Esperaba a Igor, se había ido con su oído sangrando. No quería molestar y no lo llame pero estaba preocupada.
-¿Rosse que haces mi niña?. - decía Mirtha.
-Nada.
-¿Entonces porque estás en la puerta?... Estás esperando al Señor Igor. - dijo sorprendida.
-Es que...
Recordé que el me dijo que no le diga a nadie.
-El te gusta. - me miró pícara.
-Claro que no. - dije y me sentí muy avergonzada.
-No tiene nada de malo Rosse. Es el atractivo, bueno y adinerado. Es un buen partido. - me sonreía.
-Muy bueno para ser real. - murmure mirando la puerta.
-Pero es real Rosse. Y sus sentimientos por ti tambien. El te ama, te adora. Sus ojos azules brillan cuando te ve, su corazón empieza a latir mil por hora.
La mire sonriendo y la puerta se abrió. Era Igor quién entraba con una venda en el oído.
-Igor, ¿Estás bien?. - me paré de inmediato.
-¡Señor pero que le pasó!. - decía Mirthita preocupada mientras corría a el.
-Estoy bien. El doctor me dijo que sanaría, tengo la venda por si acaso. - decía y Mirtha lo inspeccionaba.
-¡Tu sabías!. - me señaló. - Y no me dijiste nada. - dijo enojada.
-Yo le dije que no diga nada. - me defendió Igor.
-Recuestese señor. Le haré una sopa.
-No estoy bien. Tengo que ver unos papeles...
-Señor tuvo días malos. Debe descansar. - decía ella mientras lo pechaba a su cuarto.
Yo me hice a un costado y caminé detrás de ellos. Igor decía que estaba bien y ella lo empujaba a su cuarto.
-Tu Rosse, encárgate de que no salga. - me decía. - Iré hacer la sopa.
Se fue apurada, me quedé en el marco de la puerta mirándolo. El me miró y me hizo un lugar a su lado. Me reí.
-Cambiate. - le dije.
El negó con la cabeza. Rodeé los ojos y fuí a su closet lo abrí... era enorme, había de todo ahí. Era como una habitación solo de ropa, todo por secciones, me sorprendí y ví abajo, abrí un cajón y estaba su ropa interior. Lo cerré y abrí el del lado. Había shorts de dormir tome unos y me fijé arriba y ví las remeras de dormir, tomé una. Salí de ahí y lo miré, el estaba con su teléfono. Me acerqué y le saqué el teléfono. Él me miró, le puse la ropa a su lado. Fuí a la puerta y me quedé de espaldas. Estuve un rato largo así.
-¿Ya terminaste?. - le pregunté.
Me giré a verlo y tenía su teléfono, no se había cambiado. Me enoje, camine a el le saqué el teléfono y agarré su camisa, se la saqué a la fuerza para arriba.
-¡Se desprendeee!. - decía el mientras yo le sacaba la camisa a la fuerza.
Ví que tenía tatuajes en la espalda, pero rápidamente le puse su pijama.
-¡Ponte los shorts!. - dije enojada.
-No. - dijo el y cruzo los brazos.
Molesta fui a los pies y le empecé a tirar del pantalón.
-¡Esperaa!. - me decía pero yo seguía tirando.
El se desabrochó el pantalón y saco su cinto. Me reí mientras le sacaba el pantalón.
-Me lastimaste Rosse. - me decía enojado en ropa interior.
Me empecé a reír y le tire sus shorts de pijama.
-Pontelos. - dije y el se los puso.
Miré sus piernas. Todas peludas.
-¿Que me ves?.
-Es que tienes mucho bello. - dije riendo.
-Los hombres no se depilan. - dijo obvio.
Me reí y me senté a su lado. El me miraba y yo me sentí incómoda. Suspiré al saber que ya no podría tratarlo mal.
-¿Y ese suspiro?. - me dijo y cerré los ojos. - ¿Estás cansada?.
-¿Cansada?. De dormir o de comer.. - dije graciosa.
-Cuando seas mi Luna tendrás mucho trabajo.
Giré mi cara y mire las sábanas.
-Lo siento. No quería incomodar. - susurró.
-Esta bien. - sonreí.
-¿Por qué eres diferente ahora?. - murmuró.
Parpadee y miré mis pies.
-Necesito saberlo. - insistió.
Lo mire. Iba hablar y entró Mirtha, suspiré aliviada.
-Aqui traje su sopa señor. Cómo cuando era pequeño.
Me reí y me levanté, deje a Igor con Mirtha y me fui. Agradecí que ninguno me dijo de quedarme. Corrí a mi cuarto y me encerré. Suspiré mientras me apoyaba en la puerta y caía hacia abajo. Ahora como le explicaría a Igor que el síndrome de Estocolmo había hecho efecto en mi, porque mi mamá me dijo que lo trate bien y como todos me decían que el era bueno.
Ni yo entendía que me había pasado, creo que el hecho de estar con él siempre y verlo querer mi felicidad me hizo quererlo de a poco. Tampoco estaba enamorada, solo lo apreciaba. Porque habían tantas cosas en mi mente. Suspiré y me tire en la cama.
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¿Quién eres?
Teen FictionIntroducción: -¿Y esas rosas?. -me preguntó mi compañera sonriendo. -No lo sé. - respondí sonriendo. Pero pasando los días las flores se hicieron un problema. -¡Ésto no es una florería Rosette!. - me regaño mi jefe al 4to día de haber recibido flore...