Capítulo 5: El valor del tiempo.

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La incomodidad era presente cuando mis ojos veían las calles iluminadas llenas de extravagancia. Desde todos los sitios posibles. Mis ansias de salir crecían, pero no podía al encontrarse Oic a más de 100 kilómetros de donde estaba.

Mis oídos deseaban volverse sordos, se erizaba mi piel al sentirme expuesta en un lugar donde las miradas juzgaban. Todo estaba siendo grabado en directo por los drones aéreos o robots policías.

«Debo irme de aquí», pensé apurada. Daba pasos inciertos, dejando atrás una nota musical, un instrumento que era partícipe del caos sinfónico.

Ic'nes era un sitio donde solo los obsesionados por la fama vivían allí junto a los miles de comodidades que había. Y no niego que eran geniales, pero me alejaba de todo lo que alguna vez pude presenciar gracias a mi padre, mi profesor y algunos vídeos ocultos en las redes.

Ic'nes era donde uno podía crear su propia burbuja con aquellos que seguían sus modas. Cabellos peinados que parecían crear una letra o pintados de diversos colores que en cualquier momento podría incendiarse ante tantos químicos puestos. Vestimentas que gritaban por atención junto con los logos de sus canales.

¿Eso les importaba a los otros? Sí, la competencia existía. Eran como lobos hambrientos por la fama donde el odio era visto por cualquiera. Analizaban a sus presas para saber que estrategias tomar. Al menos era lo que veía en los ojos que fingían ser amables.

—¡Oye chica! ¡Cuidado por donde vas!

Casi impactaba contra uno de esos sujetos que sujetaba su móvil mientras se movía. Mis ojos le observaron por unos segundos, dispuesta a disculparme.

—Un momento, tú me suenas de algo.

Pero mis palabras fueron tragadas por el temor al encontrarme con su chaqueta llena de decoraciones. Gemas, cintas, lazos y pulseras con miles de colores que no se coordinaban entre sí. Su cabello era largo que podía crearse unos moños en los laterales de su cabeza. Sus gafas eran dos números: Setenta y ocho, y cambiaban al color que deseaba.

—Creo que se equivo...

—¡Ah ya recuerdo! Eres Nilia, ¡el bicho raro! —recordó el sujeto. No podía identificar si era hombre o mujer. Llevaba unos pantalones multicolor con cinco cinturones y unas botas enormes de color azul que le cubrían hasta sus rodillas. También tenía una camisa con unas letras que no comprendía por su tipografía tan exagerada—. ¡Mirad mis pequeñines! ¡Me he encontrado con una leyenda oculta!

¿Leyenda oculta? No comprendía nada, pero veía como los números de sus mejillas aumentaban al ser grabada. Me sonreía y me agarraba de un lado como si fuera su compañera de toda la vida.

—Lo siento, tengo un poco de...

—¡Por favor! Solo unos minutos más, muchos tienen preguntas para ti. Quieren saber por qué estás aquí, querida.

Si la situación hubiera sido algo casual, no me habría importado las preguntas, pero en este caso me sentía acorralada por esos ojos ansiosos. A mi lado había alguien que con su voz llena de alegría actuaba como si fuera una sabandija.

—Lo siento, mis padres se van a preocupar por mí y debo irme —respondí manteniendo la calma.

—¡Eso es mentira! Te fuiste de casa tras discutir con tu hermana Tani, ¿por qué lo hiciste? —intervino alguien más. Su vestimenta era similar al otro, solo que este mostraba sus ojos que eran de tres tipos: Naranja, azul y verde.

Un nudo se me hizo en la garganta.

—¡Qué dices! ¿¡De verdad lo hizo?!

—¡Sí! Encima se fue sin importarle nada las emociones de su madre, ¿por qué lo hiciste? ¿Acaso querías hacerle daño? Porque lo has conseguido —hablaba mientras ponía sus manos en sus caderas.

I - Las pruebas de la muerte [G.O] #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora