La vergüenza y la culpa caían como una cascada de agua fría. No me purificaba, me inundaba de los peores sentimientos. Mi mala suerte me lo había pagado bien cuando me encontré con mi padre. Vi su angustia mezclada en lágrimas que fueron desapareciendo en señal de alivio.
Se acercó a con pasos rápidos. Le miré y vi la decepción. Se había dado cuenta de lo que me había pasado.
—Y-Yo lo siento —susurré.
—Con que estés viva me es suficiente, hija mía. ¿Te duele mucho? ¿Puedes aguantar para ir al médico y que te examinen? —preguntó, notándose el temor en sus palabras y en sus labios temblorosos.
Afirmé, yendo directamente al médico donde fui tratada con gran velocidad. Como era de esperar, los hospitales no eran sitios que se visitaran con frecuencia. Solo si había una enfermedad muy grave o heridas por una pelea imprevista.
Les sorprendió mucho ver los cortes que tenía en mi cuerpo y no dudaron en hacerme un análisis inmediato. Detectaron aun el poco líquido que se había adentrado en mi cuerpo al clavarme sin querer esa jeringuilla.
—¿Podría saber qué hacías en En'rec? —me preguntó el médico con una ceja alzada.
—Quería encontrarme con un amigo para pedirle perdón. Creía que moriría al tener pocos números —respondí con honestidad.
Una risa se escapó de sus labios, pero rápidamente se mostró serio.
—Comprendo —respondió, intentando mirarme con seriedad—. Según veo, nunca has tenido incidencias con las drogas ni nada parecido. Esta es la primera vez.
—A-Así es... —respondí, mirando de reojo hacia la puerta.
—¿Quieres que tu padre esté aquí? —preguntó el médico, dándose cuenta que desde que entré, no paraba de mirar la puerta.
—Sí, si es posible.
Dándole un botón, la puerta se abrió, viendo a mi padre de pie dando vueltas de un lado a otro. Al verme, vio cómo hacía un gesto con mi mano para que entrara. Al hacerlo, me abrazó aliviado.
—Buenas, señor Eran. Su hija no tiene graves heridas. Ya han sido tratadas. Lo que me preocupa es el líquido en su cuerpo que puede ser retirado con la medicación necesaria —explicó, sacando unas pastillas que tendría en su cajón. Era impresionante. Estas aparecían según tecleara en su ordenador para que automáticamente aparecieran en el cajón, como si hubiera un teletransportador tras el escritorio—. Lo que sí, me gustaría que dijera la verdad.
Fruncí el ceño ante mis palabras.
—Fui honesta con mis palabras. Visité a un amigo porque pensé que moriría.
—Nadie de Ic'nes hace eso.
—No soy de Ic'nes —respondí, esta vez más irritada.
—Los números de tus ojos me dicen lo contrario —contestó el médico, para luego mirar a mi padre, quien estaba un poco sorprendido por la situación—. ¿Y bien, señor Eran? ¿Sabía que su hija se drogaba?
—Por el amor de...
—No —me interrumpió mi padre—. Mi hija jamás haría algo así. Nunca. No tiene motivo alguno para ello.
—¿Y es la primera vez que va a En'rec? —preguntó el médico.
La respuesta no llegó de inmediato.
—No, no es la primera vez —respondió.
El médico me miró con la ceja arqueada.
—Claro. Ahora espera que crea su versión, ¿no? —preguntó el médico.
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I - Las pruebas de la muerte [G.O] #PGP2024
Ciencia Ficción¡Ella es Nilia, nuestra salvadora! Repetían esas palabras sin parar mientras miraba todo lo que me rodeaba. Yo solo quería un mundo tranquilo, uno donde las tres ciudades: Oic, Ic'nes y En'rec; pudieran estar en paz a pesar de sus diferencias como s...