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Esteban perspectiva

Entro en la clase y doy una ojeada a los alumnos que han llegado, veo a Bella sentada en su sitio y mi confusión me hace mirar el reloj de mi muñeca. Ha llegado temprano.

Empiezo con la clase, dando pequeñas ojeadas a Bella de a poco, ella se queda durmiendo al rato sobre sus brazos. Hago como que no me doy cuenta hasta que la clase termina, observo como Blas le intenta levantar con cuidado, lo logra y le susurra algo en el oído, ella sólo asiente y él sale de la clase, dejándola a solas conmigo.

-Lo siento por quedarme dormida. -habla, aún apoyada en sus brazos aunque sus ojos me miran sobre estos.

Me acerco a ella y cuando ya estoy a su lado me siento en una silla, Bella me observa atenta. Sus ojos están tristes.

-No pasa nada. -contesto en un murmuro, me da una pequeña sonrisa casi sin ganas y mi preocupación por ella aumenta. Bella no está bien- ¿Y bien? -ella se queda en silencio, sin saber a qué me refiero- Lo veo en tus ojos, Bella.

-¿Qué cosa? -cuestiona.

-Tenés los ojos entristecidos.

-No es nada. -responde al segundo.

-Podés hablar conmigo si querés. -veo como asiente, y sus ojitos se llenan de lágrimas.

-No es nada. -repite.

Sus ojos no se apartan de los míos pero ella parpadea con rapidez, intentando contener el llanto que aguanta. No sé que le habrá sucedido pero ver así a Bella me rompe, ella es tan... pura. No se merece nada de lo malo de esté mundo cruel, si fuera por mí le daría todo y cuanto ella quisiera, si sólo me dejara...

Alzo mi mano y, con cuidado, la dejo en su cabello, acariciando su cabeza con cariño, cuidado. Ella cierra los ojos por unos segundos, sigo haciéndolo, su respiración relajándose, tal y como si estuviera dormida.

-Raja de acá antes de que llegue alguien, profesor. -suelta, sus ojos aún cerrados.

Dejo de acariciar su cabeza y me levanto para irme de esta clase:- Llámame si necesitas cualquier cosa, Bella.

El día pasa con lentitud a partir de ahí, clases más clases, hasta que llegan las tres de la tarde y es hora de ir a casa. Agarro todas mis cosas y me subo al auto, por el camino escucho un poco de lo que hay en la radio, nada nuevo, siempre las mismas canciones.

Por una calle residencial a la que no puedo ir a más de treinta, alguien se cruza la calle como si fuera inmortal, le doy al pito y esta persona gira el rostro enseñándome el dedo de en medio.

-¿Me enseñas el dedo de en medio a mí? -bajo mi ventanilla cuando veo bien quien es- Sos una atrevida, mujer.

-Lo siento. -me río, y le hago una señal para que suba.

Bella se lo piensa dos o tres veces antes de acercarse y subirse de copiloto, su perfume inunda el coche y yo vuelvo a arrancar.

-¿Estás mejor? -cuestiono.

-Sí. -responde, le doy una ojeada rápida, su mirada puesta en mis manos al volante.

-Me alegro, ¿sabés que podés hablar conmigo si querés?

-Lo sé, pero no está bien.

-¿El qué? -pregunto, sabiendo que todo esto está mal.

-Nada. -responde, bufando- Nada de lo que hago está bien.

No se refiere a esto.

-Si no me explicas no te puedo ayudar, linda. -digo, ella se queda unos segundos en silencio.

-¿Podés llevarme a otro sitio que no sea mi casa? -pregunta, la miro por unos segundos, sus ojos casi suplicando- Por favor.

-¿Dónde querés ir? -cuestiono, ella se encoge de hombros- ¿Esta bien si te llevo a mi casa? -Bella asiente con la cabeza.

-Gracias. -agradece, mi sonrisa crece y noto como se acomoda.

Llegamos a mi casa y yo le animo a que se ponga cómoda y a que se sienta como en su casa, le pregunto si quiere algo de comer y cuando me dice que sí empiezo a preparale unos espaguetis con nata. Bella se sienta en una de las sillas altas, observando lo que hago, cuando pongo el agua a hervir y debo esperar me siento frente a ella. Bella me empieza a explicar lo que le ocurrió ayer por la noche, y no me puedo imaginar lo mal que se siente por ello.

Rodeo la mesa que nos separa cuando veo que caen lágrimas por sus mejillas, su nariz y mejillas poniéndose rojas. No tardo en atraerla hacía mi cuerpo, rodeándola con mis brazos.

-Tu no tienes la culpa, cariño. -le hago saber, porque parece ser que ella se echa la culpa de que su papá haya encontrado una nueva familia, de que ya no la quiera como antes.

-¿Cómo no la voy a tener? -pregunta, alejándose de mi abrazo para mirarme a los ojos, nuestros rostros quedando a centímetros. Vuelvo a pasar mis dedos por sus mejillas- Seguro que he hecho mal de hija, ¿por qué un padre dejaría de querer a una hija si no es por culpa de ella?

-Bella, amor, no te podés echar la culpa de esto porque no es como tu pensás. Hay padres que son así, que se olvidan de sus verdaderos hijos cuando encuentran a otra familia, y esto no significa que sus hijos lo hayan hecho mal, significa que él no es tan buen padre.

-¿Estás seguro de eso? Porque yo pienso que mi padre es uno de los mejores. -dice, mi mano acaricia su mejilla y ella la agarra, apoyando su rostro en esta.

-Decime, ¿qué ha hecho tu papá por ti durante estos años? -su silencio me deja saber la respuesta, así que, vuelvo a hablar- ¿Qué has hecho tú para que vuestra relación sea mejor?

-Todo. -murmura, después de unos segundos viéndome.

papás de mrd esos 😡

A lo mejor no se me da muy bien escribir esto y pido perdón si lo hago mal, esq yo nunca he tenido estos problemas.

Love, M 🧡

Eyes don't lie  ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora