EPILOGO

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Callie

Estaba nerviosa. No sé como Devon podía mantenerse tan sereno a mi lado. Era su futuro el que se decidía esa noche.

Habíamos estado ese último año juntos y ahora nos encontrábamos en una sala con un montón de jugadores más esperando a ver que equipo los elegía.

Tras una cena que casi no pude engullir, me senté allí tratando de calmar mi respiración y transmitir algo que no sentía.

Los meses anteriores habían sido hermosos.

Nuestra relación era bastante sólida, pero me preocupaba que según el destino al que le mandarán, eso podría cambiar.

Siempre me tranquilizaba diciendo que Ashley y yo iríamos con él, pero también sabía que no quería estar lejos de su madre. Y lo entendía.

Mi relación con mi padre había mejorado muchísimo e incluso hacíamos planes a veces sin Cam, quien aunque fingía ofenderse, estaba feliz por nosotros.

Habíamos tenido algunos problemas con los padres de Leyla, que aunque no lo dijeron abiertamente, no estaban de acuerdo en que Devon estuviera en otra relación tan pronto. Y menos en una que parecía tan permanente.

Finalmente se habían calmado. Era obvio que temían que lo que teníamos acabase manteniendo lejos a Ashley de ellos. Eso no iba a pasar mientras quisieran estar en su vida.

Cuando el teléfono sobre la mesa empezó a vibrar, mis manos sudaban tanto que ni siquiera la tela del vestido que llevaba lo absorbía.

Tomando una de mis manos en la suya, Devon descolgó el teléfono con la otra.

—¿Diga?

—Bienvenido a los Dallas Jackals, Brennan. Estamos deseando trabajar contigo.

—Gracias, señor.

Colgó la llamada y se volvió hacia mí.

—Dallas, cariño. A solo una hora de casa.

Estoy segura de que grité, pero no podía importarme menos.

Devon cumpliría su sueño, pero este no nos mantendría alejados de nuestra familia.

Devon cumpliría su sueño, pero este no nos mantendría alejados de nuestra familia

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Devon

Maldita sea, estaba emocionado. Lo había conseguido. Todo mi esfuerzo mereció la pena.

Y tenía a mi chica aquí, conmigo. Lista para celebrarlo a lo grande.

Tal y como cruzamos la puerta de la habitación del hotel, la empujé contra ella y levanté la parte inferior del vestido con el que me había estado torturando toda la noche.

No fue sencillo lidiar con una erección la mayor parte de la velada.

Cuando mis dedos trazaron su ropa interior, dejé escapar un gemido al sentir la tela humedecida.

Imperfecto romanceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora