Capítulo 24: Jamás olvides quien eres.

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Escuchaba una discusión de fondo, una que me despertó de mi pequeña siesta tras llegar de un día largo de clases. Me levanté de mala gana y despejé los ojos mientras salía de la habitación para ver a mi madre hablando con Tani.

Aunque hablar no era precisamente la palabra correcta.

—¿¡Cómo se te ocurre hacer algo así!? ¿¡Eh Tani?! ¡Caes en lo peor que puedes hacer! ¡Es caer en lo más bajo posible! —chilló mi madre.

—¡Tú nos enseñaste esto! ¡Tú lo hiciste!

—¿Mamá? ¿Tani?

Ambas dejaron la discusión a un lado para mirarme. Mi hermana intentaba calmar las cosas, pero de poco sirvió cuando mi madre la empujó a un lado.

—¡Mamá!

Impactó contra una de las esquinas de la pared, haciéndose una herida bastante grave en su cabeza. Me acerqué a ella de inmediato, buscando la forma de controlar la sangre que caía.

Cuando miré hacia mi madre, en vez de encontrarme las manos vacías dispuestas a ayudarme, encontré el teléfono que seguía grabándolo todo.

Ese día dejé que mi verdadero yo saliera.

Ese día dejé que mi verdadero yo saliera

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—¿Nilia? ¿Nilia estás ahí?

Oír esa voz hizo que despertara de mis recuerdos. Miré el móvil para comprobar que sí, era mi hermana llamándome.

Temblorosa, moví mis dedos para darle la opción de videollamada, colocando el móvil en la mesa para por fin verla. Maquillada, vestida con una elegancia propia de una chica que, si se cuidaba, no como yo.

—Nilia, tranquila. Estoy bien —murmuró Tani, sin saber bien qué decir y preocupándose por mis lágrimas—. ¿Necesitas algo? ¿Quieres algo? Me he enterado de todo, aunque intentara evitarlo, yo...

Me seguía hablando. No la hacía caso cuando los recuerdos del pasado hacían que mis labios temblaran. Los apreté, para luego agachar mi cabeza y llorar sin parar.

Tani se quedó sin palabras, pero entendió la situación cuando levanté mi rostro y miré a otro lado con mis ojos.

—Creo que tenemos mucho por lo que hablar, ¿no, hermanita? —preguntó Tani con una sonrisa triste.

Afirmé con dificultad, agarrando mis pantalones.

—Volviste a recordarlo —supuso.

—Quise olvidarlo como tú me pedías —contesté sin aun mirarla.

Tani soltó un largo suspiro.

—Ya no lo hagas más —me pidió, logrando que mis ojos se abrieran en asombro—. La Tani del pasado justificaba todo lo que decía y hacía mi madre. Ahora me doy cuenta que no debió ser así y que tendría que haberte escuchado, Nilia. Más cuando gritaste esas palabras.

I - Las pruebas de la muerte [G.O] #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora