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Doy unos toques a la puerta de la casa de mi mamá, agarrando la mano de Esteban mientras él sujeta un champán que ha traído para regalárselo.

Ella abre, recibiendonos con una sonrisa a ambos, nos hace pasar y trata bien a Kuku, lo hace sentir cómodo y eso para mí es suficiente, me hace feliz.

Pasamos el año nuevo juntos, el novio de mi mamá también nos acompaña y le da charla a mi hombre.

—Cinco segundos para las doces. —aviso, emocionada.

—Cuatro. —me sigue Daniel, el novio de mi mamá.

—Tres. —hablo de nuevo, esté me mira sonriendo.

Hace que conocí a Daniel unos dos meses, y puedo dar las gracias porque mi mamá y él se conocieron porque es un gran hombre, humilde y bueno. Es el tipo de hombre que te gustaría para alguien a quien le han hecho mucho daño por el camino de su vida, la típica persona que te da confianza, tranquilidad y estabilidad.

—Dos. —sigue mi mamá.

Las manos de Esteban en mis caderas me acercan a su cuerpo, lo miro sonriendo, teniendo que alzar un poco mi rostro para hacerlo bien. Su sonrisa me llena el corazón de amor, de felicidad, la cual hace unos meses no sabía que podía sentir con alguien.

Escucho el grito de mamá y Daniel gritando uno, pero yo estoy demasiado ocupada juntando mis labios con los de mi Esteban que no les sigo la fiesta.

Un beso suave, lleno de cariño, lento, con delicadeza. Nuestro primer beso de 2025 me hace sentir todo lo que Esteban Kukuriczka me hace sentir cada día.

—Te amo, Bella. —susurra, separándose de mis labios.

—Te amo, Esteban. —contesto de igual manera, su sonrisa se ensancha y deja un pico en mis labios.

Lo celebramos con mi mamá después de eso, media hora después, cuando decidimos ir a casa de Kuku y nos despedimos, mamá me dice que le acompañe un momento a la cocina.

—Voy a traer el coche, te espero fuera. —me dice él.

—No tardo. —le hago saber, él asiente con la cabeza antes de irse.

Veo a Kuku salir por la puerta y voy detrás de mi madre, llegamos a la cocina y ella espera a que yo entre para cerrar la puerta tras de mi.

—Feliz año nuevo, mamá. —le digo, por segunda vez en la noche con una bonita sonrisa, su seriedad me hace fruncir el ceño— ¿Qué pasó? ¿Estás bien? —hablo, totalmente confundida.

—¿Estar bien? —pregunta ella, de vuelta— ¿Cómo tendría que estar al saber que mi hija de dieciocho años está con treintañero? —casi grita, su mano apoyada en el mármol de la cocina.

Me quedo muda.

—¿Vos estás bien de la cabeza, Bella? ¿En qué pensás estando con él? —sigue hablando— ¿Te crees que él te ama? Es un hombre adulto, Bella. —me regaña— No está para las tonterías de una mina de dieciocho años, tenés que entender eso.

—¿Vos con qué cara me decís eso? —cuestiono con tranquilidad, sin gritar como ella— Andás con un pibe que te quita diez años, má. —le recuerdo, señalando la puerta cerrada, haciéndole saber que hablo de Daniel— No tenes el derecho de decir nada, absolutamente nada, de mi relación con Esteban. Ah, y que sepas que aquel hombre adulto que "no está para tonterías de una mina", es al que tenes que darle las gracias porque él ha estado cuando ni tú ni papá estaba.

—No digas tonterías, siempre estoy para vos y lo sabes. —frunzo el ceño, negando con la cabeza.

—Má, ni siquiera sabes lo mal que lo pasé esté años, cuando papá me daba la espalda poco a poco hasta el punto de no llamarme más.

—¿Y que tu papá no te hablé es mi culpa?  —suspiro con burla por su respuesta, tenía que ser una broma.

—Si no aceptas a Esteban hacételo ver con Daniel que es lo mismo. —digo obvia.

No espero su respuesta, abro la puerta de la cocina y me encamino hacía la puerta de casa, me despido de Daniel antes de salir de allí.

Entro en el coche de Kuku, dejo un beso en sus labios nada más entrar, él me lo sigue encantado.

—¿Qué pasó? —murmura, cuando me separo de él.

No arranca el auto, se me queda viendo mientras yo le doy una pequeña sonrisa.

—Nada, me dijo que...

—No me mientas, Bella. —avisa.

—No fue nada, Esteban. —repito, sin querer tampoco hacerle sentir mal a él— Tengo ganas de... —me corta.

—A tú mamá no le sentó bien, ¿verdad? —adivina, aparto mi mirada, jugando con mis manos, escucho su suspiro y su mano se posa en mi muslo.

—Pero me da igual, amor. —contesto— Es su problema ese, no el mío. —me encojo de hombros, volviendo mi vista a la suya.

—Perdón por no ser lo que ella esperaba, Bella. —se disculpa, y escuchar ese tono de voz en él me rompe el corazón.






Iba a escribir como se comían las doce uvas pero me acordé de que allí no lo hacen jejejej

Love, M 🧡

Eyes don't lie  ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora