Capítulo 26: Karma.

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No sabía bien cuánto tiempo había dormido, pero la sensación era demasiado cómoda. Era como si estuviera en una cama llena de almohadas. Abrí mis ojos poco a poco para darme cuenta que me encontraba tumbada en el suelo, lo que me hizo fruncir un poco el ceño.

Estaba en medio de una sala, una donde a mi lado había unas escaleras. Los colores morados y azules oscuros estaban presentes en la sala. A mi alrededor apenas había unas luces que se mantenían por si solas. Unas de color amarillo muy suave.

Me levanté, sintiendo un ligero dolor de cabeza que me hizo gruñir de dolor. Luego miré hacia lo alto de aquellas escaleras. Ahí arriba había alguien esperándome.

Subí las escaleras. Se me hicieron algo tediosas, pero con cada paso que daba, era como si la pesadez de mis piernas no existiera, sino que flotara hasta llegar a lo alto.

Una vez allí, vi a la Muerte con las manos sujetando un bastón hecho de metal.

—¿Aún te cuesta adaptarte? —me preguntó con una ligera risa.

—Sí, demasiado. Me cuesta comprender lo que me ha ocurrido.

—Es muy simple —respondió, moviendo su mano derecha para desprender un ligero humo oscuro. Se movía alrededor de la sala donde las grandiosas paredes moradas nos rodeaban—. Has superado las pruebas. Eres mi recipiente.

Escalofríos me inundaron ante esas últimas palabras. No lo había dicho con el tono más agradable.

—¿Qué miedo tienes? Deberías estar contenta de conseguir el resultado, ¿no?

—Tengo aún dudas, Muerte. Lo que dijo Aire al final no es algo que me hiciera especial gracia —respondí con firmeza.

Su mano derecha regresó al bastón, manteniendo su posición firme.

—Eres el cuerpo de la Muerte. Como podrás esperar, tu anterior cuerpo no iba a resistirlo a no ser que estuviera sometido a una prueba complicada. Aire te puso aprueba y la superaste.

—¿Cómo la superé? ¿Cómo?

—La magia que te lanzó no era una cualquiera, como podrás pensar. Era mi poder, uno mortífero que solo él y yo controlamos —respondió, para luego ladear un poco su cabeza a la derecha—. Y ahora tú.

Abrí mis ojos para luego mirar mis manos, pero no veía nada más que aquellas manchas verdes.

—Mi poder no se activa si tienes las vendas en tu ojo derecho, Nilia —continuó la Muerte, caminando a mi alrededor—. Por ahora tienes ese cuerpo. Uno que es indestructible. Tolera todo tipo de dolores, por no decir que es capaz de aguantar todo casi todo tipo de muertes.

—¿Soy inmortal? —pregunté sin rodeos.

—Se podría decir que sí —respondió. Tragué saliva en seco—. El motivo es simple. No quiero perder otro recipiente. Hacer las pruebas toma su tiempo y precisamente carezco de ello. Por ello me aseguré de buscar al indicado, mejor dicho, la indicada. Sometí tu cuerpo a mi poder y si bien hubo momentos donde parecías haber muerto, seguiste adelante porque tu voluntad es lo que te mantuvo en pie.

—Entonces ahora...

—Eres Nilia, pero mejorada y sin condiciones —terminó mi frase. Frenó sus pasos y chasqueó sus dedos—. Si quieres puedes verlo con este espejo de aquí.

El espejo apareció justo en mi lado derecho. Me vi reflejada en ese y me quedé sin palabras. Todo era igual. Cabello corto castaño, ojos marrones, aunque el derecho estaba vendado. La misma chaqueta que me regaló Zigor junto a una camisa blanca y unos tejanos marrones. Por último, unas botas marrones bastante resistentes.

I - Las pruebas de la muerte [G.O] #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora