6. Invitación

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Cuando Sanemi llegó por la mañana, no había desayuno esperando. La casa estaba en silencio total, y eso lo incómodo.
"La cagué... realmente la cagué." Pensó, mientras caminó sigilosamente hasta la habitación de Saori.

El fusuma estaba cerrado y él dudó un momento antes de abrirlo. Sin embargo lo hizo, sólo un poco y muy despacio.
Espió hacía adentro de la habitacion en penumbras. Ahí estaba ella, recostada, dormida. A su lado,la medicina que Shinobu le había dado, y una taza vacía de té. Era evidente que dormia de verdad así que él se dio media vuelta y se marchó, resignado.

Se dio un baño rápido, y comenzó a hacer el desayuno.
Cuando todo estuvo listo, fue él quién fue a despertar a Saori para que lo acompañe. Y contrariamente a lo que creía, ella aceptó, lo cual lo puso bastante contento. Un paso es mejor que ninguno.

Saori apareció unos minutos después, con el cabello suelto y la ropa de dormir aún. Sanemi la observó con disimulo mientras ella se acomodaba y se le hizo evidente que había dormido poco la noche anterior.
"Está no es la forma en la que me gustaría quitarte el sueño..." pensó él, sentándose en su lugar. "Pero aparentemente es la única que me sale bien".

Ella por su parte no sabía bien qué decir, la situación del día anterior le había dejado un mal sabor de boca. Se sentía sumamente avergonzada aún, e incómoda.
Había estado pensando hasta muy tarde luego de que él se marchó.
Y había llegado a la triste conclusión de que él solamente era su Maestro. Ella su discípula. Y a lo sumo eran buenos amigos y ya. Así debían ser las cosas.
En algún momento de la madrugada, aceptó que todo lo que ella sintió e imaginó hasta ese entonces, habían sido malinterpretaciones.
Así que se durmió con el corazón y su dignidad intentando digerir esa realidad.

Sanemi la miraba cada tanto, pero ella no lo hacía. Tenía la vista fija en el arroz frente a ella, en la taza de té. En los palillos. En cualquier cosa menos en él y eso no le gustaba.
- Oye...- Dijo, finalmente mirándola.- Hoy inicia el Tanabata.-
- Cielos...no recuerdo la última vez que fui.- respondió ella, suavemente pero de verdad sorprendida.

Quizá era porque salió poco y nada en todo ese tiempo. Su entrenamiento la consumió totalmente y no fue capaz de ver las decoraciones colgando en las calles para recordar que el festival había iniciado.

- ¿Quieres...?- Sanemi se aclaró la garganta. Estaba nervioso, se sentía un adolescente y odiaba esa sensación.-¿...quieres ir a las celebraciones? Ya que estás limitada para entrenar...-

Saori lo miró por primera vez en toda la mañana y él reprimió una sonrisa de alivio.

- Oye, mira...- dijo ella, dejando suavemente el té que estaba tomando sobre la mesa.- Realmente no es necesario que hagas esto. Anoche estaba frustrada y dolorida, y quizá tomé las cosas con más sentimentalismo del que debía. Y acepto que estuvo mal, muy mal escuchar tu conversación con la señorita Kocho. Pero luego tuve tiempo de pensar y entendí algunas cosas que quizá estaba-.

- Carajo...no me compliques las cosas...sólo... sólo acepta ir conmigo al jodido festival.- Sanemi la interrumpió. Se frotó el cabello y suspiró largamente. La miró a los ojos y habló lo más sinceramente se pudo. -Mira, estoy intentando hacer las paces contigo...yo también estuve mal y no soy bueno haciendo esto, ¿está bien?-

-Si, lo noté.- dijo ella, alzando una ceja.

- Entonces acepta la invitación. Por favor.- repitió él.

Saori se sorprendió. Algo dentro de su ser se sintió sumamente feliz.
"Se prudente" se dijo, sin embargo.

Pero la invitación le gustó mucho. No era mala idea despejarse...había entrenado demasiado tiempo sin casi descanso. Su mente, más que su cuerpo, deseaba desconectarse.

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