Mala cosa. El puto de Jeno venía a arruinar su momento, lamentablemente para la bruja, era tarde. El ruido del cuello al quebrarse y el golpe de un cuerpo sobre el pavimento fue el fin del asunto por el que venía el Oscuro.
-¿Te vas tan pronto? -habló Jeno dejando ver su sonrisa de "come mierda"-. Yo que pensaba arrastrar tu culo hasta el infierno.
El Oscuro le dedicó una mirada al vampiro de cabello oscuro y ojos de obsidiana, realmente odiaba al tipo. Jeno se creía la cosa más mala que hubiera pisado este mundo, El Oscuro tenía algo que refutarle a eso.
-Creo que tu pellejo puede servirme para sacarle el filo a mi espada -respondió desenfundando el reluciente metal que siempre traía oculto bajo el abrigo largo.
El Oscuro sabía que con desaparecer de allí tendría suficiente para librarse de perder el tiempo con Jeno, pero la verdad era que tenía demasiadas ganas de toparse de frente con el hijo de puta como para irse sin aprovechar la oportunidad.
-¿Dónde está el lobo? -preguntó Jeno mientras caminaba lentamente hasta donde le esperaba el otro vampiro-. Hay cosas con las que no se juega. Los miembros de mi aquelarre no se tocan.
-¿Un lobo entre vampiros? -balanceó la espada en espera de usarla.
-No te hagas el simpático conmigo -advirtió Jeno-. El si está vivo o no, será la diferencia entre si mueres rápido o me tomo mi tiempo. Comienza a hablar.
Un escalofrío recorrió la espalda del Oscuro, Jaemin era suyo, más le valía a Jeno saber que jamás volvería a ver al lobo.
-Deja de darle vueltas a nuestro asunto -se encogió de hombros-, tengo cosas más importantes que hacer. Sacar la basura es una de ellas.
Jeno no era conocido por ser un hombre paciente, usualmente golpeaba primero y luego se preocupaba por las consecuencias. Le iba a sacar la ubicación de Jaemin al Oscuro aunque tuviera que rasgar al tipo centímetro a centímetro. Renjun quería al lobo de regresó y él jamás le había fallado a su pareja, al menos no últimamente.
La soledad en el callejón, la débil luz de la lámpara que a duras penas luchaba por vencer la oscuridad, terminando el cuadro una ligera llovizna qué humedecía el ambiente, lo tensó.
Como era de esperar, fue Jeno el que dio el primer golpe. El Oscuro lo bloqueó devolviéndolo con la misma fuerza poco después. Ambos eran criaturas antiguas, era una cuestión de nunca terminar. Donde uno atacaba, el otro defendía, la igualdad de fuerzas era notoria. Varios contenedores de basura se vieron afectados por cortes limpios. Una o dos veces Jeno fue a dar contra una pared desmoronando algunos pedazos. El Oscuro probó el sabor del pavimento justo antes de levantarse para evitar que la espada de su contrincante le cortara su muy terca cabeza.
Una fina línea roja se dibujó en la mejilla del Oscuro, haciéndolo enfadar hasta que sus ojos tomaron una tonalidad totalmente roja.
-Estás muerto.
-Tienes tiempo prometiendo lo que no puedes cumplir -se mofó Jeno, aunque la visión de la contaminación que ya sufría el vampiro frente suyo, era algo para preocupar. Ese era un camino para nada envidiable. La locura de la sangre convertía a criaturas como ellos en los monstruos de los cuentos de terror. Era perder el alma sin posibilidades de recuperarla, quedando apenas un cascajo eternamente sediento. Todo aquel que fuera convertido tenía ese estigma, esa maldición, era como bailar sobre un delgado hilo y no poder hacer nada para evitarlo.
Sin querer perder el tiempo, Jeno dio un paso al frente y arremetió contra el otro vampiro. Lo mejor era librar al mundo de esa escoria, si el lobo estuviera vivo, las brujas le ayudarían a encontrarlo. Era hora de cobrar algunos favores.