Un sonido como el de un huevo al quebrarse fue el anuncio del pandemonio que se avecinaba. El Alvino había perdido el control de la situación, lo que le mantenía apartado del exterior cayó como si de un domino se tratase. El hechizo de protección se desquebrajó, eso solo significaba que la Gran Bruja estaba allí.
-Puede que la luna no esté en su posición ideal -tomó la bandeja qué contenía la sangre del lobo y se preparó para tirarla al fuego cuando un golpe de energía lo hizo caer al suelo derramando el preciado líquido.
La Gran Bruja, el Alvino tuvo ante él a la poderosa mujer.
-Por fin nos encontramos -saludó la jovencita que no parecía más llamativa que un ratón de biblioteca-, solo queda decir que será la última.
Adler se puso de pie de un salto, ahora su túnica negra estaba totalmente blanca, como siempre ocurría cuando algo tocaba de manera directa su piel. Sabía que era cuestión de tiempo para que la maldición recayera en él con toda su fuerza, no tenía espacio para errores.
Jisung entró tras la Gran Bruja acompañado con los otros hechiceros, Jeno y Johnny estaban desatando a sus parejas que se encontraban inconscientes bajo uno de los árboles en el patio. Lo que vio el Oscuro al llegar hizo que el aire se detuviera en sus pulmones. Jaemin colgaba en sus manos de una cuerda. El pequeño cuerpo suspendido se veía tan pálido qué apenas si parecía vivo.
-Cachorro -corrió rodeando la fogata hasta donde estaba el chico, al diablo con la pelea que mantenían los hechiceros a escasos metros de donde estaba. Sin perder el tiempo cortó las cuerdas haciendo que el esbelto cuerpo cayera en sus brazos, temiendo que lo lastimaran sin querer lo sacó de la galera rompiendo los tablones de una de las paredes. Desaparecerse podría ser peligroso en el estado en que se encontraba su pareja, apenas si lograba concentrarse lo suficiente como para caminar.
Una vez fuera bajo el cielo estrellado, Jisung revisó a Jaemin. La herida en el muslo ya había dejado de sangrar, el metabolismo del lobo luchaba por sobrevivir.
-No te atrevas a dejarme solo, bebé -con sus colmillos rompió la piel de su muñeca para liberar la sangre de sus venas-. Te amo demasiado como para perderte.
Jaemin podía escuchar la voz de Jisung, pero lo sentía tan lejos que no creyó poder alcanzarle. Su cuerpo ya no dolía, estaba flotando en aguas tibias, ahora todo le parecía tan banal, nada era importante más que dejarse llevar por el sueño.
-"Cuídalo por mí" -la imagen de una mujer hermosa le sonreía- "Ahora debo continuar mi camino, es tiempo" -la sensación de unos labios suaves sobre los suyos soplaron algo tibio dentro que lo hizo reaccionar como si de un choque eléctrico se tratara.
-Jisung -gimió Jaemin luchando por encontrarle-. Jisung.
-Aquí estoy, cachorro -El Oscuro le dio a beber un poco más de su sangre volviendo a romper la piel de su muñeca-. Tienes que tomar un poco más de mí.
-Donghyuck... Renjun -trató de advertir a su amante del peligro que corrían los otros vampiros- Él...
-Ya Johnny y Jeno se están haciendo cargo, ellos están bien -tomó el pequeño cuerpo apretándolo contra su pecho-, y tú también lo estarás, ya lo verás.
-La ví -quiso explicar.
-Ahora solo descansa -advirtió el Oscuro-. Estás demasiado débil como para parlotear .
-Ella es libre ahora -continuó sin hacer caso de su compañero- me dijo que te quiere feliz... Cumpliste tu promesa.
Jisung vio como lentamente Jaemin se quedaba dormido, las palabras todavía pendían en el aire. Sin poderlo evitar un sollozos fuerte salió desde lo más profundo de su corazón. Él le creyó, todavía no podía entender cómo fue que pasó aquello, pero sabía que era verdad. La historia con Yeeun ya no era posible, él ahora era un vampiro y ella era un alma hermosa que merecía otra oportunidad de alcanzar la felicidad que por un momento en el tiempo ambos compartieron. El lobo era su presente y su futuro. Benditos sean los dioses por eso.