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Casi me siento ofendida al ver como Blas se burla de mí por dejarme sola en el autobus, él se sienta con una chica morena, pero me hace sonreír al segundo, cuando me mira con cara de cagado por los nervios que le saca esa mina, la cual lo tiene completamente enamorado desde hace unos días.

Me giro hacía atrás, mis rodillas quedando en el asiento para ver a Santi y Pipe charlando, cuando me ven paran de hablar.

—¿Vieron a Agus? —pregunto, ellos están a punto de contestar pero otra voz se hace presente.

—Sentate bien, Bella. —me regaña Esteban. Rodando los ojos, me vuelvo a sentar bien, él se queda al lado de mi asiento, de pie— ¿Querés que me siente contigo?

—No, Agus está por venir. —respondo, lo más amable que puedo, sin mirarlo.

De reojo puedo ver como asiente con la cabeza, se encamina hasta quedar dos asientos más delante que yo, junto a Pardella. Y justo en ese momento llega Lain, busca con la mirada un asiento libre mientras entra al autocar, y cuando me ve sola me sonríe y yo le hago una señal para que se siente conmigo.

—¿Y tu qué? ¿Me guardabas el sitio? —habla, con una sonrisa.

—Es que no podría tener mejor compañero que tu, ¿no? —bromeo, a sabiendas que Esteban está escuchando desde su sitio.

El camino se me hace corto, aunque es hora hora y media de carretera para mi es como diez minutos pues, logro quedarme dormida en el hombro de mi acompañante.

Cuando llegamos Bayona nos explica que hay una cabaña para nuestro curso, otra para el otro curso (que es menor por un año). Y, en la misma cabaña, hay dos habitaciones, una para los chicos y la otra para nosotras. También agrega que los profesores tienen cabañas individuales.

Acaba de hablar y nos da media hora para que pongamos lo que hemos traído en su respectivo sitio, para que no sea más cómodo. La chica que estaba con Blas, llamada Victoria, se queda junto a mí. Hablamos y decidimos que la litera la compartiremos entre nosotros, ella arriba y yo abajo.

Diez minutos después salgo de la cabaña, encontrándome de frente con Santi y Lain, me dicen que el director nos ha dado la tarde libre para pasar por donde queramos y no tardamos en llamar a los demás para que se den prisa.

—Y bueno, yo tuve una novia que no me daba bola. —le contesta Pipe a Juani, el cual hace una mueca, me burlo, sabiendo que es mentira.

—Sos un mentiroso, eras tú el que no la pelabas. —Santi sonríe mientras asiente con la cabeza.

—Ella te dejo de prestar atención cuando se canso, entonces, le empezaste a hacer caso.

—Ah no, sos un hijo de puta. —habla Lain, con diversión.

—Blas es el más pollera para mi. —me carcajeo al escuchar a Juani.

—Lo es. —responde Pipe, Victoria mira a Blas sonriendo, y el ruloso se empieza a poner un poco colorado.

—Y bueno, no me gusta pelear. —es lo único que dice para defenderse, haciendo que todos se burlen de él.

A las ocho y media llegamos a las cabañas, encontrándonos con algunos profesores y chicos en la entrada de estas, donde hay un circulo echo de robles para sentarse y, en medio de esté circulo, hay como una fogata, la cual está apagada ahora.

Algunos de los chicos se entran, yo decido quedarme ahí sentada por un rato, en vez de sentarme en el roble me siento en el suelo, que es césped y se ve mucho más cómodo que ese árbol en el suelo.

Estamos en un pequeño pueblo, en la montaña, y hay unas vistas al cielo preciosas al estar tan altos. Se pueden apreciar las estrellas y es algo que me fascina desde chicas, aún que no se nada sobre ellas.

—Toma, —miro a quien me habla, encontrándome con el rostro de Agus y su mano extendida, me está dando un tipo de cojín— para que estés más cómoda.

—Gracias. —agradezco, poniéndome el cojín en el culo.

—¿Cuál gracias? Quiero mi dinero. —habla, mientras se sienta a mi lado.

Estamos un rato hablando, mi teléfono suena en el bolsillo de mi chaqueta y yo lo saco para ver quien es.

¿Lo haces aposta?

Observo el mensaje, miro a mi alrededor buscando al dueño de esas palabras y, cuando lo encuentro, él me mira también. Guardo el teléfono de nuevo sin contestar, apartando mi vista de él.

No me tarda en llegar otro mensaje, me abstengo a suspirar y saco el móvil, su mensaje me hace fruncir el ceño.

Bella, no me hagas alejarte de él.

Tenés treinta años, compórtate como tal.

Apago el teléfono pero no lo guardo, dejo caer mi cabeza en el hombro de Agus y esté me echa el cabello para atrás, para que no me moleste en el rostro, sonrío por ello y por el mensaje que me llega.

De todas formas, él no te hará sentir como yo en ningún aspecto, niña.

Eyes don't lie  ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora