Victoria había pasado sus dieciocho años de vida en la mansión Lith, un lugar donde las emociones estaban encerradas bajo una capa gruesa de reglas, tradiciones y un control casi absoluto. Desde el momento en que nació, le enseñaron que el más leve atisbo de emoción era considerado un fracaso, una debilidad imperdonable que traicionaba el legado de siglos que su familia se empeñaba en mantener. Bajo ese yugo, jamás lloró, jamás rió, y la palabra "miedo" no existía en su vocabulario. Sus sentimientos fueron disciplinados, moldeados y reprimidos hasta ser prácticamente inexistentes.
Sin embargo, en ese preciso momento, mientras escapaba de la mansión, Victoria sentía algo nuevo e incontrolable: un miedo visceral, una fuerza que oprimía su pecho como si estuviera a punto de explotar. Cada paso que daba a través del bosque, con las ramas crujientes bajo sus pies, le hacía sentir más vulnerable, más humana. Su corazón, normalmente constante y calculado, comenzó a latir con una velocidad y una intensidad que nunca había experimentado. Los árboles a su alrededor parecían más oscuros, más imponentes, y la sombra de la inminente catástrofe que sabía que se avecinaba la ahogaba más con cada respiración.
A su lado, Sebastián corría con ella, esforzándose por seguirle el paso. Pero a pesar de su compañía, Victoria se sentía sola, más sola de lo que jamás había estado.
De repente, sus pies se detuvieron bruscamente. Un dolor agudo, como un puñal invisible, le atravesó el estómago. Nunca había sentido algo así antes. Era como si su cuerpo, entrenado para la perfección y la resistencia, la traicionara. Respiraba agitadamente mientras sus ojos recorrían el horizonte desesperadamente, buscando la torre que debía estar allí. Pero la torre no estaba. Solo un vacío desolador.
El miedo se convirtió en pánico. Algo que Victoria nunca había conocido, y ahora la estaba devorando desde dentro.
—Esto es una maldita pesadilla —murmuró, aunque su voz vibraba con desesperación—. La torre no está, Sebastián. —Sus manos temblaban mientras se llevaba los dedos al cabello, enredándolo con frustración—. ¡Maldición!
Sebastián la observó en silencio durante unos segundos, tratando de mantener la calma a pesar de que sabía lo que significaba esa ausencia. Intentaba procesar lo que veía: una Victoria vulnerable, desmoronándose frente a sus ojos. Un ser que siempre había sido inquebrantable, ahora rota ante la posibilidad de que todo lo que habían temido durante años se hubiera hecho realidad.
—Cálmate, por favor, Victoria. Te ayudaré a encontrar una solución —dijo Sebastián con la voz firme pero suave, tratando de anclarla en el momento.
—¡¿Una solución?! —exclamó ella, casi histérica—. ¡¿Crees que hay una solución para esto?! ¡Por supuesto que no!
Su voz resonó entre los árboles como un eco desesperado. Las palabras cargadas de impotencia perforaron el silencio que había caído sobre el bosque. Su cuerpo, rígido por tanto tiempo, se inclinó hacia adelante, como si ya no pudiera soportar el peso de todo lo que sucedía. Ella, que nunca había permitido que la duda o la debilidad la tocara, ahora se estaba desmoronando.
Sebastián guardó silencio por un momento, sus ojos posándose sobre Victoria con una mezcla de comprensión y dolor. Sabía que esto era más que solo la desaparición de la torre o el inminente peligro que representaban los demonios. Cada lágrima no derramada, cada temblor de sus manos, reflejaba una lucha interna que ella había estado librando durante años, una batalla silenciosa que él solo ahora comenzaba a ver. Victoria, la invulnerable, estaba sufriendo.
—Hay una solución —dijo finalmente Sebastián, su voz más baja, casi vacilante—. Pero no va a ser fácil.
Victoria lo miró, sus ojos llenos de incertidumbre, algo que jamás había permitido mostrar. Aunque no lo preguntó, el miedo a lo que Sebastián podría sugerir era palpable.
ESTÁS LEYENDO
CAMINOS DE SANGRE
FantasyEn un mundo donde las historias de terror narran la posesión demoníaca, pocos han considerado los horrores que acechan en la noche. Esa noche oscura y silenciosa, capaz de infundir terror en cualquier ser viviente, es el escenario de un misterio pro...