Capítulo 11: Violencia

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El trabajo.

El trabajo debía de ser difícil.

Educar a una niña violenta y malcriada, la misma que espantó a otros 5 tutores.

Ella era 2 años mayor que yo, tendría unos 9 años; sus ojos abiertos me miraban como una presa mientras su largo cabello rojo ayudaba a su intimidación.

Parecía la personificación de la violencia.

Mientras era informado sobre las circunstancias del trabajo también se me enseñó cómo saludar cuál noble, y eso hice.

"Encantado de conocerte, mi nombre es Ludeus Greyrat.” Me presenté ante esta niña con la mano derecha en el pectoral izquierdo e inclinándome 20 grados, como se suponía que hiciera.

JUM!" La niña pelirroja resopló de la misma forma en la que su abuelo lo hizo minutos antes de que me la presentaran; de pie con ambos pies separados pero bien pegados al suelo, mirándome con condescendencia y por encima del hombro.

(Extraño mi anterior altura)

Ella era más alta que yo.

"¿Pero qué demonios...? ¡¿Pero si eres más pequeño que yo?! ¡¿Acaso van a dejar que un niño me de clases?!" El tono con el que habla hace gala de su descontento hacía mí.

“No creo que importe mi edad” Digo mientras continúo inclinado.

"¡¿Qué has dicho?! ¡¿Te atreves a llevarme la contraria?!" Su voz es demasiado fuerte para tener 9 años, tanto que me produce dolor cada que abre la boca.

"Si"

Tras oír mi respuesta, su pelo se endereza y se pone de punta, algo que atenta contra las leyes de la naturaleza.

"¿Cómo? Serás arrogante, ¿Acaso sabes quién soy?”
“¿Cómo lo voy a saber? Aún no te has presentado”
“¡¿Qué?!”

(¿Qué le parece tan raro? Es la verdad)

¡Pam!

Ella me golpea.

“¿Por qué?” Le pregunto mientras sobo mi punzante mejilla.

"¡Porque eres demasiado arrogante para un niño más joven que yo!”
“No lo entiendo. Tú pareces ser la arrogante a mi parecer. Yo sólo me he limitado a decir la verdad”

¡Pam!

Lo hace de nuevo. Sus golpes duelen un poco más de lo que deberían, sin embargo sigo esperando inclinado.

“¿Ya terminaste? Te toca presentarte”

“¡Aaaaah!” Mientras grita me lanza un enorme puñetazo que me hace tropezar, luego golpea mi pecho y finalmente se posiciona sobre mí con sus piernas ocupando mis brazos.

“¡ME LLEVAS LA CONTRARIA! ¡ME LAS VAS A PAGAR!” Ruge como un león para después golpearme de manera incesante.

En mi situación lo único que hago es soltar ruidos de dolor cada tanto.

“¡DEFIENDETE!”

Tengo demasiada experiencia siendo vapuleado a golpes por otros niños, llegó un punto en el que dejó de importarme por mucho que doliera, claro, el que no me importara mi integridad física molestó a los demás pero a la larga desistieron viéndolo como un despropósito.

Es lo mismo que hago ahora mismo.

Lo mejor de todo es que por mucho que me golpeé no sufriré consecuencias si simplemente me curo con magia.

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