Capítulo 23: Con total honestidad.

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—Mamá, ¿puedes hablar un momento?

Mi madre, atenta a su móvil como siempre, me miró de reojo con la ceja alzada. Soltó un suspiro y me miró con atención.

—¿Qué ocurre, Nilia? —preguntó mi madre—. Ando un poco...

—El abuelo no respira.

Apenas tenía cinco años cuando ocurrió eso. En ocasiones me gustaba ir a la habitación de mi abuelo para despertarle y decirle cuando íbamos a ir a pasear juntos. Hoy, ese preciso día, mi abuelo no respiraba.

Mi madre, alterada como nunca, dejó a un lado el móvil para ir a por él. Tras eso, agarré su móvil y sin saber bien cómo, cerré el directo dándole varios botones sin correlación alguna, para al final dejarlo a un lado.

Quise adentrarme a la habitación de mi abuelo, pero Tani me agarró de la mano para decirme que me quedara en el comedor. Ella solía dormir conmigo, pero ante el chillido de mi madre y enterarse rápido de la situación, actuó con cierta rapidez.

Miles de dudas aparecieron ese día, y cuando llegó su funeral, en donde mi abuelo Crie fue incinerado, le hice varias preguntas a mi familia.

—Papá, ¿qué le ha pasado al abuelo? —pregunté mientras le miraba con atención.

Mi padre me miraba de reojo con una sonrisa dulce, agachándose a mi altura.

—Está descansando y pronto tendrá una vida mejor.

—¿Una vida mejor? ¿Acaso no estaba bien con nosotros? —pregunté, frunciendo algo el ceño.

Mi padre negó con su cabeza.

—Nilia, es complicado de explicártelo ahora, pero quiero que sepas que tu abuelo está descansando y que pronto encontrará una vida mejor. Ahí fuera hay alguien que nos vigila, alguien que decide y juzga para darle un final bueno o malo —respondió mi padre.

—¿Y cómo se llama esa persona?

La Muerte. Ese era el nombre que no quise escuchar de pequeña. Mejor dicho, no quise recordar el momento porque miles de preguntas se adentraron. Sin darme un respiro. Sin darme una respuesta.

La información que había ahí era tan ambigua y en más de una ocasión me quedaba despierta sin poder dormir. Por miedo a la Muerte, por miedo a ese descanso. Por miedo a que un día, jamás abriera los ojos.

—¿Nilia? ¿Por qué no duermes? —preguntó mi hermana Tani, que desde lo ocurrido, se quedó a dormir conmigo casi todos los días.

—No es nada.

Tani soltó un breve suspiro.

—Es por el abuelo, ¿verdad? —preguntó, sentándose en la cama para mirarme—. ¿Qué te inquieta?

—Descansar sin un día abrir mis ojos —respondí.

Tani se acercó con cuidado a mi lado, abrazándome con cariño.

—No deberías temer eso. Piensa que el abuelo estará descansando como es debido y que tendrá una vida feliz como dijo papá —respondió Tani.

—¿Y si no la tiene? —pregunté.

—Eso es imposible, Nilia.

Porque la Muerte es justa y siempre cumple su función

Desperté de mis recuerdos olvidados del pasado. Puse mis manos en mi rostro, deseando llorar una vez más. Odiaba ese recuerdo. Odiaba acordarme de mi abuelo. Recuerdos que tenía enterrados, pero que salieron a la luz cuando la Muerte me había dicho esas palabras.

I - Las pruebas de la muerte [G.O] #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora