Capítulo 6: Grises.

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Querían vivir en Ic'nes, y eso era como si me tiraran un cubo de agua fría. Durante todo el viaje estaría callada, escuchando la conversación sobre cómo tenían ganas de regresar a Oic, preparar las maletas y ajustar cuentas con el banco para dejar en venta el piso.

Mis labios eran apretados con fuerza. Miraba hacia la ventana del coche, intentando distraerme con la música que tenía puesta de mis auriculares.

—Creo que es el mejor hogar que vamos a tener —habló Tani con una gran ilusión mientras se ponía el rímel con la ayuda de un pequeño espejo—. Vamos a vivir con una gran familia, ¿verdad que sí, Nilia?

La miré de reojo ante esas palabras llenas de veneno como si de una serpiente se tratara. No le di respuesta, no me apetecía tener una discusión.

—¡Tengo ganas de mi nueva habitación! —intervino Samay, viéndose la ilusión en sus ojos—. Va a ser una habitación llena de arcoíris con muchísimas estrellas. ¡Y voy a poner todos mis peluches para que disfruten de la nueva habitación.

—Y más peluches que tendrás, mi pequeñita Samay —aseguró Tani mientras acariciaba su cabeza.

—¿¡Vas a comprarme más muñecos?! —preguntó Samay.

—¡Claro! Todos los que quieras y más.

—¡Viva!

No podía culpar la felicidad y la inocencia de mi hermana, no era tan consciente de los problemas que había en casa. De vez en cuando las miraba de reojo, recibiendo la mirada venenosa de Tani y Zenda.

—Me enteré que te encontraste con el famoso Qiro —comentó Zenda sin quitarme el ojo de encima—. Huiste como cobarde ante sus preguntas, ¿por qué?

—Zenda, no quiero hablar de eso ahora mismo —respondí con calma.

—Pues yo quiero saber la maldita respuesta —exigió.

—Ay, Zenda, ¿no te das cuenta? —preguntó Tani con calma, sonriéndole—. Sabe que no tiene mérito ninguno. Somos nosotras quienes le damos esa fama, por eso huyó, porque si dice la verdad, le caería la cara de vergüenza.

Puse los ojos en blanco al oír tal tontería.

—Aun así, podrías haber respondido para que vinieran a nuestra casa, así conseguía más fama —recriminó Zenda.

—¿Qué le vas a pedir a una chica como ella que huye como cobarde y se pierde en la ciudad de Ic'nes? —preguntó Tani, intentando provocarme—. No se preocupa por nosotros, ya viste como se puso papá al no saber nada de ella y como no le contestó hasta unos minutos.

—Chicas, por favor, parad de discutir —exigió mi padre con seriedad, intentando mantener sus ojos en la carretera.

—Cariño, es la verdad. Nilia se marchó sin decir nada y la estuviste un rato buscando hasta que al final te respondió —recordó Andra mientras cruzaba sus brazos, mirándome con desprecio—. ¿Crees que eso es prudente de tu parte? Nos tenías angustiados.

«Claro, por eso fue mi padre el único que fue a por mí», pensé, mordiéndome la lengua.

—Lo siento, no lo haré más —respondí sin mirar a ninguno de los presentes en el coche.

—Dilo a la cara, como se nota que eres una cobarde que de mínimas huye para luego pedir perdón como si nada —exigió Tani.

—Tani, por favor, calmemos las aguas por ahora, ¿sí? —pregunté, mirándola directamente con mis ojos cansados, unos que a Tani les hizo gracia ver.

—Solo hay que ver tu degradante aspecto, ¿cómo te atreves a salir así a la calle y que la gente te haga preguntas? Debería caerte la cara de vergüenza y más al ponernos mal como fami...

I - Las pruebas de la muerte [G.O] #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora