𝐶𝑎𝑝𝑖𝑡𝑢𝑙𝑜 𝑂𝑐ℎ𝑜

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Habían pasado dos días, la verdad me sentía aliviada de no ver a Igor, el me alteraba. Con Mirthita la pasamos genial, veía a mi mamá en ella. Estábamos haciendo galletas de chispas.

-Al señor Igor le van a encantar. - sonrió.

-Mm. - dije sin importancia.

-¿No lo extrañas?. - me dijo con inocencia.

La miré.

-Claro que no. Que se muera si es por mi.

-Señorita no diga eso por favor. - dijo con sus ojos llorosos.

-Ya ya. Lo siento. - dije y la abracé.

Me reí y me prepare una malteada.

-Si sabe que yo puedo hacer todo por usted verdad.

-Lo sé. Pero no quiero. - le sonreí. - ¿Que quieres tomar?

-Un té estará bien. ¿De dónde sabes hacer tantas cosas?. - me preguntó sonriendo.

-Trabajaba en un restaurante, así que ahí aprendí mucho. Pero mi mayor base la aprendí con mi mamá Martha. Tenía 13 cuando mis papás murieron, mi mamá siempre me trató como su bebé y mi papá también. Así que cuando llegue al convento no sabía hacer nada. Ahí aprendí todo. - recordé a las monjas hablando mal de mí y como mi mamá siempre me defendió.

-¿Cómo se llamaban tus papás?. - le sonreí.

-Ana y Dan. Eran los mejores. - susurre.

-¿Y como?...

-Veníamos de vacaciones, en una ruta. Un camión de palos chocó y se desataron. Vimos como venían hacia nosotros, lo único que hicieron mis padres fué; mamá sacar mi cinturón, papá abrió mi puerta y mamá me tiró. - una lágrima cayó por mi mejilla. - ví como ambos quedaron en el auto y como yo rodaba por una colina. Cuando llegué al final el auto explotó. Comencé a correr lejos de la carretera y luego llegaron los bomberos, la ambulancia y la policía. Fuí a varios orfanatos, mientras buscaban mi familia, pero no había nadie y los pocos que habían eran muy lejanos y nadie se hizo cargo de mí. Gracias a Dios una monjita acogía a pequeños huérfanos y fuí una. Me crié entre niños y niñas, pero todos teníamos traumas que curar, así que ninguno fue mi hermano o hermana, los sentí como los niños qué vivían conmigo. Pero a Martha... ella era mi madre. Lo es y lo será siempre. - sonreí y mire a Mirthita.

-Que bello que pudieron coincidir Rosse.

-La verdad que si. Siempre le daré gracias a Dios por ella. Y tú Mirtha, ¿hijos nietos?... - pregunte curiosa.

-No, bueno toda mi vida trabajé aquí, era la niñera del pequeño Igor. Me enfoqué solo en el y su crianza. Nunca logré enamorarme. - me sonrió.

-¿Tu criaste a Igor?. - pregunte sorprendida. Aún que me daba tristeza saber que no pudo hacer su vida.

-Se diría que sí. Pero fue una crianza compartida. - se encogió de hombros.

-A que te refieres. - indague.

-A que el señor Igor tiene cosas que claramente no aprendió de mi.

-Te refieres a sus arranques psicópatas, como secuestrarme. - dije riendo con sarcasmo.

-Se podría decir señorita. Sus papás lo hicieron malcriado. Siempre tuvo todo lo que quiso. - se encogió de hombros.

-Entiendo Mirthita. - bese su frente y ambas sonreímos.

Pov Igor:

Luego de dos días agotadores y estresantes pude llegar a casa. Estaba ansioso de verla, me preguntaba que llevaría puesto, que habrá hecho estos días y si me habría extrañado.

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