𝐶𝑎𝑝𝑖𝑡𝑢𝑙𝑜 𝑆𝑖𝑒𝑡𝑒

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-¡Señorita!. ¡Señorita despierte!.

Oía la voz de Mirtha mientras abría los ojos, ella tenía mi cara entre sus manos.

-Esta helada señorita... ¿Porque durmió en el piso, con la ventana abierta?. - me decía con lástima

-Estoy bien. - murmuré mientras me sentaba.

-No señorita. Venga, vamos a cambiarla. - me agarró del brazo y me levanté.

-No. - negué con la cabeza.

-Por favor señorita. No quiero que el señor me rete a mi.

Suspiré y me senté en la cama. Ella me sacó la ropa y me vistió. Yo me sentía tan mal. Tan vacía. Me puso un lindo vestido de flores, con un escote. Me enoje y puse mi peor cara, me sentía como una muñeca. Ella me calzó unas sandalias y me guió fuera de la habitación. Suspiré y caminé con ella por las escaleras. Era una mansión tan lujosa. Pero eso no me quitó mi mal humor. Llegué a la sala de estar y ella me llevó hacía una puerta, dónde estaba el comedor. Había una gran mesa, pero saliendo de ahí había una pequeña mesa a las afueras de la casa. Dónde él estaba sentado leyendo un periódico, me miró y luego volvió a leer.

-Se comer sola Mirtha. - dije sentándome cuando ella iba a servirme.

Ella asintió y se fué. Dejándonos solos, me crucé de brazos y miré a un costado.

-Come. - me dijo él mientras dejaba el periódico y tomaba un wafle.

-No tengo hambre. - moría de hambre.

-Claro que tienes hambre. Come o llamaré a Mirtha.

Suspiré y me serví café.

-Agregale leche, está muy oscuro.

Lo ignoré y tomé del café más amargo que probé en mi vida. No hice cara de asco, él me miró y suspiró cansado.

-Tengo muchos problemas Rosse. Y no tengo la energía suficiente para que tú seas uno más.

-Si tenías tantos problemas me hubieras dejado. - dije mirando al pavo real que estaba a unos metros de mí.

-Pensé que estaría feliz, que te volverías loca al ver todo. Nunca imaginé está reacción. - me miraba fijamente con sus ojos azules.

-¿Cómo te hubieras sentido si te secuestran?. - dije sería con mi peor cara.

Ambos nos miramos fijamente.

-Si me sacan de ese basurero, estaría más que feliz. Aquí todos te tratamos bien, no entiendo porque estás de malas.

-¡Porque me quiero ir!. - dije y golpeé la mesa.

-¡No te irás Rosse!. Ya madura. - dijo mientras se levantaba y atendía su teléfono.

Él se fue hacía adentro y yo me quedé. Estaba tan enojada, me levanté de la mesa y caminé hacia el pavo real. Y mientras iba llegando me iba tranquilizando. Llegué a medio metro de él y me agache a verlo. Él movía sus bellas plumas y caminaba de un lado a otro. Me gustó que no se asustará por mí. Al contrario, cuando caminaba parecía como si me estuviera esperando. En ese momento quería mi celular para sacarle una foto.

Me giré en busca de Mirthita pero no había nadie. Suspiré y me levanté, empecé a caminar hacia adentro.

-¡Mirthitaaa!. - grité al llegar pero no estaba.

Suspiré y fuí a la sala de estar. Ví la puerta, corrí hacia ella y la abrí.

-Rosse. - dijo el rubio sonriendo.

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