En el bullicioso corazón de la gran ciudad, en una esquina oscura y menos transitada, se encontraba un hombre encapuchado, cubierto de pies a cabeza con una capa negra que solo dejaba al descubierto sus ojos oscuros y penetrantes. El aire estaba cargado de humo mientras el hombre, conocido como Máximo, fumaba un cigarrillo con paciencia calculada. Su mirada no dejaba de moverse, escrutando cada figura que pasaba, en espera de la persona que necesitaba ver. Aquel hombre era una leyenda viviente entre los cazadores de demonios, temido y respetado por su método implacable y preciso para erradicarlos. Su reputación se había forjado a lo largo de años de batallas y persecuciones en las sombras, donde se había demostrado ser un enemigo mortal para cualquier criatura del inframundo.
En medio de la espera, el ambiente se tornaba cada vez más tenso. De repente, una figura elegante emergió de la multitud, avanzando con una gracia y seguridad que llamaban la atención. Era una mujer, vestida con una larga falda negra que rozaba el suelo a cada paso. Su porte distinguido se complementaba con un sombrero de ala ancha que enmarcaba su rostro, dándole un aire de misterio. Un pequeño bolso colgaba despreocupadamente de su hombro, contrastando con la precisión de sus movimientos. Ella se acercó a Máximo, quien apagó su cigarrillo con un movimiento decidido y levantó la vista para encontrarse con la suya. La mujer, cuyos ojos reflejaban una mezcla de determinación y secretismo, se detuvo a su lado.
—¿Puedo saber qué diablos estás haciendo aquí, Máximo? —dijo ella mirando a su alrededor, con evidente preocupación en sus ojos—. Sabes que nadie puede saber de mí.
—Tranquila, Thalía. Nadie sabe de ti. Estoy aquí por algo más —respondió Máximo, su voz baja y segura, casi un susurro. Hizo una pausa para asegurarse de que no había nadie escuchando—. Dentro de esa cafetería donde estuviste hace unos minutos, hay un demonio con la apariencia de un mortal. Necesito acabar con él antes de que robe el cuerpo de otro inocente.
—¿Qué?
Thalía frunció el ceño, su mente trabajando rápidamente para asimilar la situación. Sus manos se apretaron alrededor de su pequeño bolso, mostrando su creciente tensión.
—¿Por qué no me lo dijiste antes? —preguntó, tratando de mantener la calma.
—No había tiempo, Thalía —dijo Máximo, con una nota de urgencia en su voz—. Además, necesitaba tu ayuda. Este demonio es más astuto de lo que parece. Para poder derrotarlo, necesito que uses tus habilidades. Tú eres la única que puede debilitar su posesión sobre el cuerpo que está usando.
—Máximo, sabes muy bien que ya no me involucro con demonios. Desde lo que sucedió la última vez, dije que no volvería a este mundo —Thalía estaba por darse la vuelta, pero Máximo la detuvo al tocarle el brazo.
—Por favor, Thalía, entiendo lo que sucedió aquel día, pero... no puedes permitir que alguien más salga herido. Últimamente los demonios están ganando mucha fuerza —su tono era suplicante, sus ojos mostraban una mezcla de urgencia y desesperación.
Thalía suspiró, su resolución tambaleándose. Finalmente, asintió con resignación.
—Muy bien, haremos esto rápido. No quiero quedarme aquí más de lo necesario.
Sin más palabras, ambos comenzaron a moverse hacia la entrada de la cafetería, sus pasos sincronizados y sus sentidos alerta. La tensión entre ellos era palpable, pero la misión requería su total concentración.
—Te agradezco tu ayuda —dijo Máximo en voz baja mientras avanzaban.
—Solo guarda silencio —replicó Thalía, su voz cortante y firme.
La cafetería estaba llena de clientes, completamente ajenos a la batalla sobrenatural que estaba a punto de desatarse en su interior. Máximo y Thalía se detuvieron en la entrada, escaneando el lugar en busca del demonio. Sus miradas se encontraron brevemente, compartiendo un momento de silenciosa comprensión. Sabían que el tiempo era crucial y que cualquier error podría ser fatal.
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CAMINOS DE SANGRE
FantasyEn un mundo donde las historias de terror narran la posesión demoníaca, pocos han considerado los horrores que acechan en la noche. Esa noche oscura y silenciosa, capaz de infundir terror en cualquier ser viviente, es el escenario de un misterio pro...