15. Metamorfosis

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Bakugo apagó la luz y cerró la puerta de la habitación de Kirishima con una suavidad que no parecía suya, tratando de hacer el menor ruido. Una vez que la puerta estuvo completamente cerrada, se quedó allí un momento, con la mano aún sobre la perilla, respirando acelerada y profundamente. Se apartó lentamente y comenzó a caminar hacia su puerta, pero no pudo llegar a ella; el pasillo pareció alargarse infinitamente de repente. Se apoyó contra la pared y miró sus manos. Estaban temblando. Nunca antes había visto sus manos temblar así, ni siquiera en las situaciones más peligrosas, ni siquiera cuando fue secuestrado por la Liga de Villanos. Sus dedos, normalmente firmes y seguros, ahora parecían incapaces de mantenerse quietos. Intentó cerrar los puños, pero el temblor persistía. ¿Qué demonios le estaba pasando?

Su mente estaba en caos. Una serie de pensamientos y emociones lo golpeaban como olas contra una bahía rocosa en una tormenta, dejándolo descompensado. Sentía como si estuviera al borde de un colapso. Sus piernas parecían ceder a la gravedad, temblaban incontrolablemente, apenas podían sostener su propio peso. Cada paso se volvía más difícil de dar, como si sus rodillas se doblaran bajo una presión invisible.

Su corazón latía desenfrenadamente en su pecho, como si intentara escapar de su jaula. Sentía una sensación de asfixia que lo dejaba jadeando. Su boca estaba seca, y cada respiración le rasgaba la garganta como papel de lija. Intentó tragar saliva, pero su garganta se sentía como un desierto. El sudor seco le perlaba la frente, y su piel ardía, ¿Tenía fiebre, estaba enfermo?. Se pasó una mano por el rostro, tratando de calmarse, pero el contacto solo exacerbó su ansiedad.

Recordaba la sensación al ver los labios de Kirishima pronunciando ese apodo estúpido, y cómo algo dentro de él había hecho clic. Había algo en ese momento, algo que lo había hecho sentir completo. Pero ¿por qué?. ¿Desde cuándo él, Katsuki Bakugo, había empezado a mostrar signos de... afecto? El beso que había dejado en la mejilla de Kirishima lo perturbaba profundamente, ¿de dónde había salido? Y lo más importante, ¿por qué se sentía de esa forma?.

El temblor en sus manos se extendía a sus labios, que ahora temblaban incontrolablemente. Se pasó la lengua por los labios resecos, pero solo encontró más sequedad. La sensación en su estómago era una vorágine, una mezcla de náuseas y un nudo apretado que lo hacía sentir como si fuera a vomitar. Quería gritar, quería golpear algo, pero estaba paralizado por una combinación de miedo y desconcierto que nunca antes había experimentado.

Claro, ya había aceptado su atracción por Kirishima, pero hasta donde él sabía, era una atracción meramente física y carnal. Nada de eso lo debería haber llevado a ese gesto tan íntimo y asquerosamente tierno. Mientras intentaba avanzar por el pasillo, Bakugo sentía su rostro arder, no de furia como cualquiera esperaría, sino de vergüenza. Estaba completamente rojo y fuera de sí. Estaba fuera de personaje, y eso lo enfurecía. No, lo confundía como nunca antes.

Su cuerpo estaba fuera de control, y eso lo aterrorizaba más que cualquier villano o batalla. No podía entender lo que estaba pasando, no podía racionalizarlo ni enfrentarlo como haría con cualquier otra amenaza. Estaba genuinamente asustado, asustado de sus propios sentimientos, asustado de la intensidad de su reacción. Era como si su propio cuerpo lo estuviera traicionando, revelando una vulnerabilidad que siempre había negado.

—Mierda... —murmuró, frotándose las sienes con desesperación. —¿Q-qué está pasándome?— dijo entrecortado, sintiendo cómo las lágrimas amenazaban con brotar. Pero no, no podía permitirse llorar. No él. No Bakugo Katsuki. No el héroe explosivo que nunca mostraba debilidad. Pero allí, en ese pasillo solitario, con su cuerpo temblando y su mente en caos, se sentía más frágil y humano que nunca.

Atracción explosiva: Kirishima y Bakugo, a través de sus ojosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora