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Devon

Ella apenas había cenado antes de retirarse a su habitación.
Compartí una mirada con mi madre, quien como yo, la observaba con preocupación.

Había estado con nosotros las dos horas que Cameron se la pasó tirado en el suelo jugando con Ash, incluso había sonreído cada vez que mi niña se carcajeaba.

Pero algo en ella empezó a apagarse después de acostar a Callie.
Cameron había venido conmigo y por supuesto el gato del demonio nos siguió también, tomando su lugar a los pies de Ashley cuando la metí en la cuna y la tapé.

Según mi madre, el animal no se separaba mucho de la bebé y esta estaba encantada de tener un nuevo amiguito.

Ajusté la puerta a mi espalda y encaminé hacia las escaleras cuando mi amigo me detuvo.

—¿Qué pasó?

—No lo sé. La encontré fuera de la biblioteca llorando, aunque no quiso decirme nada cuando le pregunté, y durmió durante todo el camino hasta aquí.

—¿Crees que alguien le dijo algo? Hace semanas que los rumores entre vosotros se detuvieron, pero también hubo comentarios bastante malintencionados. Eres un tipo popular, y que te mostraras interesado en la nueva no gustó a algunas chicas.

—¿Es una broma? ¿Por qué demonios no me lo dijiste?

—Nadie le hizo nada a ella y finalmente todo se terminó, pero ahora estáis estudiando juntos y vive en tu casa. Es cuestión de tiempo que esto último sea de conocimiento público.

Era cierto. Y una vez que se extendiera...

—Ella no es Leyla.

Las palabras de mi amigo golpearon justo en el pecho.
No. Callie no era Leyla.
Ella no hubiese soportado los cotilleos ni rumores.
No había sido fácil para mi chica cuando empecé realmente a tomarme en serio lo de jugar.

Con cada entrenamiento y posterior partido, mi cuerpo cambió volviéndome ancho y musculoso. También obtuve algunas admiradoras bastante agresivas a las que no les preocupaba, ni importaba, que tuviese novia y solo la mirase a ella.

Leyla era insegura y eso había generado algunos problemas entre nosotros.
Cuando quedó embarazada, ambos nos asustamos mucho, pero con el paso de los meses y viendo que yo seguía a su lado sin vacilar, se tranquilizó.
Y después...

Cerré los ojos tratando de borrar de la  mente el momento en que ella exhaló su último aliento.

Desde entonces algunas chicas se habían acercado, incluso cuando no estaba interesado. Y después llegó Callie.

La imagen de ella en el suelo cuando la golpeé sin querer tratando de evitar que el balón le diese de lleno me había perseguido durante días y noches.

Nunca había visto unos ojos tan expresivos.
Y cuando ella se levantó con toda la dignidad que reunió, como si nada hubiese ocurrido, no pude evitar tomarle el pelo.
Esa chica, sin saberlo, me hizo sonreír de verdad por primera vez en mucho tiempo.

Fuera lo que fuese que trajo lágrimas a sus ojos, la haría olvidarlo.
Le devolvería las ganas de sonreír.
Quería...

—Devon...

—Tienes razón. No es Leyla.

—Sé que hace tiempo que no hablamos de ella. Desde la noche en que nació Ash.

Sí. Había pasado tiempo desde entonces.

—Tal vez en otro momento.

Sabía que Cameron quería insistir, pero mantuvo las palabras para sí mismo.
Volvimos a la cocina dónde mi madre y Callie estaban terminando de recoger la mesa.

Imperfecto romanceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora