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Cerré los ojos de golpe al sentir otra puntada en mi panza.

Victoria estaba fuera de la habitación, no la dejaban entrar porque no querían que me altere ya que ella estaba alterada.

Yo quería que esté conmigo, pedía por ella cada vez que entraba el médico pero me explicaban que necesitaba estar tranquila y la vería en la sala de parto.

Estaba internada, esperando que revisen dilatación y posición del bebé para proceder al nacimiento de mi hijo.

"Lucas" sería su nombre.

Llevaría el apellido de mi esposa.

--Buenas tardes-- Una médica ingresa a la sala-- ¿Cómo te sientes?

--Me duele bastante.

--Bueno, veré dilatación y te haré una rápida ecografía para ver cómo esta el bebé.

Yo asentí.

Abre mis piernas para revisarme.

La médica mira detenidamente hasta que observo como abre su boca lentamente demostrando sorpresa.

--¿Paso algo?-- Pregunté preocupada.

--Dios mio...¡Está por salir!

Dijo eso y no sé si fue psicológico o que pero un dolor inexplicable apareció nuevamente en mi panza agregado a un ardor en mi centro.

La doctora salió corriendo de la habitación pidiendo a los gritos "¡SALA DE PARTO!".

Varios medicos aparecieron en la sala corriendo y empujaron mi camilla hacia los pasillos del hospital.

El camino a la sala de parto fue eterno, sentía que no llegaba más y el dolor era cada vez peor.

Una vez que entramos me colocaron la epidural para anestesiar un poco mi dolor.

Intentaba hablar pero no podía, eran tan fuertes todo que solo chillaba y me quejaba.

--Doc...-- Susurré.

La doctora me miró esperando que diga algo.

--Mi... Mi esposa.

Una gran sonrisa se dibujo en su rostro.

--Usted si que la ama, hasta en momentos difíciles piensa en ella... Ya mismo la llamo.

Jamás podría olvidarme del amor de mi vida y menos cuando estoy trayendo al mundo a nuestro bebé.

Victoria apareció en la sala vestida como una doctora. Se veía muy hot... Aunque no puedo pensar en eso porque el dolor evade mis pensamientos.

--Sara... Te amo, te amo demasiado-- Tomo mi mano.

Mi esposa ya estaba llorando desde que entró.

--Estoy demasiado emocionada.

No pude contestar cuando sentí un dolor aún más fuerte.

Pegue un grito.

--Vamos mami, haz fuerza ¡Puja!-- Exclamó la médica.

Les juro que ponía todas mis fuerzas pero sentía que jamás saldría.

--Ya casi, ya casi.

--No puedo-- Susurré con dificultad.

Mis pulsaciones estaban aceleradas y la transpiración mojaba todo mi cuerpo.

--¡Vamos Sara!

--¡Si puedes! ¡Puja!

Cerré mis ojos y puje, puje y puje hasta sentir un alivio cuando mi hijo salió.

CONFUSIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora