia.

Se frotó los ojos con pesadez y caminó hacia el escritorio al frente del salón, estirándose y bostezando mientras intentaba recuperar su compostura. La falta de entusiasmo era evidente en cada uno de sus movimientos. Con un esfuerzo visible, se enderezó detrás del escritorio y dirigió una mirada adormilada a los estudiantes.

— Buenos días —dijo con una voz que aún arrastraba vestigios de sueño—. Soy el profesor Maximo, y hoy veremos... —se detuvo un momento, como si tuviera que recordar qué era lo que se suponía que debía enseñar—, sí, la historia y técnicas de caza...No, esperen, era demonología.

El profesor Maximo dejó escapar un suspiro, intentando despejar las brumas de su sueño mientras se preparaba para comenzar la clase. Los estudiantes intercambiaron miradas de sorpresa y diversión, sabiendo que la primera impresión del profesor no auguraba una clase particularmente dinámica.

— Empezaremos con algo simple —anunció el profesor Hayes, su voz aun arrastrando el peso de la falta de sueño—. Vamos a trasladarnos al salón que se encuentra detrás de esa pared. No tengo permitido llevar a los nuevos estudiantes allí, pero como no soy un profesor legalmente contratado, no me pueden despedir por no seguir las reglas.

Los estudiantes intercambiaron miradas de sorpresa y expectación ante la peculiar propuesta del profesor. El hecho de que mencionara una posible transgresión a las normas ya les parecía una aventura en sí misma. Thaddeus, aún absorto en sus pensamientos sobre la chica del velo, sintió un leve cosquilleo de anticipación al escuchar las palabras de Maximo.

Celine, por otro lado, se inclinó ligeramente hacia Thaddeus y murmuró con una mezcla de diversión y curiosidad:

— Parece que hoy vamos a tener una clase poco convencional. ¿Te imaginas qué puede haber detrás de esa pared?

— ¿No deberías saberlo tú? Llevar tres años en este lugar debería darte al menos una idea de qué hay detrás de esa puerta —comentó Thaddeus con un tono de picardía, lanzando una mirada inquisitiva a Celine—. Ni siquiera deberías estar aquí. ¿No tienes clases?

— No seas tan aburrido, Thaddeus —dijo, dándole un pequeño codazo en el brazo—. Parte de la diversión está en descubrir las cosas por uno mismo. Además, siempre hay algo nuevo por aprender, incluso para los que llevan tiempo aquí.

Thaddeus asintió, intentando compartir el entusiasmo de Celine. Aunque aún estaba absorbido por la impresión que Victoria le había dejado, no pudo evitar sentir un pequeño impulso de emoción ante la perspectiva de explorar un lugar que, aparentemente, estaba fuera de los límites para la mayoría. El profesor Maximo hizo un gesto para que los estudiantes lo siguieran y se dirigió hacia una pared en la parte trasera del aula. Allí, apartó una estantería que ocultaba una puerta secreta. La revelación de la entrada oculta aumentó el murmullo de los estudiantes, que se agolparon cerca para observar.

Con un crujido, el profesor abrió la puerta, revelando un pasillo oscuro que se extendía hacia el interior del edificio. El aire parecía más denso y frío en ese pasillo, aumentando el sentido de misterio. El profesor hizo una señal para que los estudiantes entraran, y uno a uno comenzaron a atravesar la puerta. Thaddeus, con una mezcla de curiosidad y cautela, siguió a Celine y al resto de los estudiantes por el pasillo, preguntándose qué secretos podrían estar esperando al final de ese oscuro y enigmático trayecto.

CAMINOS DE SANGREDonde viven las historias. Descúbrelo ahora