14. El dueño del cielo

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Saori se detuvo poco a poco unos metros antes de la entrada.
Tenía un nudo en la garganta y su corazón palpitaba, enloquecido, dentro de su pecho.
Estaba nerviosa.
Sabía por qué estaba ahí. Sabía a qué iba. Y si bien eso en otros casos solía hacer que las cosas sean más sencillas, no era este uno de esos, al menos no para ella.

Quería estar a la altura.

Miró el cielo. El alba apenas, y a duras penas, comenzaba a despuntar y decidió entonces que era momento. Después de todo... ¿cuánto tiempo había deseado esto? ¿Cuántas noches usó su inquieta imaginación para saciarse? Todas esas veces que pensó en sus manos fuertes tocándola, todas las veces que imaginó su piel rozando la suya...estaban por hacerse realidad.

Sacudió su uniforme y lo alisó torpemente con sus dedos temblorosos antes de avanzar.
Había sido una larga jornada de trabajo, pero dentro de su mente flotó constantemente el recuerdo ardiente de la noche anterior y ahora todo el cansancio que sentía pareció desvanecerse. En su lugar la invadió una extraña combinación de excitación, entusiasmo y nerviosismo.

"Ha pasado demasiado tiempo." Pensó, a medida que se acercaba a la entrada de la casa "Pero mí cuerpo parece recordar las sensaciones y anhelarlas. Porque sólo con recordar el beso de anoche, me estremezco."

Ahora miraba de frente la puerta principal.

"Lo deseo. Con desesperación. Pero no puedo evitar temblar." Suspiró y sacudió disimuladamente su cuerpo. Sonrió levemente y bajó la mirada "...No puedo evitar sentirme una virgen aunque no lo sea. Que tonta."

Entró sigilosamente y llamó a Sanemi desde la entrada.
Apretó los dientes, porque sintió el corazón tan acelerado pensó que saldría por su boca en cualquier momento.
- Viniste.- Sonrió él, realmente feliz, cuando apareció frente a ella.

Saori no supo que decir. Solamente se quitó el calzado y fue a abrazarlo.
Fue entonces que notó, mientras se hundía en él, que Sanemi Shinazugawa también tenía el pulso enloquecido.

Ella sonrió, ocultándose en el cuello de él.
- Saori- dijo él, frunciendo levemente el ceño pero sin soltarla.- ...estás temblando. ¿Tienes frío?
- No...- Dijo ella, con suavidad.
- ¿Estás herida? ¿Perdiste sangre?-
- Em...no.-
- Me estoy quedando sin opciones...- dijo él, y finalmente la apartó levemente para mirarla a los ojos.- ¿Que sucede?-
Saori se congeló. Sintió cómo si el rostro se le hubiera prendido fuego.
Se sintió acorralada pero decidió ser sincera. Después de todo...era él. No era un extraño, no había un show qué hacer, una imagen que mantener.
- Hay una cosa...- empezó a decir, mirándolo fijamente y tratando de que él no note que le costaba hablar.- Sólo estuve con un hombre en toda mi vida. No es que...sea la mejor en la intimidad. No soy una puritana, pero quizá no esté a la altura de lo que buscas.-
Sanemi la miró, atónito. Entonces se echó a reír y la abrazó fuerte, muy fuerte.
- ¿"Lo que busco"? Yo solamente busco poder hacerte el amor de una vez sin que nos interrumpan. Poder estar por fin dentro de ti, que es algo que cada vez que lo pienso me enloquece. No estoy por evaluarte ni clasificarte ni nada por el estilo, ¿Por quién me tomas?.-
- Es que...quizá..-
- No. No pienses cosas que ni siquiera yo he pensado, Saori.- le dijo sin soltarla. Le acarició el cabello y le besó la frente.- Pero no haremos nada si no estás segura, o si estás cansada. Ambos tuvimos una noche atareada, lo entiendo.-

Saori sonrió.
Cayó en la cuenta de que estaba conociendo una faceta totalmente nueva del hombre que había estado a su lado por tantísimo tiempo.
Porque ella conocía al Cazador, al Pilar respetado. Al Maestro, riguroso y exigente. Al amigo, al compañero. Pero no al Sanemi Shinazugawa amante...al Sanemi enamorado que alguna vez pensó que no podría existir nunca.

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