Capítulo 1: Muerte

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Universidad de Tokio.
Salón de conferencias número 3.

Un estudiante llega tarde y toma asiento.

Las personas a su alrededor lo miran con aparente molestia, aunque no la suficiente como para llamarle la atención o pensar mucho en ello, pues aunque se haya dicho que llegó tarde llegó justo a tiempo.

16:00

Ni un minuto menos ni un minuto más, por lo que no hubo inconvenientes a la hora de dar por iniciada la conferencia.

Pues bien, la conferencia dió inicio.

“...”

El último estudiante en llegar al salón sacó unos audífonos e ignoró por completo al orador.

En su punto de mira sólo se encontraba el portatil donde al parecer tenía un Block de notas y la pantalla de la conferencia que presentaba imágenes con texto.

A la vista de la persona a su lado, esto era una clara falta de respeto.

(No le bastó con llegar tarde, ahora tampoco le presta atención a Takahashi-sensei. ¿Quién se cree este extranjero?)

Esta persona no era otra que Minori, un japonés de 19 años, un honorable y simple estudiante, que según sus profesores tiene una prometedora carrera en la universidad… Aunque no tan prometedora como la del extranjero que tanto le molesta.

Dan Volkov, 17 años.
Ruso, midiendo 1.85, con una complexión delgada y con una cara apática.

Llegó a japón hace un par de meses después de haber pedido asilo a la universidad, quienes hicieron una excepción a su edad por su enorme maestría en la materia a tan corta edad.

En dónde quiera que lo veas siempre tiene puestos esos audífonos. Los audífonos son viejos y tienen un pedazo de cinta en el centro que impide que se separen, además de una estampita malgastada de superman en el auricular derecho.

A petición de sus profesores tiene prohibido utilizarlo en clases, aunque los sigue portando en todas las ocasiones extracurriculares… como conferencias.

Dan actúa indiferente a la mayoría de cosas que transcurren en su vida, incluso a las pocas personas que en ella habitan.

Si ha venido a Japón no ha sido por su pasión por el estudio, simplemente necesitaba una excusa para huir de casa lo suficientemente buena que se lo permitiera.

Pues si bien Dan no es capaz de demostrar, sentir, o entender la mayoría de sus emociones hay una que entiende bastante bien.

El odia a su Tio Gusta.

Haría lo que fuera por huir de él, aún si eso significara firmar un trato con el diablo que pase todo el dinero de sus fallecidos padres a nombre de su Tio con tal de que deje de ser su tutor.

Gusta es todo lo que está mal en el mundo; es un embaucador, mentiroso, prepotente y un degenerado que aprovechará cualquier oportunidad en su posición que le dé un beneficio.

Esa es la clase de persona que lo ha criado desde que tenía 5 años.

O esa era la perspectiva de Dan.

La realidad a veces es un poco más complida que eso... Pero nos estamos saliendo del tema, volvamos a Dan.

Una vez la conferencia acabó salió del salón, dónde encontró a Yun.

Yun al igual que Dan es un estudiante extranjero en la universidad.

Proveniente de Corea del sur y con 20 años... Es todo lo que Dan conoce de él. Bueno, eso y su gusto por los videojuegos al que ha intentado meterlo desde que se conocen.

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