Catorce Dias

Epílogo, Parte 2

Mayo de 2008

Harry y Hermione estaban sentados bajo la sombra de un árbol, viendo a Teddy correr por el claro de roca roja delante de ellos con un perro ladrándole los talones. Cuando Teddy llegó al charco de agua, se zambulló directamente. El perro saltó detrás de él, transformándose en lo que parecía un pequeño delfín en el aire antes de chapotear en el agua.

Teddy salió de la piscina con el brazo sobre el delfín, que estaba empujando su nariz contra su mejilla. Teddy se rió y luego cambió su cabello de azul a negro azabache.

— No lo olvides, no eres el único que puede cambiar — le dijo a la criatura, quien le devolvió el gesto de aprobación.

Teddy salió del agua y el animal lo siguió, apareciendo ahora en la forma de un pequeño caballo. Teddy y el caballo corrieron hacia un árbol cercano y cuando Teddy comenzó a trepar por las ramas, la criatura se convirtió en un mono y lo siguió.

— Esta noche estará exhausto — comentó Hermione.

— Estoy exhausto sólo de mirarlo — Harry se rió.

— Separarlos el uno del otro va a ser difícil.

— Sí, pero ya tiene edad suficiente para entenderlo. Nada como ese ataque que tuvo cuando se conocieron.

Hermione hizo una mueca. Nunca olvidaría la rabieta que duró dos horas desde el momento en que trajeron a Teddy aquí por primera vez. Tenía cinco años y estaba completamente enamorado del chamólogo, a quien rápidamente llamó Morph. Cuando llegó el momento de irse, comenzó a gritar a todo pulmón, su apariencia cambió salvajemente mientras gritaba agitado.

Harry se vio obligado a cargarlo todo el camino de regreso al campamento. Una vez allí, intentaron todos los métodos de distracción que pudieron pensar pero no pudieron calmar a Teddy. Al final, se había desmayado por el cansancio.

Harry miró a Hermione. Estaba recostada sobre sus codos con los ojos cerrados mientras una brisa sacudía sus rizos, que todavía estaban húmedos por el baño anterior. El aire era fresco y refrescante, pero Harry sabía que eso cambiaría en unas pocas horas. Una vez que el sol se filtrara en cada grieta del cañón, la temperatura subiría rápidamente y todas las brisas serían cálidas.

Habían estado visitando el barranco del gigante todos los años desde la primera vez que vinieron con Teddy y habían llegado a conocer bien el Santuario y a algunos de los gigantes. Lo primero que hicieron fue encontrar a Morph, que parecía tan enamorado de Teddy como el niño de él (o ella, no sabían el género de Morph). Le preguntaron a uno de los gigantes si el chamologo normalmente se aferraba a los niños y les dijo que este comportamiento era raro. Parecía sentir un espíritu afín en Teddy, quien también podía cambiar su apariencia a voluntad y lo seguiría por el Santuario durante toda su visita.

Hermione dejó escapar un pequeño suspiro de satisfacción, atrayendo la atención de Harry hacia ella. Maldita sea, ella era hermosa. Sus ojos recorrieron su figura, que estaba cubierta por un sencillo traje de baño negro y pantalones cortos, y se detuvieron en la ligera y casi indetectable hinchazón de su vientre. Si no conociera tan bien su cuerpo, lo habría extrañado.

Harry se acercó y colocó su mano encima del pequeño bulto. Ella sonrió mientras sus ojos se abrían.

— Hola.

— Eres hermosa.

Ella le devolvió la sonrisa, lo que mejoró aún más su apariencia, algo que antes no había creído posible.

— ¿Cuándo se lo vamos a decir a Teddy? — Ella susurró.

Harry miró a Teddy, que en ese momento corría hacia ellos.