Nuevamente estaban los dos callados en el automóvil, el pianista sentía que vomitaría por la sencillez con la que ese hombre lo llevaba y traía cual si fuera un muñeco.
— ¿No te has divertido lo suficiente?
— No, ¿y tú?
— Yo si, déjame ir.
Las luces rojas frenaron el tráfico y Jun Wu volteó a ver a su copiloto, el cielo se estaba nublando, así que la luz del día era más tenue, dejando a la vista ese destello rubí que le gustaba del otro. Se inclinó hacia él y susurró a su oído.
— Esta noche es de los dos. Si después de ello quieres marcharte, te dejaré hacerlo.
Hua Cheng se sorprendió ante esas palabras mientras volvían a ponerse en marcha. Por un lado, así se quitaría de encima a ese lunático, pero muy en el fondo sabía que no deseaba irse, parecía que comenzaba a gustarle esa persona.
— Esta bien...
De nuevo el silencio reinó completamente en el interior cálido del automóvil, el azabache se abrazó a sí mismo pues empezaba a sentir más frío por el estado deplorable de su cuerpo, algo que no pasó desapercibido por Jun Wu quien se retiró el saco para dárselo al menor.
El músico no estaba en condiciones de rechazar la oferta, así que lo tomó para ponérselo sobre la ropa. El aroma del otro estaba impregnado en la tela, algo que complacía en silencio a su ahora portador, sintiendo un cobijo extraño en la piel y el corazón.
En cuanto llegaron, la mirada carmesí barrió el lugar para después voltear a mirar al contrario con una sonrisa burlona.
— ¿Me sacaste de la ciudad? ¿Eso no es un rapto?
— Así nadie sabrá dónde buscarte.
El farmacéutico rio mientras bajaba del auto y ayudaba al otro a salir también.
— Este es el único sitio que nadie conoce de mí, ni siquiera Wen.
— ¿Y tu Mei?
Ambos se quedaron de pie en el espacioso jardín donde habían aparcado, mirándose de una manera intensa pero incómoda. El mayor fue el primero en hablar, carraspeando antes de responder.
— He dicho que nadie, eres el primero que traigo aquí, Xueyu Tanhua.
Jun Wu tomó la mano más fina y lo dirigió adentro de aquella casa. Aunque era lujosa, guardaba el encanto simple de un inmueble fuera del bullicio de la ciudad.
Cuando entraron, lo primero que Hua Cheng observó fue un hermoso piano negro, por lo que se zafó del agarre y se acercó a él para acariciarlo como si fuera lo más delicado que hubiera visto. Sus manos no evitaron alzar la cubierta de las teclas y presionó algunas para deleitarse con el sonido que evocaban.
— Es precioso...
Los ojos oscuros siguieron de cerca los comportamientos ajenos, veía que realmente al chico le encantaba la música, por lo que no entendía por qué muchas de sus melodías parecían querer desgarrar el cielo junto con ellas.
— ¿Quieres tocar un poco?
Hua Cheng no frenó su comportamiento infantil, asintiendo efusivamente para después sentarse en el largo taburete delante del instrumento musical. El mayor se dirigió a la chimenea que estaba en la habitación y la encendió para luego sentarse al lado del pianista.
Los dedos ágiles paseaban sobre las teclas con una calidez inusitada pero siempre con precisión, Jun Wu no podía negar el embrujo que causaba en él aquella manera de hacer música y la manera en que Xueyu Tanhua cambiaba su semblante a uno de total concentración mientras tocaba.
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JunHua. La melodía que envuelve el misterio
FanfictionJun Wu, un prominente empresario en el mundo de la farmacéutica, vivía en el constante agobio del trabajo, sin una vida personal que realmente valiera la pena. Su límite llegó justamente cuando el estrés fracturó su salud y los médicos solicitaron q...