9. Sucio Cuatro Ojos

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Saori se levantó cuando Sanemi ya estaba desayunando.

- ¿Por qué me dejaste dormir tanto?- preguntó cuando apareció en la sala, mientras se recogía el cabello en una cola de caballo.

-Pues, aún estás herida. Supuse que querías descansar.- se encogió de hombros él.

-Si, pero...hoy tengo cosas que hacer.- dijo ella, sentándose a la mesa. 

-¿Por ejemplo?- preguntó Sanemi, y se metió un bocado de arroz a la boca. 

- Tengo que presentarme en la Finca, la señorita Kocho debe revisar mi herida.- dijo ella, tomando un cuenco que había usado él, para ir a servirse el desayuno. 

- ¿Cómo la sientes?-

Había pasado una semana desde que la habían herido. Estuvo ingresada en la Finca por 5 días, y hacia dos que había vuelto a la casa de Sanemi. Pero Shinobu le había pedido que vuelva para controlar la evolución de la herida. 

- Pues en general bien. Pica.- dijo, colocando arroz en el cuenco, y sirviéndose té. 

- Si, es la cicatrización. Es buen signo, solo intenta no rascarte.- aconsejó Sanemi.

- También me dijeron que debía escoger mi acero, así que tengo que ir la Casa Ubuyashiki.- Continuó ella y se sirvió en un plato un poco de vegetales y tortilla de huevo.-

- Con respecto a eso…- Él se aclaró la garganta.- Pedí al herrero que te asignaron que no te forje una katana, sino una naginata. Eres buena con la espada… pero definitivamente naciste para manejar una lanza.-

Una sonrisa radiante de dibujó repentinamente en el rostro de la chica, y sus ojos parecieron brillar con mil estrellas.
Sanemi no pasó por alto ese detalle. Una corriente de satisfacción atravesó su pecho, supo que había dado en el blanco. 

-Eres el mejor.- le sonrió ella, aún con los ojos llenos de fulgor, y él sintió que todo su cuerpo se estremeció. 

“Podría hacer brillar esos ojos todos los días, y no me quejaría.” Susurró una voz en su mente, muy suavemente. Tuvo que desviar la vista para no ponerse en evidencia. 

Cuando notó que el silencio se instaló entre ambos, Saori se vio obligada a quebrarlo. 

-¿Quieres venir conmigo hoy? Así no me aburro.- Ofreció.

-¿Y tú que te crees, que soy tu bufón personal o qué?- Exclamó él, cruzándose de brazos. Era su oportunidad para volver a su papel. 

Saori rió. 

-Era una broma.- dijo.- Luego de eso, tengo que ir a una casa de glicinias...que no sé qué es...-

-Son casas de familias que fueron rescatadas por nosotros, y ahora se dedican a ayudar al Cuerpo de Cazadores de Demonios hace cientos de años. Ofrecen servicios como la Finca de las Mariposas, pero no tan especializados.- le explicó él.

- Ahh...-Dijo Saori, terminando de comer su porción de arroz.- Allí tengo que ver a un tal...Masao-

-Maeda.- Completó Sanemi, interrumpiéndola y levantó la vista del plato que estaba comiendo. 

-Si, ese mismo.- Saori chasqueó los dedos.- Debe tomarme las medidas para el uniforme.-

-Yo te acompañaré hoy.- dijo entonces Sanemi. 

- Pensé que...-

- No irás a ver al Sucio Cuatro Ojos sola.- 

-...El...¿que?- la cara de Saori era un poema al desconcierto.

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