Capítulo 9: Realidad cegada.

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Mis ojos se fijaron en el sofá desgastado que a duras penas podía sujetar el peso de una persona o dos. ¿Merecía la pena sentarme o esperar de pie? No lo tenía nada claro, pero al menos el silencio del comedor fue llenado por Zigor al salir de la habitación. En sus manos traía una chaqueta, vendas y una camisa.

—Pensé que te harías falta cambiartes de ropa a una menos... preocupantes —explicó Zigor.

La sangre que tenía en mi camisa era algo que a cualquiera le podía aterrar. Agradecí su preocupación, aunque me costó mucho tomar aquella ropa porque sabía que a él le hacía más falta que a mí.

—No te preocupes Nilia. La camisas me puede venir bien y cuadras más con el perfil que hay en En'rec. La que tengos yo está un pocos sucia, sí, pero confíos en que podrás lavarlas cuando llegues a casa —explicó—. Yo si la lavos, tardaría bastantes y no es plan de que te quedes muchos tiempo aquí, sino preocuparás a tus padres.

—G-Gracias, Zigor...

Al final tomé la camisa y me cambié en otra habitación, no le haría tardar demasiado, más si la noche se estaba acercando.

En medio de la habitación, pude ver mi reflejo en un espejo que a duras penas se mantenía en pie. Mi apariencia con la chaqueta me hacía ver alguien descuidada y fingía ser feliz. Sentí el dolor de Zigor mientras agarraba el cuello de la chaqueta con cuidado, mirándola con lástima. Durante toda su vida había tenido que pasar por miles de desgracias que los demás desconocíamos.

Al salir de la habitación, vi como Zigor me miraba con una suave sonrisa, poniendo sus manos en sus caderas.

—No sé cómo lo haces, pero las chaquetas oscuras te quedan genial —admitió—. Te haces ver como alguien enigmáticas e interesante.

Reí con suavidad.

—Tampoco es para tanto, es una simple prenda... Te la devolveré mañana, te lo juro —respondí.

—No, tranquilas. Te lo puedes quedar sin problemas, a mí no me gustan las chaquetas, me son agobiantes y me hacen ver más grandes de lo que ya soy —explicó, mirándome de arriba a abajo—. En cambio, a ti te queda bien.

No supe que decir, solo sonreía para luego mirar mi alrededor una vez más. A pesar de ser un sitio donde uno podía vivir a duras penas, sentía que era bastante cómodo. Era inusual, uno podría sentir pánico y angustia, nadie de Oic o Ic'nes se atrevería a vivir aquí ni aunque le pagaran. En cambio, podía sentir calma junto con Zigor, como si él fuera capaz de transmitir tranquilidad en la casa.

—Capaz estás llenas de dudas sobre cómo es posibles que viva aquí —murmuró Zigor—. No lo hago, estas no es mi casa como tal... somos nómadas.

Abrí mis ojos, pero logré calmar mis emociones, ¿por qué me sorprendía? En parte me lo temía, pero costaba mucho procesar que Zigor fuera uno de los desgraciados que estaba obligado a moverse.

—Mi madres y yo nos movemos siempre de un lados a otro cuando podemos porque no hay sitios seguros aquí en En'rec, menos por la noche —explicó Zigor.

—¿Y tu padre? —pregunté.

—Murió —respondió con seriedad—. Cuando tuve doces años, a duras penas podía seguir adelantes porque solo tenía diez personas. Quería morir, y al parecer sus palabras fueron escuchadas cuandos casi nos atacas una banda de delincuentes que sacaban provechos de todo. Mi padre se sacrificó por nosotros.

No sabía cómo reaccionar, pensaba que iba a guardar sus palabras, pero ahora la situación era distinta. Zigor era un chico muy distinto a diferencia de clases.

I - Las pruebas de la muerte [G.O] #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora