8. Selección Final

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Ese día, Sanemi esperó lo más pacientemente que pudo. 

Pero las horas pasaron y Saori no dio señales de vida. 
Para el mediodía, su nerviosismo era inmanejable.

-Que sorpresa verte por aquí.- dijo Iguro Obanai cuando Sanemi cruzó su puerta.

-¿Sabes algo de los resultados de la Selección?- preguntó él, ni bien entró.

Iguro lo miró de reojo, mientras limpiaba su espada, y Kaburamaru se acomodó en su lugar en el cuello del Pilar, casi expectante.

-Hubo sólo 3 sobrevivientes.- dijo.  

-No me agrada ese número.- Sanemi fue sincero, no era bueno en absoluto.- Vaya mierda, pocas veces hubo tan pocos Cazadores.-

- Dos mujeres, un hombre.- Agregó Iguro, aún concentrado en su tarea.

-¿Sabes si…?- Preguntó Sanemi, pero dejó la frase inconclusa, no era necesario terminar.

- No. No lo sé.- Obanai entendió, cómo Sanemi supuso que lo haria, sin necesidad de explayar más.- El rumor es ese, pero no sé si tu aprendiz está entre ellos. Aún no ha llegado ¿verdad?-

-No...y ya es bastante tarde.- Dijo Sanemi, sentándose frente a él.

-Vaya...mírate, todo preocupado...- Una sonrisa sutil se dibujó en el hombre de los ojos peculiares, oculta por los vendajes, pero no miró al otro Pilar.

-Por supuesto, invertí dos años entrenando a esa mujer.- pareció ladrar Sanemi. 

-¿Sólo te preocupa el tiempo que perdiste?-

Hubo un momento de silencio. Sanemi miraba a Iguro trabajar y su mente pareció divagar unos segundos.

-No...-dijo Sanemi finalmente.- No es eso...-

-¿Tienes miedo de que haya muerto porque te quedaron asuntos pendientes con ella?- preguntó calmadamente Iguro, sin descuidar su tarea. 

-¡No!.- exclamó Sanemi, y agregó, con prudencia.- Solo me preocupa porque...digamos que le tomé aprecio a la chica.- 

- Ya. Aprecio....- repitió el otro Pilar. 

-Si. Tú nunca entrenaste a nadie tanto tiempo...no sabes- comenzó a decir Sanemi, cruzándose de piernas a lo indio.

-Pero si sé.- lo interrumpió Iguro.- Lo que es querer a alguien y no poder decírselo.-

Sanemi abrió grandes los ojos, de repente se sintió expuesto, desnudo, vulnerable. Como si de pronto alguien le hubiera deslizado un hielo por la columna. 

Iguro levantó la vista levemente, y sólo sonrió debajo de las vendas.

-Mira...- Dijo finalmente, dejando de hacer lo que estuvo haciendo hasta ese momento para poder mirarlo a los ojos.- para el resto del mundo serás el Pilar más cabrón de todos pero yo te conozco, Sanemi. Y puedes dejarte la garganta negándolo pero de aquí afuera el panorama es claro. Te enamoraste de ella.-

Sanemi no dijo nada. 

"¿Como lo supo? ¿Le hablé demasiado de ella? ¿Sonreí mucho cuando estábamos juntos? ¿Como lo supo? ¿Acaso Kaburamaru se lo dijo? Esa condenada serpiente..." Se preguntó Sanemi. Desvío la mirada y se puso de pie.

-Ah no, no huyas de mi.- lo reprendió Iguro, pero sin moverse. - Solamente me estarás dando la razón si lo haces.-

Sanemi dudo. De pie, miró a Iguro un momento, y luego paseó su mirada distraídamente por toda la habitación. Se rascó con disimulo la nuca. 

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