17. Despertar

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Aviso: Este capítulo contiene spoilers del Manga.

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"¡¡PROTEJAN A LOS PILARES!!"
El grito de uno de los Cazadores resonó en su mente, cómo un eco en la memoria.
"¡¡PROTEJAN A LOS PILARES!!"
A su alrededor todo era una confusión. La verdadera y definitiva imagen del caos. Pero ella cumplió su misión, para lo que había sido entrenada dos años. Cumplió con el deber que un Cazador debía cumplir: derrotar a los demonios, protejer la vida.

Lo último que recordaba de ese momento era esquivar los ataques de Muzan, de la forma final y perfecta del Padre de los Demonios. Ataques infectados con su sangre, letales al extremo.

Aterradoramente rápidos y precisos.

Recordaba haberse lanzando al ataque con el último grupo de Cazadores que había sobrevivido a la lucha en la Fortaleza.
Recordaba haber visto a Sanemi.
Un abrazo.
Y dolor. Un dolor paralizante.

Y luego...la oscuridad.

"Proteger a los Pilares..."

Tragó saliva, y su cuerpo empezó a sentir una vez más. Movió piernas, brazos y dedos, muy suavemente. Todo respondió y estuvo quieta otro poco. Afuera, bajo el sol, se escuchaban los pájaros cantar.
Alguien hablaba en el pasillo, susurros indistintos, tonos lejanos, lánguidos, deformes.
Cerró los ojos. Un flashback aterrador del sabor a sangre en su boca y los camaradas muertos a sus pies la estremeció hasta la médula.
Se sentó lentamente en la cama y se llevó las manos al rostro, tenía una venda enorme envolviendo el lado derecho de su cabeza, cubriendo su ojo y parte de la mejilla.
Presionó levemente y sintió un rasguño de dolor que se dispersó por toda la zona. Dio un respingo de dolor y alejó la mano con rapidez...estaba viva...¿pero a qué costo?
Un escalofrío le recorrió la espalda. Una vez más, ya había perdido la cuenta de cuántas veces había sucedido, la muerte pasó a su lado y la ignoró.

- ¡Señorita Minamoto!- Una kakushi exclamó desde la puerta y corrió hacia ella.- Por favor, recuéstese.-
- ¿Donde están todos? ¿Donde está Sanemi?- preguntó ella, con la voz más débil que había salido de su garganta en su vida, tan distinta que le costó reconocerse.

No lo había visto desde que fueron expulsados desde las entrañas del infierno hacia el exterior, en una explosión de escombros, cadáveres y polvo.

A ella la habían herido de gravedad, y no pudo ver cómo se desarrolló todo al final.

Pero recordó pelear a su lado, recordó que se protegieron las espaldas varias veces. Recordó verlo sangrar....ver una enorme herida en el abdomen, demasiado grande.
Y su pulso se aceleró, la garganta se le cerró, y las manos le temblaron. Su mente traumatizada le mostraba escenarios trágicos, lúgubres, dolorosos.

- ¿Donde esta Sanemi?- repitió, mientras la joven kakushi intentaba recostarla nuevamente.
- Debe guardar reposo...- pidió la joven.- Los sobrevivientes están bien, recuperándose.-
- Por favor...- Saori tomó la mano de la chica entre las suyas y presionó levemente.- Por favor dime dónde está, quiero verlo...por favor, dime que él no...-
- No, no murió.- le dijo la joven, con calma.- Él está inconsciente aún, sus heridas eran considerablemente más graves que las de los demás. Pero está estable y progresando.-
Saori sintió que el alma le volvía al cuerpo, y dejó salir un largo y sostenido suspiro.
- ¿Cuánto tiempo estuve yo inconsciente?- Preguntó Saori, mientras bajaba lentamente las piernas de la cama. El dolor era leve, pero persistente.
Es que había destrozado sus músculos, los había exigido tanto que sintió que los había exprimido, como uno exprime una esponja llena de agua.
- Dos semanas.-
- Es suficiente reposo.- dijo ella, sentándose en la cama. Llevaba un pijama de los clásicos que le ponían a los pacientes en la Mansión de las Mariposas, y tenía vendajes en ambas piernas y en el brazo derecho.
- Por favor, señorita...- pareció rogar la Kakushi. Saori se aferró al hombro de la joven y se puso de pie.
Le sobrevino un mareo y las piernas le temblaron. La chica a su lado la sostuvo por la cintura.
- Llévame.- le pidió, mientras avanzaba.
- ¿Dónde... dónde quiere ir?-
- Con Sanemi.-

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