Jaemin bufó más molesto consigo mismo que con el bruto que le miraba desde el otro lado de los barrotes. Su lobo no dejaba de proyectar en su mente escenas que eran más que escandalosas. Eran del tipo de dos cuerpos sobre una superficie plana sudando bastante y jadeando que era un gusto.
-Mierda -protestó por lo bajo.
-¿Y se puede saber de qué reniega la princesa? -Se burló el vampiro mientras abría el candado que mantenía cerrada la reja.
Jaemin no estaba acostumbrado a ese trato. Realmente quería preguntar qué demonios estaba pasando, pero tenía la certeza de que eso sería perder el tiempo. El tipo que le llevaba prácticamente a rastras por las empinadas escaleras podía ser bien su rescatador tanto como su verdugo.
-Allí puedes hacer tus cosas -Jaemin miró sorprendido al idiota que le tomaba por el brazo de manera brusca, apenas dejándole espacio libre para poder sostener la piel de oso.
-¡Eso no puede ser tu cuarto de baño! -chilló espantado el lobezno-. Nadie a lavado eso en los últimos cien años. Estoy seguro que el moho me está mirando - agregó señalando la pared recubierta de un sospechoso material biológico verde.
-¿Tengo que entender que quieres regresar y hacerlo en una cubeta? -esta vez fue el turno del Oscuro de anotarse un punto a su favor.
El más joven le dio una mirada exasperada al vampiro imbécil.
-Toma esto -le entregó la piel de oso. Caminando tranquilamente hacia el hoyo oscuro que se atrevía a llamar cuarto de baño, dejó que el hombre a su espalda observara su muy bien formado culo. "Toma esa, perra" pensó Jaemin mientras movía la cadera algo exageradamente.
El ruido de la desvencijada puerta al ser golpeada contra el marco le dejó saber que el vampiro desconocido estaba de malas.
-Dos, para el lobito -ronroneó Jaemin para sí mismo- apenas uno para el vampiro.
Pasados unos minutos el desnudo mocoso salió descaradamente, tomando la piel de oso que sostenía todavía entre sus manos el otro hombre, le dedicó un guiño travieso.
El Oscuro tuvo que tragarse su furia al escuchar el comentario de su secuestrado.
-Sabía que podías ser todo un caballero.
Como si estuviera en su propia casa, el chico caminó hasta la escalera, comenzando a bajar hasta el fondo del mausoleo, rumbo a la jaula.
Un fuerte golpe contra la pared y el sonido de algo desmoronándose y cayéndose al suelo. Se enfadó, pensó Jaemin. Ese tipo estaba loco. Con cuidado entró a la jaula, invocó su forma de Lobo y se acostó a dormir entre el cómodo nido que había formado con las pieles. La constante lucha entre las dos naturalezas lo estaba desgastando más de lo que le gustaría admitir.
Para el vampiro aquello fue ir más allá de lo que su paciencia dictaba, al menos golpear la pared le ayudó en algo a controlar la locura que poco a poco comenzaba a apoderarse de él. Solo esperaba tener el tiempo suficiente para lograr lo que durante tantos siglos había intentado, estaba seguro que de que no quedaba mucho tiempo. Tenía que lograr entregar al lobo y cerrar con esto el trato.
Recordando que tenía un invitado, tomó aire intentando asentar su mal genio. Ya el chico tendría lo suyo cuando estuviera en manos del Alvino, por el momento trataría de hacer su estadía lo más cómoda posible antes de lo inevitable.
Con cuidado de no asustar al lobezno bajó las escaleras hasta llegar al fondo del mausoleo, dentro de la jaula encontró un lobo blanco profundamente dormido. Sin poderlo evitar se sintió decepcionado, le hubiera gustado verlo nuevamente en su forma de hombre cubierto solamente con su propia piel. Llevando sus manos a la cabeza trató de recordarse a sí mismo porqué estaba haciendo todo esto, debía tenerlo siempre presente.