𝐶𝑎𝑝𝑖𝑡𝑢𝑙𝑜 𝑈𝑛𝑜

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Pov:Rosse...

Me desperté cuando la alarma sonó. Suspiré y de un saltó me levanté, busqué la última galleta y la último raspa de mermelada... Tome el último sorbo de zumo, y partí a mi trabajo. Gracias a Dios conseguí un mini departamento a 10 cuadras del bar dónde trabajaba. Feliz fuí caminando, mientras miraba las nubes, era un hermoso día.

Pare de repente y en secó. Me dió una presión en el corazón, instintivamente me presioné el pecho y sentí mi pobre corazón a mil. Empecé a mirar a mi alrededor, no sabía que buscaba pero algo sentía.

Pov:Igor...

Entonces la ví y supe de inmediato que era ella.

Pov:Rosse

Sentí mi celular vibrar mientras me tranquilizaba. Era Luis que me decía que debía estar ahí o llegaría tarde. Faltaban tan solo 3 cuadras. Así que de prisa seguí mi camino. Empecé a correr cuando ví a mi amiga, el recordar cómo siempre estaba para mí, ese sentimiento me hizo abrazarla fuertemente.

-Gracias Luisa, por estar siempre. - le dije en su hombro.

-De nada Rosse. - decía mientras también me abrazaba.

Ambas entramos juntas. De inmediato nos pusimos nuestros delantales y nuestras mejores sonrisas para empezar a atender a nuestros clientes matutinos.

Iba por mi segunda mesa, a punto de atenderlos cuando oí a Luis.

-¡Rosse!. - decía feliz.

Mire sus manos y había un ramo de rosas.

-¡Son para tí!. - chillaba, de alegría.

Empecé a reír y fuí a verlas. Eran 24 rosas, con una tarjeta que decía "Para la chica de ojos verdes".

-¿Se habrán equivocado...?. - Luis me interrumpió.

-¡Eres la única de ojos verdes!. ¡Aceptalo!. - decía sonriendo.

-Okey okey. - sonreí y las olí.

-Qué belleza. - decía Luis.

-Si. Deben ser costosas, quién las envió. - di vuelta la tarjeta pero no decía nada más

-¡Qué sucede aquí!. - llegó el jefe y Bárbara.

-Qué raro la metiche. - murmuró Luis.

-Nada señor. Yo, me llevaré esto de inmediato. - dije de prisa.

-¿Quién te envío eso Rosse?. - preguntó mi jefe.

-No sabe. Seguro un admirador secreto. - decía Luisa sonriendo.

-Llévate eso y todos a sus puestos. - dijo y todas nos fuimos a seguir atendiendo.

De pronto mi humor había cambiado y no paraba de sonreír al recordar que me dieron flores, por primera vez.

-Mmm y esa sonrisitaaa. - decía Luis mientras me hacía cosquillas.

-¡No Luissss!. - dije mientras me reía.

-¡Oigan a trabajar!. - decía Bárbara enojada.

-Tu no me mandas, Barbie. - decía Luisa burlona.

Bárbara rodeó los ojos y se fué.

-Entonces, ¿Me dirás quién es tu admirador secreto?. - me murmuró sonriendo.

-Te diría amiga. Pero no tengo ni la menor idea. - dije y me alcé de hombros.

-Mmm que raro verdad. Digo nadie te manda flores sin poner su nombre. No me extraña que te las den, porque eres bellísima Rosse. - me tocó mi cabello. -Solo mírate, eres alta, delgada, tu cabello castaño natural y tus bellos ojos verdes. ¿Quién no se enamoraría de tí?. - me sentí una niña pequeña y ella mi mamá que me subía la autoestima.

Una lágrima rebelde salió de mi ojo derecho.

-Gracias Luis. - susurré y la abracé.

-Ay por favor esto no es un campamento para crear amigas. Ponganse a trabajar. - decía molesta Bárbara.

-Esta ya me tiene harta. - murmuró Luisa y fue atender a un nuevo cliente.

Suspiré y seguí limpiando mesas. Sentía algo extraño en el corazón. Era lo único que me faltaba, mañana iría al hospital porque esa sensación no me gustaba.

Mis horas fueron pasando, ver tortas, cafes o hamburguesas me hacía dar hambre. Pero si comía algo debía pagarlo, lo que sobraba lo donabamos a la gente de la calle. Faltaban 7 días para mí pago y yo no tenía más comida. El alquiler me subió y mi paga es la misma, así que mi economía se vio afectada. Mi estómago rugía de hambre y faltaban 20 minutos para salir. Fuí al baño y empecé a beber agua, sentía como el líquido caía a mi estómago vacío.

Tome demasiada agua y luego me mire al espejo. Mi cola de caballo estaba baja, no tenía más labial y mi rímel se había corrido para abajo. Suspiré y moje un poco de papel. Me arregle el rímel, me puse labial y me ate el cabello nuevamente. Sonreí y salí del baño. Me puse a lavar trastes, debía ganar más dinero para sobrevivir estos días.

-¿Rosse, te gustaría hacer una hora extra?. - me dijo Ashter mi compañero.

-¡Claro!. - dije emocionada.

-Por dos dólares. - mi sonrisa desapareció

-Pero el jefe paga 5 dólares la hora extra. - dije incrédula.

-¿Quieres o no?. - el levantó la ceja.

-Mmm...

Solo sería una hora más y podría comprar galletas para mí desayuno de mañana. Recordé que no tenía nada en la heladera.

-Esta bien. - dije por lo bajo y tome la escoba.

-Okey, ten. - me dió dos dólares. - Y cierra todo bien. - me dió las llaves.

-Bye. - susurré.

-¡Chao!. - dijo feliz y se fué.

Vi como subía al auto de un chico y como se iban con música a todo volumen. Mire, y vi todas las mesas y el piso que debía limpiar. Suspiré y comencé a trapear. No debía hacer nada incorrecto el jefe veía todo por las cámaras. Estuve una hora y media hasta dejar todo limpio para mañana.

Suspiré tome mis cosas, cerré todas las puertas, active la alarma y me fuí hacia mi pequeño hogar. Sentí un poco de miedo ya que era muy tarde, pero me encomendé a Dios y fuí cantando una canción.

Llegué al edificio, pase mi tarjeta y entré. El elevador estaba en pausa. Suspiré y estuve 5 minutos esperando. Me di cuenta de que ese elevador no bajaría y tuve que subir por las escaleras, vivía en el tercer piso. Pero estaba cansada. Cuando llegué a la puerta recordé mis flores y que las dejé en el mostrador. Suspiré cansada y me acosté en mi cama.

Tome un poco de valor y me fuí a dar una ducha rápida, luego me puse desmaquillante y me puse mi pijama. Eran las 2am y mañana me debía levantar a las 7am. Lloriqueando me acosté y cerré mis ojos. Caí rápidamente en los brazos del sueño.



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