CAPÍTULO II

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La reunión se había alargado más de lo esperado, eran las dos de la tarde y continuaban hablando sobre los nuevos proyectos, yo seguía tomando nota, después de una hora más la reunión termino, se despidieron y salimos de la oficina, tenía más de un año trabajando con la señora Armstrong y esta vez fue la primera en que la había acompañado a una reunión de este tipo, jamás creí que tardaran tanto tiempo, la señora Armstrong iba caminando adelante de mi, prefería ir un poco alejada de ella.

-Señorita Sarocha.

-Diga.

-El día de hoy saldrá un poco más tarde de trabajar, trabajaremos en la oficina sobre esta reunión.

-Como usted diga.

-Muy bien.

Fuimos directo a la empresa, cuando llegamos nos subimos al elevador las dos, de nuevo estábamos solas, esta tensión me mataba, miré a la señora Armstrong por el rabillo del ojo, estaba sonriendo, tenía una sonrisa preciosa, era muy atractiva, jamás la había visto sonreír, con una sonrisa derretía a cualquier mujer, ahora comprendo porque todas las mujeres caen con ella y no es un secreto que me gusta esta mujer pero sé que yo no le gusto a ella, quien se fijaría en una secretaria como yo, podiendo conseguir la mujer que quiera, las puertas del elevador se abrieron y bajamos.

-Señorita Sarocha, puede ir a comer, la espero en media hora en mi oficina.

-Muy bien.

Fui a mi escritorio, dejé mis cosas y fui a la cafeteria, comí en menos de quince minutos, tenía que llegar rápido para estar puntual, la señora Armstrong odia la impuntualidad, subí a el piso de la oficina, llegué a mi escritorio, tomé mis cosas y fui a la oficina de la señora Armstrong, toqué la puerta.

-Adelante.

Entré a la oficina y me quedé parada frente a su escritorio, me senté cuando me lo indicó, comenzamos a hablar sobre datos de la reunión, comenzamos a revisar contratos y algunos papeles, tardamos horas dentro de la oficina, cuando menos creí eran las nueve de la noche, no había nadie en la empresa, solo quedábamos nosotras dos, mi abuela estará preocupada porque aún no llego.

-Disculpe señora, ¿puedo hacer una llamada para avisar que llegaré tarde?

-Adelante.

-Gracias.

Solo asintió, me levanté de la silla, tomé mi celular y salí de la oficina, marqué a casa, al tercer tono contestó mi abuela.

-Abuela.

-Freen, mi niña, ya estaba preocupada.

-Lo siento abuela, se me pasó el tiempo, llamo para avisarte que me quedaré más tarde a trabajar, toma tus medicamentos y duerme, no te preocupes por mi, llegaré pronto a casa.

-Está bien, te quiero mucho, dejaré la cena en el refrigerador.

-Yo también te quiero mucho abuela, gracias.

-No hay de que mi niña.

Colgué la llamada, toqué la puerta y entré hasta que me lo permitió la señora Armstrong, me senté frente a ella, se levantó de su silla, se estiró, desamarró su corbata un poco y despeinó su cabello un poco, al darse cuenta que lo estaba viendo sonrió.

-No le soy indiferente como mujer ¿o sí?

-¿Disculpe?

-Sé que le gusto.

Su comentario me tomó por sorpresa, sí me gusta pero no lo admitiré frente a ella, traté de recomponerme un poco para contestar a su pregunta.

-Esta usted equivocada.

-¿Segura?

-Sí.

-Es una pena.

-¿Por qué?

-Porque usted sí me gusta a mí.

Había escuchado mal o acababa de admitir que le gusto, mis ojos se agrandaron, mi corazón comenzó a latir más rápido de lo normal y comencé a sentir mariposas en el estómago.

-No...sé...que...decir.

-Nada, no tiene que contestar nada, pero si no le gusto ¿por qué se pone tan nerviosa cuando estamos las dos solos y cerca? - dijo acercándose a mí.

-Señora Armstrong ...yo...

Se acercó lo suficiente, giró mi silla dejándome frente a ella, se acercó a mí y bajó su mirada a mis labios, yo bajé mi mirada a los suyos, tenía labios gruesos y color carne, me pregunto cómo besará, la distancia se fue acortando y sus labios encontraron los míos, me tomó por sorpresa pero continué con el beso, su lengua entró a mi boca y recorrió todos los espacios, besaba muy bien, interrumpió el beso para continuar besando mi cuello, sus besos mojados bajaron hasta mi escote, con sus manos fue desabrochando los botones de mi camisa, en un momento se deshizo de mi camisa, se quitó la corbata, comencé a desabrochar los botones de su camisa, mis manos recorrieron todo su abdomen hasta que le quité la camisa, de un momento a otro solo estábamos en ropa interior, cuando me dí cuenta intenté cubrirme con mis manos, me apenaba estar así frente a ella, tomó mis manos y me besó.

-No te cubras, eres preciosa.

-Gracias. - dije con las mejillas encendidas.

-Es la verdad.

Continuamos besándonos, sus manos recorrieron todo mi cuerpo, con una mano se deshizo de mi sostén, besó mis senos.

-¿Estás segura de esto?

-No lo sé.

-Si quieres que pare, solo dilo.

-No quiero que pares, pero tengo miedo.

-No tengas miedo, yo te cuidaré.

-Es mi primera vez.

-No te preocupes, seré cuidadosa contigo.

Tomó mi mano, en ese momento se borraron todas mis dudas, no sé cuales son mis sentimientos por ella, pero sé que me gusta y quizá después de lo que pasará, sienta algo más por ella. La besé, de un momento a otro nos deshicimos de nuestra ropa interior, besó todo mi cuerpo y recorrió con sus manos cada parte de el, de un momento a otro me penetró, me dolía, unas lágrimas escaparon de mis ojos, las limpió con sus manos y me besó, comenzó a moverse lento dentro de mi y fue subiendo la intensidad hasta que nos vinimos las dos juntas, acababa de perder mi virginidad con mi jefa Rebecca Armstrong.

PREDESTINADODonde viven las historias. Descúbrelo ahora