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Cam

Aparqué mi coche al lado del de Callie, que estaba junto a la camioneta de Devon.

Habían pasado unos días desde aquella noche en casa de mi amigo viendo una peli con él y Callie.

Adoraba a esa chica, y pese a lo que se pueda pensar de mí, no decía eso a menudo.

Sí, me encantaban las mujeres, no iba a negarlo, pero nunca había sentido un cariño especial por ninguna.

¿Pero Callie? Ella era algo distinto.
A simple vista no lo parecía, pero era divertida y teníamos gustos parecidos en cine.
¿No era genial? Si no la viese como a una hermana y no supiera que mi amigo babeaba por ella, quizá daría el paso.
Bueno, eso y que prefería a las mujeres mayores.
Lo que me llevaba precisamente a dónde estaba en ese momento. Tenía una cita y ella llegaba tarde.

Miré mi teléfono por quinta vez. Mi último mensaje no había obtenido respuesta y ya me temía que acabaría pasando lo mismo que las últimas dos veces. Me dejaría plantado.

Debería cortar por lo sano y olvidarme que alguna vez la conocí, pero no podía. No con ella.

Cinco minutos más tarde, me llegó su respuesta. No iba a venir. De nuevo.

Lancé mi teléfono al asiento del copiloto y golpeé el volante con ambas manos.

No podía seguir así.

Cuando finalmente sentí que estaba más calmado, recogí mis cosas y salí del coche.

Me acercaba al edificio principal cuando vi a un tipo paseando de un lado al otro mientras observaba atentamente la puerta.

—¡Eh, amigo! ¿Puedo ayudarte?

Tal y como me miró supe que no me gustaba. Había algo en él que me daba mala espina.

—¿Conoces a Callie Alexander?

¿Que tenía que ver ella con semejante individuo?

—Sí. ¿Quién eres?

—¿Dónde está?

—Posiblemente en clase. ¿Qué quieres de Callie?

—Eso no es asunto tuyo, niño bonito. He venido a verla. Tiene algo que me pertenece.

Sí, bueno. Ni de coña iba a dejarle que se acercase a mi amiga.

—No puedes quedarte aquí y avisaré a seguridad si no te largas ahora mismo. Puedes comunicarte con ella más tarde.

—¿Tratas de amenazarme?

—Te estoy dando un aviso.

Y no estaba de humor para ser amable.

Tardó un poco, pero se marchó, sin embargo yo no perdí el tiempo y llamé a Devon.

—Tío, estoy en clase.

—¿Y Callie?

—No sé. Vino en su coche. ¿Por qué?

—Había un tipo en la entrada preguntando por ella. Algo en él simplemente no me gustó.

—Me quedan cinco minutos de clase. Reúnete conmigo frente al teatro.

Colgamos la llamada a la vez y tras asegurarme de que el hombre no regresaba, me dirigí al interior.

Colgamos la llamada a la vez y tras asegurarme de que el hombre no regresaba, me dirigí al interior

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Devon

Me la jugué cogiendo la llamada, pero pensé que podría ser mi madre para decirme algo sobre Ash. Todo hasta que vi el nombre de mi amigo parpadeando en la pantalla.

Y ahora, mientras me dirigía hacia el teatro, no estaba mucho más tranquilo que cinco minutos atrás.

El recuerdo de esas llamadas que no respondió y que seguían insistiendo no se iban de mi cabeza. ¿Quién sería ese hombre misterioso?

No sabía mucho sobre Callie salvo lo que había aprendido de ella con el paso de las semanas observándola y pasando tiempo a su lado.

¿Pero antes de eso? Absolutamente nada.

¿Formaría parte ese hombre de su vida antes de mudarse?

No quería invadir su intimidad o preguntarle y hacerla sentir incómoda.
Me gustaría que saliese de ella el contarme sobre su vida, al igual que yo le conté sobre Leyla y Ashley.

Cam ya estaba allí cuando llegué.
Tenía la mirada fija en su teléfono, algo que le veía hacer bastante a menudo últimamente.

—Ey.

—¿Hablaste con ella? —pregunta centrándose en mi.

—No. Vine directo hacia aquí.

—Bueno, pues hay que buscarla. Ese tipo... Algo en él no me gustó, Devon.

No iba a discutir sobre eso. Si algo tenía claro sobre Cameron era que sabía juzgar muy bien a la gente.

La encontramos en su taquilla dejando unos libros.

—Hola, chicos.

—Callie.

Inmediatamente frunció el ceño y me preguntó con la mirada si sabía que le ocurría.
Que Cam no usara el apodo que tenía para ella era extraño, sobre todo, porque a pesar de lo mucho que solía decir que no le gustaba, en el fondo,  ambos sabíamos que mentía.

—¿Estás bien?

—Escucha, hay...

Un aviso en megafonía interrumpió sus palabras.

"Callie Alexander, preséntese en dirección. Tiene una visita. Repito. Callie Alexander, preséntese en dirección."

—¿Una visita?

Extrañada, se volvió para emprender el camino hacia dónde la esperaban cuando mi amigo la detuvo cogiéndola del brazo.

—Cam, ¿qué...?

—Había un hombre fuera cuando llegue y me preguntó por ti. Le dije que se marchara o llamaría a seguridad. Él... No puedo explicarlo, pero...

—¿Cómo era?

—No muy alto. Unos cuarenta y tantos, quizá. Medio calvo y desarreglado.

—Joder. Me ha encontrado.

Eso nos puso alerta a ambos.

—¿Quién te ha encontrado? ¿Quién es ese hombre?

A estas alturas no quise mantenerme al margen. Sus ojos reflejaban un terror que deseaba poder borrar para siempre.

—Tengo que irme. Tengo...

—¡Espera! Dinos qué está pasando.

—Tengo que recoger mis cosas de tu casa, Devon. Si ha dado conmigo aquí, es cuestión de tiempo para que sepa dónde vivo. No lo quiero cerca de Ashley o de tu madre o de vosotros.

—Oye, oye. Respira. ¿Quién es él? ¿Y qué quiere?

—Es... Es el hermano mayor de mi madre, y quiere que le dé la herencia que me dejó mi abuela. Dice que se la robé pero ella no quería... Ella le quitó de su testamento.

—Mierda. De acuerdo. Espera aquí y no le quites los ojos de encima.

Ambos miramos a Cameron mientras él sacaba el teléfono de su bolsillo y marcaba un número antes de ponérselo en el oído.

—Papá, necesito tu ayuda.

Imperfecto romanceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora