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Escucho el teléfono sonar y me remuevo en el sitio, unos brazos me atraen hacía su cuerpo y es ahí cuando decido abrir los ojos, viendo las manos de Kukuriczka entrelazadas entre si a la altura de mi  estómago. 

—Agarra la llamada. —se queja, su voz ronca.

Busco el teléfono entre la oscuridad y lo encuentro casi al filo de la cama, veo la hora y después me llevo el teléfono a la oreja.

—¿Mhm? —hablo, la voz de Vic suena.

—Te aviso que ya estoy en la cama, cómo me pediste. —contesta en un murmuro, frunzo el ceño, apoyando mi cabeza en el hombro de Esteban.

—¿Me decís la hora? —pregunto, porque aun que la acabe de mirar no me acuerdo.

—Las cinco y media de la mañana.

—Ahora voy.

—¿Estás durmiendo? —cuestiona.

—Algo así.

—¿Tu novio tiene cabaña única? —su voz confundida.

—Mentí, Vic. —le confieso, dándome cuenta que la acabo de cagar— Es un chico del pueblo, pero no le quiero decir a nadie.

—¿Por qué? Creo que no hay problema. —suspiro, llevando mi vista a Esteban, tiene los ojos cerrados y respira pacíficamente, sonrío.

—Ya, pero es que... Es algo feo y me da vergüenza. —escucho su risa— Bueno, ahora hablamos, dale.

Corto la llamada y dejo el teléfono a un lado, la mano de Esteban sube por mi estómago hasta llegar a mi rostro, el cual hace que gire para que lo mire.

—¿Algo feo? —cuestiona, su sonrisa divertida— Mentís tan mal, Bella.

—No me gusta mentir. —confieso.

—Dame un beso antes de irte, nena. —pide, su pulgar acariciando mi mejilla.

Me giro, quedando sobre mis brazos, mis pechos rozando su brazo derecho, acerco mi rostro al suyo y dejo un beso corto pero ardiente, sensual, y me alejo pero no llego a mucho, la mano de Esteban en mi nuca me detiene, volviéndome a acercar a sus labios.

—¿Te pensás irte de rositas después de ese beso? —dice, besándome de nuevo.

(+18)

Le sigo el beso con gusto, su mano baja por mi espalda hasta llegar a mi trasero, el cual agarra y suelta una palmada que me hace jadear en sus labios, él sonríe.

—¿Te gusta eso? —pregunta, y me veo asintiendo con la cabeza, él se burla juntando sus labios de nuevo con los míos.

Momentos después, cuando todo se intensifica un poco más, me muevo, quedando encima de él, justo sobre su entrepierna. Sus manos agarran mis caderas con fuerza y me mueven al ritmo que él quiere, paso mis manos por su pecho con lentitud, bajo estas hasta el final de su camiseta, la cual jalo hacía arriba, quitándosela.

Quiero sentir tu cuerpo cerca. —murmuro, en sus labios.

Le ayudo a quitarse los pantalones de pijama, y él hace lo mismo conmigo, tirándolos por doquier. Su entrepierna choca con mi entrada y yo no puedo evitar gemir, Esteban me tapa la boca al segundo, metiendo dos de sus dedos en mi boca.

—En silencio, bonita. —ordena, murmurando con voz bastante ronca.

Asiento con la cabeza, chupando sus dedos cuando él los va a sacar, me ayuda a alinearme en mi entrada y lo escucho gruñir en mi oído cuando termino de sentarme encima de él.

—Sos una buena puta, mhm. —me dice, cuando me empiezo a mover con lentitud en círculos, sus manos en mis nalgas me obligan a subir y bajar, cambiando el ritmo a uno más rápido— Mirá como coges mi pija, —habla, dándome otra palmada en el trasero, debo tapar mi propia boca para no hacer ruido, aun que no puedo evitar no parar de gemir en silencio— ¿eso te llena, Bella? —asiento con la cabeza, viendo como Esteban agarra uno de mis pechos para metérselo en la boca.

—Esteban...

Su mano viaja a mi entrepierna, presiona y juega con mi clítoris mientras que su pene entra y sale de mí, sus ojos encuentran los míos y su sonrisa me hace temblar.

Mi cuerpo se tensa y él lo nota, nos cambia de posición, dejándome a mi con la espalda en la cama y él encima mío. Sigue con el mismo ritmo que antes, está vez con más fuerza, me sujeto de su espalda mientras que la mía se curva hacía arriba, sus labios dejan húmedos besos en mi cuello y yo no puedo con la anticipación.

Me dejo llevar por el orgasmo, me silencia con un beso, pero no detiene sus estocadas. No me deja recuperarme del éxtasis y siento mis piernas flaquear, temblorosas.

Me quejo entre balbuceos sin sentidos pero él no se detiene, agacha su rostro para jugar con mis pezones, lamiendo y chupando.

—Esteban. —le aviso, cuando sé que voy a llegar de nuevo.

—Dale, nena, venite conmigo.








Aviso: tngo mal de amores asiq no sé cómo acabará esta historia, je je.

Eyes don't lie  ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora