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--Celeste, no insistas más.

Me cansaba solo de verla o escucharla.

--Sara, no hagas las cosas más difíciles.

--Solo evito problemas.

Sin más cerré la puerta en su cara.

¿Quien se cree que es?

Me senté en el sillón nuevamente. Me quedé pensando en aquello que Celeste tenía prisa en contarle a Víctoria, me da curiosidad.

--Baby ¿Quien era?-- Pregunto la rubia apareciendo nuevamente en el living.

--Nadie, Mmmmh se confundieron-- Mentí.

Ella frunció el ceño confundida pero luego asintió.

--¿Vamos a la camita?-- Sonríe picara.

--Ey primero invitame un café, no soy tan fácil-- Tiro mí pelo hacia atrás.

--¿Un café en mí cama?-- Eleva sus cejas coqueta.

--Mejor vamos a tu cama y listo.

--Muy easy mami-- Toma mí mano.

--Solo para ti.

Ambas subimos tomadas de la mano hasta nuestra habitación. Nos tiramos sobre la cama y entrelazamos nuestras piernas en un abrazo, el silencio predominaba entre nosotras pero solo con acariciarnos podíamos transmitir todos nuestros sentimientos.

--Sara...-- Susurra mí novia.

---Mmmh.

--Quiero sexo.

Estalle en una carcajada que retumbó en la casa.

--¿Desde cuándo tan tímida?-- Reí.

--No se... Demasiada mujer-- Muerde su labio.

--¿Entonces que me queda a mí contigo?

No hubo respuesta. Sus labios chocaron contra los míos de forma violenta y necesitada. Nuestras lenguas entraron en una guerra entre si y el beso se volvió aún más profundo.

Victoria tomo la ropa de mí pijama que prácticamente fue arrancada de mí cuerpo dejándome desnuda.

--Te necesito mami.

Mi piel se erizo por completo a escuchar esas palabras en mí oído.

Ella se quitó la ropa con mí ayuda, todo era violento y necesitado como si nos quisiéramos comer sin parar.

Victoria me tomo de la cintura y me dio vuelta para dejarme boca a abajo.

Sus manos tomaron mí pelo para jalarlo hacia atrás en una coleta improvisanda y su palma impacto contra mí culo dejando una gran marca. Gemi al sentir el ardor en mí nalga.

--Eres mia, solo mia Sara.

Dios mio.

Su cuerpo cayó sobre el mío y su pelvis se apoyó contra mí culo para moverse encima de el. Podía sentir la humedad de su centro contra mí piel y eso me ponía TAN MAL.

La habitación se llenó de gemidos y suspiros de placer. Sin aviso previo uno de sus dedos entro en mí cuerpo dejándome sin aliento.

En este momento no puedo respirar.

Sus dedos me hacían tocar el cielo, sus movimientos eran suaves pero yo necesitaba más. Agarre su brazo y lo apreté pidiéndole más, ella hizo caso y aceleró haciendo que mis piernas tiemblen de placer.

No tarde en llegar al clímax sobre sus dedos.

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Abrí mis ojos, los sentía pegados, horrible.

CONFUSIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora