CAPÍTULO XXIV

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Pasó una semana desde que Rebecca me habló de su pasado, desde ese día ha sido muy linda, se va a trabajar pero vuelve temprano para estar juntas, los días que se queda más tarde voy a visitarla a su oficina, la ayudo con su trabajo y salimos juntas de la empresa. Abrí los ojos porque la claridad golpeó mi rostro, es fin de semana, Rebecca no estaba en la cama, me levanté, me duché e hice mi rutina diaria, salí de la habitación, busqué a Rebecca y no estaba, creí que había ido a la oficina por algo, comencé a preparar el desayuno, me senté a desayunar pero Rebecca no había aparecido, limpié la cocina y lavé los trastes, escuché la puerta abrirse y salí corriendo para ver a Rebecca , pero no era ella, era Margaret.

-¡Hola mi niña!

-¡Hola Margaret! ¿Cómo te fue este fin de semana?

-Muy bien, gracias ¿Y ustedes cómo la pasaron?

-Estuvo muy bien, pero no encuentro a Rebecca por ninguna parte.

-Oh...es...que...

-¿Le pasó algo? - dije preocupada.

-No, no, no, es que hoy es el día que pasó lo de sus padres.

-Yo...no... sabía...

-No te preocupes, por eso es que llegué temprano hoy.

-¿Sabes dónde puede estar?

-Casi siempre va a la cabaña que está aquí en el jardín.

-Está bien, gracias.

-No hay de que mi niña.

Salí de la casa para ir a la cabaña, la puerta estaba cerrada así que toqué.

-No quiero ver a nadie.

-Rebecca...soy...yo.... Freen...

-Dije que no quiero ver a nadie.

-Abre la puerta por favor.

-Déjame sola Freen.

-Bec...por..favor...

-¿¡No entiendes que quiero estar sola!? - gritó mientras abría la puerta de la cabaña, no esperé a que se moviera, solo entré.

-Rebecca.

-Ahora que viste que estoy bien puedes irte.

-Pero...

-¡Pero nada Freen!

-No me grites Rebecca.

-Entonces entiende de una vez.

-Me preocupas, no quiero dejarte sola.

Intenté acariciar su mejilla pero ella movió la cabeza para evitar mi contacto, eso me dolió pero no lloraría, no es momento de hacer un drama, no este día, me quedé quieta viéndola.

-Freen no quiero ver a nadie, déjame sola.

-No lo haré, no estás en condiciones para quedarte sola.

-¡Maldita sea, todos estos años he estado sola este día y no estoy en condiciones!

-Rebecca quiero estar contigo y acompañarte, me preocupas.

-Pues deja de preocuparte y vete de aquí.

-Becky...

-¡Freen deja de hablarme como si fueras mi esposa, porque tú y yo no somos nada! ¡Mejor vete que no quiero verte!

Eso me partió el corazón en mil pedazos, a pesar de que es la verdad, ella y yo no somos nada, simplemente estamos juntas por el bebé, lágrimas amenazaban por salir, no dije nada, salí de la cabaña y fui directo a la casa, una vez adentro las lágrimas bajaron por mis mejillas, subí a la habitación y tomé la maleta pequeña, metí poca ropa y lo que necesitaba, la ropa que quedaba volvería por ella cuando Rebecca no estuviera, bajé las escaleras con cuidado, al estar abajo me encontré a Margaret.

-Niña ¿A dónde vas?

-Me voy a mi apartamento, ya es tiempo de que me vaya, te agradezco mucho lo que hiciste por mí.

-Pero niña, no te vayas.

-Lo siento, Rebecca quiere estar sola y no quiere que este cerca de ella, así que cumpliré su deseo.

-Pero...

-No lo hagas más complicado por favor.

-Está bien niña, pero si necesitas algo me llamas.

-Gracias.

Le sonreí, me despedí de ella, salí de la casa, caminé hasta llegar a una parada de taxis, tomé uno que me llevó a mi apartamento, el camino se me hizo eterno, cuando entré, el apartamento se sentía solo, dejé la maleta en la sala y fui a mi habitación, me tiré en la cama y rompí en llanto, ¿Por qué no puedo ser fuerte? ¿Por qué hace esto? creí que ahora que conocía su pasado me dejaría estar cerca de ella en los días díficiles.

Pero al parecer no, no me quiere cerca, pude haberme quedado con ella pero no la obligaría a estar conmigo, tan bien que estábamos, ahora parece como si todo lo que pasó no sirvió de nada estuve llorando por horas hasta que me quedé dormida. Escuché que tocaban la puerta, abrí los ojos lentamente, me dolía la cabeza de tanto llorar, me levanté, me lavé los dientes y me arreglé un poco, salí para abrir la puerta y adivinen quien estaba ahí, sí, Rebecca estaba en mi puerta.

-Vámonos ya. - dijo

-¿A dónde?

-A mi casa.

-No, te agradezco todo lo que haz hecho por mí y por mi hijo pero ya es tiempo de que regrese a mi apartamento.

-Freen, por favor vámonos.

-Dije que no y si me disculpas quiero descansar porque me duele la cabeza.

-Freen, comprende que para mí es díficil lo que pasó y quería estar sola.

-Comprendo que sea díficil, pero yo también perdí a mis padres, me quedé sola con mi abuela y acabo de perderla hace unos meses.

-Pero tu padre no mató a tu madre frente a tí.

-Lo sé, pero los perdí. - dije con los ojos cristalizados.

-Freen...yo...lo... siento...hubo cosas que no debí decirte.

-Simplemente dijiste la verdad, no te disculpes.

-Pero...es...que...

-Rebecca cuando dices la verdad no tienes porque disculparte.

-Pero es que no es la verdad, tú significas mucho para mí, más de lo que crees, no puedo estar lejos de ti pero hoy tenía que estarlo, porque es algo que debía hacer sola, estoy dejándo mi pasado atrás, por eso tenía que estar sola.

-Me alegro de que estés dejándo tu pasado.

-¿Puedes perdónarme?

-Te pérdono, pero ya es tarde y quiero dormir.

-Vámonos.

-No, yo me quedaré aquí.

-Pero...

-Pero nada.

-Bueno, yo también me quedaré.

-Haz lo que quieras.

No dejé que dijera nada más, me fui a mi habitación, volví a acostarme en mi cama, sé que es dificil para ella, pero también lo es para mí, primero todo está bien, luego no me quiere cerca y ahora aquí está pidiendo disculpas, me dolió que no me haya permitido estar cerca de ella pero me dolio más lo que me dijo, aunque haya dicho la verdad.

PREDESTINADODonde viven las historias. Descúbrelo ahora