12. Bakugo: Ardiendo por dentro

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🧡

El sol se filtraba por la ventana gigante de la maldita residencia, pero no había nada que pudiera suavizar mi mal humor matutino. Maldita sea, ¿por qué demonios tenía que ser sábado? Todos mis idiotas compañeros de clase estaban correteando como cucarachas, empacando sus estúpidas cosas para largarse de aquí y disfrutar de su jodido fin de semana. Algunos hasta iban a trabajar en sus patéticos trabajos de medio tiempo, otros simplemente se iban a holgazanear por ahí. Pero yo, por supuesto, tenía que quedarme plantado en esta maldita academia, atrapado en estas pruebas de mierda para obtener mi maldita licencia provisional.

Tomé un sorbo de mi café negro, necesitaba algo para mantenerme despierto en esta mañana de porquería. La comida era tan insípida como siempre, pero al menos llenaba el estómago. ¿Qué más se podía esperar de este lugar de mierda?

Esos idiotas charlaban y reían como si no tuvieran ninguna preocupación en el mundo, como si esta condenada academia fuera un campamento de verano en lugar de una prisión disfrazada de escuela de héroes. Me hartaba escuchar sus estúpidas voces, pero no tenía más opción que soportarlas. A veces me preguntaba por qué carajos seguía aquí, pero luego recordaba mi objetivo y apretaba los dientes con más fuerza.

Odiaba cada maldito segundo que pasaba en este lugar. Odiaba a esos inútiles, odiaba a los profesores, odiaba estas pruebas estúpidas y, sobre todo, me odiaba a mí mismo por estar atrapado en esta situación de mierda. Pero voy a demostrarles a todos que soy el mejor, que soy el puto número uno, aunque tenga que atravesar el infierno para lograrlo.

Así que ahí estaba, desayunando algo de mierda y preparándome mentalmente para otro día de pruebas y entrenamiento. No tenía tiempo para la diversión, no tenía tiempo para el descanso. Todo lo que tenía era mi determinación ardiente y orgullo, y eso era todo lo que necesitaba para seguir adelante.

¿Kirishima? ¿Qué demonios estaba haciendo ahora ese idiota? Ni siquiera podía tomarse el desayuno sin hacer un espectáculo de sí mismo. Lo vi corretear de un lado a otro como un pollo sin cabeza, subiendo y bajando las escaleras como si estuviera entrenando para una carrera. ¿Cuántas veces había subido y bajado ya? Cuatro, por lo menos, pero claro, no es que estuviera contándolas.

Y para colmo, se veía particularmente ridículo esa mañana, con el cabello alborotado y una expresión de energía excesiva en su rostro. No puedo creer que haya gente que encuentre eso atractivo. Pero bueno, supongo que hay gustos para todo, incluso para los idiotas con el cabello alborotado.

No entendía qué le pasaba a ese tipo a veces. Siempre estaba tan animado y lleno de energía, como si estuviera tratando de compensar su falta de cerebro con puro entusiasmo. Pero supongo que eso es lo que hace que sea tan difícil de ignorar. A veces, en los momentos más inesperados, logra sacarme una sonrisa, y sí, tal vez no es tan terrible. Para nada exagero cuanto odio este lugar y a esta gente de mierda...

En fin, no tenía tiempo como para perderlo pensando en ese imbécil. Tenía que concentrarme en mi desayuno y en prepararme mentalmente para las pruebas que me esperaban. No había espacio en mi vida para distracciones inútiles, especialmente no las relacionadas con el Pelos de pincho y su maldito – y un poco sensual – cabello alborotado.

—¡Adiós mis buenos compañeros, suerte en sus actividades...!

El idiota hizo una reverencia como si estuviera en una maldita película antigua y luego se largó sin siquiera molestarse en despedirse de mí personalmente o mirarme siquiera. ¿Qué demonios? ¿Acaso no era lo suficientemente importante para recibir una despedida decente? Pero, por supuesto, ¿por qué debería importarme eso?

Sin embargo, algo en ese gesto estúpido de reverencia me hizo detenerme por un momento. ¿Por qué demonios había hecho eso? ¿Acaso estaba tratando de demostrar algo? ¿O simplemente le gustaba actuar como un maldito caballero sin sentido? No lo sé, pero por alguna razón, esa reverencia estúpida del Pelo de mierda me pareció... ¿linda? ¡No, no puede ser! ¡Eso es ridículo!

Atracción explosiva: Kirishima y Bakugo, a través de sus ojosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora