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Callie

Recogimos a Cameron de camino y pese a que me ofrecí a ponerme detrás, insistió en que no era necesario.

—Esta camioneta es más grande que mi coche. Estaré bien aquí aunque agradezco mucho tu oferta, pequeña Callie.

—¿Pequeña Callie? —pregunté volviéndome hacia él.

—Bueno, eres un pequeño y hermoso hobbit.

—¡No soy tan baja!

Su risa se unió a la de Devon por mucho que este intentó disimular.

—No te oigo quejarte por lo de hermosa.

—Me has llamado hobbit. Nada de lo que digas ahora me hará olvidarlo.

—Por supuesto que sí. Confía en mí en eso.

Ese era el tema. Yo no confiaba fácilmente, sin embargo, había puesto mi vida en manos del chico que conducía a mi lado.
Había creído en él, en que estaría a salvo bajo el techo de su casa y más importante aún, él depositó su confianza en mí al hacerlo y permitirme vivir junto a su madre y su preciosa hijita.

—No prometo nada.

Me mantuve en silencio el resto del camino mientras les escuchaba hablar sobre estrategias para el próximo partido de las que no entendí siquiera la mitad, pero igualmente me gustó el sonido calmado de sus voces, incluso cuando bromeaban entre ellos.

Una vez en la universidad, caminé con Devon mientras Cameron iba en dirección contraria. No tenía ninguna de mis clases con él, así que posiblemente solo lo vería de nuevo a la hora de comer y a la vuelta cuando nos fuésemos a casa.

—Hoy tenemos sesión de estudio en la biblioteca.

—Lo sé.

—Sí, lo que quiero decir es que Cam vuelve luego con nosotros. ¿Qué hará mientras tanto?

—Conociéndole, lo más seguro es que encuentre un modo de mantenerse ocupado hasta entonces.

No quise preguntar a qué se refería porque no era asunto mío.

—¿Pudiste estudiar algunas de las notas que te di?

—Sí, y me ayudaron bastante.

—Me alegra saber eso.

Seguimos caminando hacia nuestra primera clase cuando sentí que estábamos siendo observados.

—Joder.

De pronto la mano de Devon estaba sujetando la mía y tiraba de mí para que avanzáramos más rápido.

—¿Qué ocurre? —pregunté mientras intentaba no matarme siguiéndole el ritmo.

—Vamos a llegar tarde.

—No es verdad.

Traté de detener el paso, pero fue imposible. Ni siquiera tenía que caminar. Él podría perfectamente arrastrarme por el pasillo sin sudar siquiera un poco.

—Devon...

—Están hablando de nuevo.

Entonces me permití escuchar y maldita sea, era cierto. Pensé que eso había quedado atrás después de que hablase con él aquella vez al terminar su entrenamiento.

Llegamos a nuestra clase y siguió tirando de mí hacia las mesas del fondo dónde finalmente me soltó antes de dejarse caer en una de las sillas.


Devon

Ignoré su mirada confundida y empecé a sacar mis cosas de la mochila.
Otros alumnos entraron en el aula y podía sentir sus ojos sobre nosotros.

Imperfecto romanceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora