CAPÍTULO XIV

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                                 Maratón 3/6
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Llegamos a casa del señor George, nos quedamos unos minutos dentro del coche, antes de bajar, Rebecca se puso unos lentes oscuros y bajamos del auto, entramos a la casa de su abuelo y lo esperamos en la sala, me estaba muriendo de nervios y Rebecca también, se movía de un lado a otro sin parar, unos minutos después llegó su abuelo.

-¡Hola Freen!¡Hola Rebecca!

-Hola señor George.

-Hola abuelo.

-La comida ya está servida, vengan conmigo.

Caminamos detrás de él, llegamos hasta el comedor y nos sentamos, mis pies temblaban debajo de la mesa, nadie decía nada.

-Rebecca quítate esos lentes, sé que bebiste.

-¿¡Cómo lo sabes!?

-Te conozco muy bien, tantos años no fueron en vano.

Rebecca se quitó los lentes y los guardó en la bolsa de su pantalón.

-¿Y qué las trae por aquí?, Rebecca me dijo que tenían que contarme algo muy importante.

-Pues sí, verá señor George...

-No me digas señor, dime George.

-Está bien George.

-Abuelo.

Los nervios hicieron que se me revolviera el estómago y me dió asco, las ganas de vomitar se hicieron presentes.

-¿Puedo utilizar su baño?

-Claro, ¿Te sientes bien?, estás un poco pálida.

-Sí, gracias.

Me levanté del comedor, en ese momento recordé que no sabía donde estaba el baño, iba a preguntar pero Rebecca me interrumpió.

-Yo te enseño el camino al baño.

-Gracias.

Se levantó y caminamos hasta el baño, justamente al entrar al baño fui directo a la taza y comencé a vomitar, Rebecca tomó mi cabello mientras hacia círculos sobre mi espalda con su mano, cuando terminé de vomitar me senté en el piso.

-¿Te sientes mejor?

-Un poco, gracias.

-Mi abuelo nos debe estar esperándo.

-Sí, vamos.

Rebecca extendió su mano hacia mi, la tomé y me ayudó a levantarme, enjuagué mi boca, salimos del baño y regresamos al comedor, ella recorrió la silla para que me sentara, para después sentarse.

-Bueno y ¿Qué es lo que tienen que decirme?

-Abuelo, Freen está embarazada y yo soy la otra madre.

El señor George se quedó en silencio, todos estábamos en silencio nadie hablaba, el silencio me estaba matando, el señor George se levantó del comedor.

-¡Felicidades! ¡Ser mamás es lo mejor que puede pasarles! ¡Voy a tener mi primer bisnieto!

Se acercó y nos abrazo, no es ésta la reacción que yo esperaba, creí que se iba a enojar o algo diferente, pasamos un rato en casa del señor
George, después salimos directo a mi apartamento.

-¿Pasa algo? - preguntó Rebecca.

-No, nada, es que creí que tu abuelo reaccionaría de otra forma. - ella solo se rió. - Espera, tú sabías que no se enojaría, ¿Cierto?

-Sí.

-¿Y por qué me tuviste nerviosa todo este tiempo?

-Porque era gracioso ver la cara que tenías.

-Eres mala.

-No, simplemente si te hubieras visto, hubieras hecho lo mismo, mi abuelo desde hace tiempo que me dijo que debía tener hijos y que quería ser bisabuelo.

-Te odio.

-Lo sé.

Después de vomitar me quedé con asco y no había querido comer nada, Rebecca paró en la gasolinera para llenar el tanque.

-Rebecca.

-¿Qué pasa?

-Se me antojó helado de chocolate con bombones y mermelada.

-¿En serio quieres eso?

-¡Sí!

-Pero te va a hacer daño.

-Yo quiero.

-Está bien, ya vuelvo.

Fue a la tienda que estaba en la gasolinera, unos minutos después salió con todo lo que le pedí, entró al auto y me lo entregó, comencé a ponerle al bote de helado los bombones y la mermelada, comencé a comer lo que pedí, se veía asqueroso pero el sabor me gustó, Rebecca solo movía la cabeza y se volteaba para no ver lo que estaba comiendo, yo no tengo la culpa de que el bebé me dé antojos tan raros, después de unos minutos llegamos al apartamento, entramos y nos sentamos en la sala, ya sé que había dicho que no quería a Rebecca aquí pero me gusta tenerla cerca, comenzó a revisar su teléfono, yo tomé un libro de maternidad que había comprado y comencé a leerlo.

-¿Por qué estás leyendo frente a mi, si lo hacías en privado de todos?

-Leer ya no es privado y menos para ti que ya lo sabes.

-Sí tú lo dices.

Continué leyendo, Rebecca de repente desviaba la mirada hacia mi y la posaba en mi vientre, cuando se daba cuenta que se quedaba viendo por mucho tiempo, se giraba de nuevo a su celular, leer me dió sueño y me quedé dormida, no pudé dormir mucho porque el estómago comenzó a dolerme y cómo no, con ese antojo que me había comido, me desperté y me senté en el sillón incómoda.

-¿Te sientes bien?

-Me duele el estómago.

-Te lo dije.

-Ya sé, pero que iba a hacer si era un antojo.

-¿Necesitas algo?

-No, ahorita se me pasa.

-Ven aquí. - dijo palmeando el sillón a su lado, no lo pensé dos veces fui y me acosté, puse mi cabeza en su pierna y así me quedé un rato, el dolor de estómago seguía.

-¿Ya se te pasó?

-No.

Inconcientemente Rebecca colocó su mano en mi vientre, la miré, movió la mano rápidamente, tomé su mano y la pusé donde la tenía, ella sonrió, comenzó a mover su mano de manera circular, eso me relajó, lentamente comencé a quedarme dormida, me gustaba tenerla cerca, su cercanía me hacía sentir protegida, no sé el por qué se aleja, la odio pero no puedo tenerla lejos, su lejanía me hace sufrir, tengo que descubrir porqué me quiere lejos, y lo voy a hacer.

PREDESTINADODonde viven las historias. Descúbrelo ahora