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Kukuriczka me lleva a casa después de comer los espaguetis que él hace, nos la pasamos hablando de todo un poco, y me doy cuenta de que es alguien bastante normal, gracioso y con buen tema del que hablar. Se nota la edad que lleva con sólo ver como se expresa al contestar.

Y bueno, es profesor, estúpida.

Eso es aparte.

Termino de darme una ducha y miro la hora de mi teléfono, son las cinco de la tarde y había quedado está tarde con Agus para ayudarle a encontrar un outfit. Suspiro con cansancio, me encantaría tanto echarme una siesta... Pero bueno, abro mi armario y me pongo un chándal gris que me compré hace poco, unas bambas blancas y me maquillo un poco.

Lain no tarda en llamarme, me mete prisa para que baje, diciendo que esta en doble fila y le pueden echar una multa, asi que, agarro dinero, mi teléfono y salgo de casa.

—¿Te copiaste de mi outfit of the day? —habla, cuando entro en el coche, sonrío al ver que va igual vestido que yo.

—Tarado, me queda mejor a mí. —respondo, poniéndome el cinturón, él se ríe.

—Sí, lo puedo ver.

Él arranca y empieza a conducir a algún centro comercial, no tardamos en empezar a reír por alguna tontería dicha, porque con Agus siempre que nos vemos es así; nos llevamos re bien desde que nos conocimos, que no hace más de dos o tres años.

Después de comprar un par de ropas nos vamos a merendar, mientras aprovecho para sacarnos una foto juntos y seguido la subo al story, guardo el teléfono antes de seguir la conversación con Lain.

El día después de eso pasa rápido, Agus me lleva a casa a eso de las siete de la tarde y yo me despido de él con un beso en la mejilla. Cuando entro en casa y voy caminando hacía adentro escucho voces provenientes del salón, asi que, voy hacía allí nada más reconozco de quiénes son.

—Papá, ¿qué haces aquí? —pregunto, al verlo sentado en el sofá, frente a mi mamá.

—Y bueno, no me contestas los mensajes desde el domingo y estamos casi a martes. —me cruzo de brazos, frunciendo el ceño.

—Y sí, me llevas mintiendo hace por lo menos un mes.... Oh, espera, ¿cuánto hace que no nos vemos?

—Mes y medio. —contesta él— Estuve laburando, ya te dije.

—Papá, vi las fotos con tu amiga aquella y su hija pequeña, no hace falta que me mientas más. —le hago saber, con tranquilidad.

—¿Estuviste mes y medio sin ver a tu hija por ver a una amiga? —se entromete mi mamá, él sopla y ella le niega con la cabeza pero no dice nada más.

—Papá, no pasa nada. —vuelvo a hablar antes que él— Sólo no tengas la cara dura de venir a casa para decirme que no te contesto cuando tú ni siquiera me das bola. —reprocho.

—Tenés razón. —asiente con la cabeza, suspirando y veo como se levanta del sofá— Perdóname, hija.

—No pasa nada.

—¿Querés que mañana vayamos a comer? —niego con la cabeza.

—No puedo, llevo instituto hasta tarde. —miento.

Mi padre se termina yendo después de eso, cuando escucho la puerta ser cerrada me giro hacía mi madre, un poco perpleja.

—¿Estás bien? —cuestiona, haciendo que una sonrisa crezca en mis labios.

—Estoy bien, sólo que... estoy cansada de él.

—A lo mejor si que estaba laburando, Bella, no seas dura. —ruedo los ojos bajo su mirada.

—Ya no es eso, mamá. Él... nunca me ha hecho el caso que me debería haber dado, siempre lo ha resolvido todo comprándome cosas y así. No quiero eso.

Escucho mi móvil sonar en el bolsillo, lo agarro para ver quién es y observo por unos segundos el mensaje de Esteban.

¿Por qué van iguales?

Me abstengo de sonreír por la broma que se me cruza por la cabeza, le digo a mi mamá que me voy a mi habitación y ella asiente, diciéndome que me avisará para cenar. No tardo en responder al cerrar mi puerta.

Eso hacen las parejas, ¿no? A veces van combinadas.

Lo envío sin pensar mucho, dejo la bolsa de ropa en la cama y el mensaje de Kukuriczka no tarda en llegar.

Vos no tenés pareja, no te hagas la boluda.

¿Por qué estás tan seguro?

Los dos tics azules se hacen ver, espero su respuesta pero me emociono un poco cuando me llama directamente, lo agarro, llevando el teléfono a la oreja.

—Bella. —su tono de voz en aviso me hace sonreír, lo escucho resoplar.

—¿Si, profesor? —respondo, haciéndome la inocente.

—Decime la verdad, nena.

—Ya te lo he dicho. —sigo con la broma, para ver que dice.

—¿Por qué no me dijiste? —cuestiona, no me deja responder— Tenés un novio de tu edad y me dejás entrometerme a mí, a un hombre de treinta y pico años, ¿vos estás loca, Bella?

—Profesor, es una broma. —le corto el habla, hay unos segundos de silencio, y él suspira— Sos un hombre de treinta y pico años, ¿y qué? —hablo.

—Que vos tenés dieciocho, linda. Soy un viejo para tí.

—¿Por qué pensás en eso ahora? —cuestiono, confundida por ello.

No ha pensando en eso desde el mes y pico en que nos conocemos, ¿por qué lo hace ahora?

—Porque hay que hacerlo. Sos una niña, Bella.

—Soy mayor de edad y sé muy bien lo que hago.

—Te quito catorce años.

—¿Y qué querés con eso?

—Que no podemos seguir con esto. —trago saliva, mis ojos empiezan a picar y yo me siento estúpida sin saber el por qué.

—Eres tú el que me llama para que suba a su jodido coche.

—Lo sé, y no volverá a pasar. A partir de ahora sólo seremos profesor y alumna, ¿está bien?

—Que te jodan, Esteban.

Y cuelgo.

Cuelgo con los ojos llenos de lágrimas sin saber porque esto me estaba doliendo. Sin saber porque esto que parecía un pasatiempo para mí me pone con los ojos llorosos como una tonta, pero no me permito llorar por ello. Porque no me gusta como para estar perdiendo el tiempo por él. Porque no me gusta.

Eyes don't lie  ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora