Devon
Si creía que había visto nerviosa a Callie antes, cuando el padre de Cam se presentó en mi casa para hablar con ella, fue mucho peor.
Y eso no fue todo. En cuanto este la vio parecía que ambos habían visto un fantasma.
Poco a poco y con paciencia, ella contó su historia.
Me apenó escuchar cómo nunca conoció a su padre y que perdió a su madre a la edad de diez años. Creció junto a su abuela y cuidó de esta cuando enfermó.
Tuvo que vender el hogar en el que había vivido toda su vida para poder estudiar donde quería, y todo esto, con la sombra de un tío que la llamaba y mandaba mensajes de forma constante para reclamarle algo que ya había estipulado su abuela que no merecía.
El señor Lewis, el padre de Cam, escuchó cada palabra y tomó nota, pero tanto su hijo como yo podíamos ver como cada vez que Callie contaba algo, se ponía más y más tenso.
Como abogado, y además de renombre, estaba convencido de que el tío de Callie no tenía ninguna posibilidad frente a él en el juzgado.
Por lo que dijo, la aconsejó para que no respondiera a ningún número de teléfono que no conociese y por supuesto, tampoco ningún mensaje de texto.
—Estoy esperando una llamada de mi casero para que me avise cuándo puedo volver al apartamento que alquilé.
—Ponte en contacto con él y dale otro número de teléfono donde pueda localizarte.
Iba a ofrecer el mío, pero mi madre se adelantó.
—Puede llamarme a mí, cariño. Y cualquier novedad te avisaré enseguida.
Vi como el señor Lewis le agradecía a mi madre con un gesto de cabeza.
Él había sido el mejor amigo de mi padre desde que ambos iban a secundaria, y era muy consciente de que no era fácil para él estar allí con nosotros porque le recordaba todas aquellas tardes que pasaron juntos en el jardín tomando una cerveza al final del día. O los fines de semana que se iban a pescar y normalmente regresaban sin nada porque ninguno de los dos tenía la menor idea de ello. O cómo construyeron una casa en el árbol en el patio trasero para que Cam y yo jugásemos allí.
Sin embargo, y pese a todo eso, sabía sin ningún tipo de duda, que cualquier cosa que necesitáramos, acudiría sin pensarlo.
Había demostrado que era un hombre correcto y de palabra desde el momento en que la madre de Cam los abandonó apenas este tenía un par de semanas de nacido.
Crió a mi amigo solo y nunca se quejó. Le dio una infancia llena de recuerdos increíbles, y a día de hoy, Cam sabía al cien por cien que su padre dejaría todo con tal de verle feliz.
—Gracias, señor Lewis.
—Eres amiga de mis dos chicos favoritos, Callie. Puedes llamarme Jake.
—De acuerdo.
—Ahora, si no os importa, me gustaría hablar a solas con Victoria.
No me extrañó, ni tampoco a Cam. Desde la muerte de mi padre se habían apoyado mutuamente en su dolor, por lo que cogí a Ashley que estaba en su sillita, y salimos al jardín.
Jake
—Entonces, ¿Qué está pasando?
Sonreí porque nada escapaba de esta mujer. Fue una de las cosas que más le gustaban a Luke de ella.
Pensar en mi amigo me provocó un dolor intenso en el pecho. Lo extrañaba muchísimo.
Entrar en su casa y no escuchar sus carcajadas mientras hacía reír a su mujer me destrozaba.
Habían pasado meses y aún así, todavía no podía creerlo.
Él siempre había sido el aventurero. Tiraba de mí cada vez que quería probar algo nuevo. Como si yo no fuese a seguirlo todas y cada una de ellas.
Hablamos largo y tendido durante su enfermedad cuando me negaba a creer que no se podía hacer nada y veía como las fuerzas y su vida desaparecían a pasos agigantados.
Y pese a todo nunca perdió la sonrisa. Se despidió de nosotros, queriendo que tuviéramos un buen recuerdo cuando ya no estuviera.
Y en ese momento, realmente le necesitaba porque me había topado de bruces con mi pasado y no sabía qué demonios hacer.
—¿Luke te contó alguna vez sobre Alicia Alexander?
Victoria se sentó frente a mí y dejó una cerveza fría sobre la mesa, lista para que yo la tomase, tal y como hubiera hecho mi amigo.
Un nudo se formó en mi garganta y reprimí las ganas que tenía de llorar y gritar por la injusticia de no tenerle aquí.
—Lo hizo. ¿Tiene ella algo que ver con Callie?
—Era su madre. Y creo... Creo que yo podría ser su padre.
Ella era la viva imagen de Alicia. Mismo color de cabello y rostro. También su nariz y el color de sus ojos. Pero tenía mi barbilla. La misma que había heredado Cam de mí.
Aquello había sucedido hacía muchos años. Mi matrimonio no iba bien, y pese a que finalmente me sorprendió que ocurriese, Rebecca me dejó al poco de nacer Cam.
No estaba arrepentido por haberle criado yo solo. No fue sencillo, pero Victoria y Luke estuvieron a mi lado en todo momento.
Una noche, durante un viaje para visitar a un cliente, entré en un bar y conocí a Alicia.
Ella era todo sonrisas y escuchó lo que tenía para decir.
Me encantó hacerla reír, y tras varias copas, subimos a mi habitación del hotel en el que nos conocimos.
Ella había estado allí celebrando un cumpleaños con unas amigas, pero acabó encontrándose conmigo y una cosa llevó a la otra.
Siempre había sentido un poco de envidia de cómo Luke tuvo tanta suerte al conocer a su mujer, y yo había terminado con Rebecca porque parecía lo más lógico. Habíamos salido durante dos años y la relación iba bastante bien, por lo que el siguiente paso era bastante obvio.
La cosa empeoró cuando yo tuve que trabajar más horas de las que ella quería, alegando que la descuidaba y que solo la quería para darle un hijo, algo que ni siquiera planeamos.
Al final, la relación se volvió tensa y todo el amor que nos tuvimos desapareció.
Con Alicia, sin embargo, sentí paz. Algo que no asociaba a mi vida entonces.
Después de una noche increíble, ella se despidió y yo me arrepentí enormemente por no darle mi número o pedirle el suyo.
Al volver a casa, Rebecca se marchó y nunca me permití pensar más en lo ocurrido esa noche después de sincerarme con Luke.
Pero ahora no me quedaba más remedio. Tenía que saber la verdad, aunque en el fondo estaba seguro. Callie Alexander era mi hija.
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Imperfecto romance
Любовные романыDevon necesitaba ayuda y lamentablemente solo una persona podía ayudarle. Esa era yo, Callie. Cuando le conocí nunca pensé que me encontraría deseando tenerle a mi lado. Me parecía arrogante y bastante creído, y supongo que él no tenía mejor impresi...