Cyberpunk - La caída de Ícaro

Capítulo 15 (Parte 2)

Capítulo 15 (Parte 2)

"Sí, simplemente rodando en mi bolsillo..." Ramírez miró con tristeza sus ahorros y, con un profundo suspiro, guardó el chip nuevamente en su mochila para evitar torturarse más al verlo.

Últimamente no ha habido trabajo, o mejor dicho, nada que se ajuste a su perfil. Todos los conciertos algo rentables ya habían sido conseguidos por equipos que se habían hecho un nombre entre los fixers. Para un lobo solitario como Marco, no parecía quedar nada que considerara digno. No le gustaba involucrarse en asesinatos u otros trabajos oscuros, especialmente después de un incidente en el que toda la culpa recayó sobre él.

La pandilla "Animales" había pasado unas dos semanas persiguiendo a un latino tan audaz. Cuando finalmente lo encontraron, lo interrogaron con la mayor severidad. Las costumbres inusuales de la pandilla le permitieron superar esta complicada situación defendiendo su vida en un duelo. Al final, el chico incluso logró recibir una invitación para unirse a ellos, pero el joven sabiamente rechazó la oferta. Convertirse en un gorila animado no era algo que le entusiasmara mucho.

Las pandillas de Night City son gente bastante peculiar. Todos se adhieren a algo singular y al mismo tiempo se imitan inconscientemente unos a otros, haciendo que sus diferencias sean bastante insulsas. Todos los grupos de la ciudad se esfuerzan por lo mismo: ganar dinero y elevar su estatus entre los demás, exaltándose así por encima de otras personas. En este sentido, los "Voodoo Boys" y "Maelstrom" son más excepciones a la regla general que contribuyentes a las estadísticas citadas. Los primeros no hablan mucho de sí mismos, y mucho de ellos parece un tonto mito urbano que, por alguna razón, sigue circulando por las calles, mientras que los segundos son ciberfanáticos, obsesionados con el metal que implantan sin cesar en sus cuerpos. Son una especie de adictos al cromo con una petaca que silba en lugar de cerebro.

Frustrado, Marco revisó su correo personal una vez más y confirmó que nada había cambiado. No habían llegado nuevos mensajes, lo que significaba que el latino tendría que permanecer inactivo por un tiempo más. El aburrimiento apremiaba su mente y el apartamento vacío sugería fuertemente que era mejor pasear por las calles nocturnas de Night City que quedarse sentado sin hacer nada. El joven se puso la chaqueta y cogió también su pistola, que podía esconderse cómodamente bajo el brazo, a diferencia de las armas más voluminosas. Los policías de la ciudad no prestaban mucha atención a las personas armadas, pero, comprensiblemente, atraían más escrutinio. Además, estaba el elemento sorpresa, que haría que cualquier posible atracador se lo pensara dos veces.

Esto era exactamente lo que Marco pretendía hacer. No, no recibir dinero de la gente común, sino de los bandidos que tarde o temprano querrían robar a un tipo solitario que deambula pacíficamente por los barrios más famosos de Santo Domingo.

La máscara cubría perfectamente su rostro, impidiendo que otros reconocieran en él al "fantasma" que había estado limpiando las calles de todo tipo de escoria durante los últimos tres meses. Últimamente, esto incluso había empezado a generar más dinero que los raros trabajos de reparadores, buscar algo o entregar a alguien, que el tipo hacía ocasionalmente.

"Hace bastante frío hoy", Ramírez sintió que el aire frío rozaba incómodamente las partes expuestas de su cuerpo, y sus raras ráfagas le helaban desagradablemente las palmas. Tuvo que meter rápidamente las manos en los bolsillos, de lo contrario, existía la posibilidad de que sus dedos se congelaran por completo.

Al latino le tomó alrededor de media hora encontrarse con los primeros posibles blancos fáciles, quienes miraban de manera demasiado obvia al joven solitario que se dirigía lentamente hacia el motel "Las Palapas". Este lugar era conocido por su abrumadora frecuencia de robos "al azar", que a menudo terminaban en el asesinato de otro viajero solitario que buscaba alojamiento barato en Arroyo.